Un día sin Internet

Ayer se cayeron WhatsApp, Facebook e Instagram durante un par de horas y los efectos fueron, básicamente, divertidísimos. Para empezar, los viejunos pontificadores volvieron a aprovechar las cada vez más habituales caídas masivas de las redes sociales para ironizar con que los jóvenes Millennials descubrirían que existe una vida real fuera de las pantallas.

Otra gente se vio obligada a hacer algo tan anacrónico como hablar por teléfono para cuadrar la comida del domingo, confirmar la reserva en el restaurante o explicarle al cuñado torpe y despistado cómo se llega al garito.

Una inmejorable ocasión, también, para recordar el por qué de las leyes antimonopolio: que tres canales de comunicación de tanta implantación como Facebook, Instagram y WhatsApp estén en las mismas manos y dependan de las mismas redes, tiene sus riesgos.

Lo que me lleva a ir un poco más allá. ¿Se imaginan que, en vez de las redes sociales, se cayera Internet como tal? ¿Cómo sería un día sin Internet? Para empezar, habría que ir al quiosco en busca de la prensa, si quisiéramos estar bien informados y no quedarnos en saber lo que pasa.

De encontrarnos en una ciudad extraña, habría que buscar un plano que nos permitiera orientarnos. Eso, y preguntarle a la gente, claro. Al no poder subir fotos a las redes ni interactuar en foros, estaríamos obligados a mirar las cosas que nos rodean. Al natural; sin filtros, marcos o adornos. En vivo y en directo. Es posible que nos saliera tortícolis por mantener el pescuezo recto durante tanto tiempo, pero sería un riesgo asumible.

No funcionarían las plataformas televisivas y las Smart TV volverían a ser tontas, aunque ya no fueran cajas. En ese caso, los viejos DVD y Blu-Ray serían la tabla de salvación para cinéfilos compulsivos que no se conformaran con ver lo que echen las cadenas de turno.

Y quedarían los libros, claro. Los libros de toda la vida. Los de tinta y papel, invitándonos a una lectura tranquila y sosegada sin que los avisos, alarmas y globitos de colores del móvil nos interrumpieran y molestaran continuamente.

—Muy bien, Lens. Todo eso está muy bien. ¿Pero cómo te las ibas a apañar para mandar al periódico esta columna?

Jesús Lens

Candidato Ndour

No saben ustedes el impacto que fue encontrar ayer a mi amigo Augustin compartiendo la portada de IDEAL con Antonio Arias y Lagartija Nick, que arrasaron en el concierto inaugural del Distrito Sonoro impulsado por Cervezas Alhambra.

“El candidato a presidente que llegó a nado a España”, rezaba el maravilloso titular de Pilar García-Trevijano. En el interior, una interesantísima entrevista en la que Augustin Ndour se mostraba tal y como es: una de las mejores personas que he tenido la inmensa fortuna de conocer.

El partido político ‘M+J: por un mundo más justo’ ha querido que Augus sea su candidato a la Presidencia del Gobierno, desde Granada. El pasado jueves, mientras que la mayoría de candidatos al Parlamento se afanaba en la tradicional pegada de carteles frente a las cámaras, Augus y ‘M+J’ se presentaban en la playa del Tarajal, en Ceuta, “por lo que representa, por la tragedia que pasó aquí, por el dolor que representa esta valla para tanta gente pobre, para tanta gente débil. Empezamos aquí para resaltar lo que debe ser la dignidad humana, porque cualquier ser humano tiene esa dignidad y debe tener el derecho a emigrar…”, declaraba un emocionado Augustin.

Augus sabe bien de lo que habla, que fue inmigrante ‘ilegal’ -sic- antes de regularizar su situación en nuestro país. Desde entonces trabaja en Cáritas como impresor, además de ser un comprometido activista.

Pero, ¿saben lo mejor que tiene Augus? Su bonhomía. Jamás le he escuchado una mala palabra o una sola frase surgida de la envidia o el rencor. Y su sabiduría. Su vasto conocimiento del mundo. La amplitud de sus perspectivas. Sus largas miras. Cada vez que nos juntamos a tomar una cerveza, no pasa un cuarto de hora y ya estamos todos los contertulios embelesados, escuchándole y preguntándole cosas sin parar.

Y su generosidad sin límites, como me insiste Gustavo Gómez, con quien creó la plataforma Teranga Go: “Agustín es lo mejor del ser humano. Se da a manos llenas con todo y con todos. Y siempre, siempre, con una sonrisa”.

Augustin Ndour con Antonio Lozano, hablando de literatura en África, en Granada Noir 4

Su sonrisa, efectivamente. Una inmensa sonrisa que desborda el marco de cualquier fotografía. Una sonrisa amplia y sin doblez que refleja la mejor cara de la humanidad.

Jesús Lens

¿Quién lo paga?

Ahora que estamos en el arranque de la campaña electoral (oficial), es más importante que nunca recordar la célebre anécdota del escritor Josep Pla, autor de una magnífica y cercana narrativa de viajes, siempre apegada a la tierra, cargada de lucidez y sentido común.

A mediados del siglo pasado desembarcó en Nueva York y, cuando vio el fastuoso espectáculo de los rascacielos de Manhattan iluminados, preguntó: “y todo esto, ¿quién lo paga”?

No hay pregunta más pertinente en una campaña electoral. Cada vez que oigan una promesa de cualquiera de los candidatos, pregúntenle, directamente a él o a las personas que le representan en nuestro territorio, por quién y cómo va a pagar la idea de marras.

Y la otra pregunta, igualmente necesaria: ¿por qué no lo habéis hecho antes? Esta cuestión solo aplica a los candidatos cuyos partidos hayan tenido responsabilidad de gobierno previa, pero resulta pertinente a la hora de establecer prioridades.

Durante las próximas dos semanas se nos van a mezclar los mensajes, las promesas y los programas electorales. Y es que, aunque pertenezcan a los mismos partidos, no puede ser igual lo que digan los aspirantes al Congreso y al Senado que las propuestas de los candidatos a ocupar sillón en la Plaza del Carmen. Excepto en el caso de Luis Salvador, faltaría más, que estará en misa y repicando.

Para mí, de cara a las generales, tres temas son prioritarios: las conducciones de Rules, el acelerador de partículas y la desigualdad creciente y rampante de nuestra sociedad, de la que los cortes de luz y la pobreza energética de la zona norte son una prueba irrefutable.

Voy a aprovechar el fin de semana para leer los programas electorales de los diferentes partidos, a ver qué hay de nuevo y qué hay de viejo. Qué hay de creíble y qué de fantasioso. Qué hay de ilusionante y qué de cansinismo. Eso, y esperar las fotos de los candidatos con vacas, corderos, ovejas y polluelos. ¡A ver cómo salen de la Granada vaciada!

¿Qué les van a pedir ustedes a los candidatos al Congreso y al Senado por Granada? ¿Qué temas son los que van a terminar de decidir su voto, si todavía no lo tienen claro?

Jesús Lens

Hoy toca Lagartija

Si ayer fue un jueves literario por antonomasia, hoy va a ser un viernes muy musical, que tenemos en el Paseo del Salón con Lagartija Nick, precedidos de Red Passenger, en el primer concierto del ciclo Distrito Sonoro patrocinado por Cervezas Alhambra.

No podía haber una mejor manera de arrancar este ciclo, ya felizmente consolidado en la escena musical granadina, que con Lagartija Nick, el grupo más interesante, versátil y abierto de mente de los muchos que hay en Granada.

He aprovechado toda esta semana para repasar algunos de sus discos. Sobre todo, dos de ellos: el más reciente, ‘Crimen, sabotaje y creación’ y, en especial, ese auténtico muro de sonido, esa barbaridad sónica que es ‘Val del Omar’.

¡Qué grandes visionarios son los hermanos Arias! Nada de lo humano les resulta ajeno y sus pulsiones creativas han estado abiertas igual a la ciencia y a la tecnología, a la vanguardia más radical, a los Multiversos y a la energía ilimitada que a las músicas más apegadas a la tierra, como tuvimos ocasión de comprobar el pasado año, en el mágico Sulayr de Pampaneira. (Lo contamos AQUÍ)

Los Arias están en la base, también, de algunos de los proyectos musicales más excitantes escuchados en los últimos años en Granada. Del famoso ‘Omega’, del que tanto hemos escrito, a los más recientes ‘Mater Lux’ y ‘Los cielos cabizbajos’, de los que todavía tenemos mucho que hablar y escuchar y en los que también está involucrado Jorge Rodríguez Morata.

Échenle un vistazo a los ‘Diario(s) de artista’ de Jesús Arias, publicado por el Centro de Cultura Contemporánea de la UGR. Se trata de un libro prodigioso repleto de información, datos, notas y fotografías que documentan el proceso creativo de las tres obras anteriormente citadas. Un lujazo.

Y, por supuesto, pásense hoy por el Salón. Qué placer, poder disfrutar de la mejor música de forma gratuita en las calles y plazas de Granada. Con Distrito Sonoro, el Ayuntamiento ha acertado de pleno: una inmejorable muestra de las bondades de la colaboración público-privada.

Ojalá más empresas se involucraran tanto y tan bien con el sector cultural de nuestra tierra como Cervezas Alhambra, presente en buena parte de las iniciativas culturales con más enjundia de Granada, tal y como contamos AQUÍ.

Jesús Lens

¿Megalópolis, por fin?

Soy persona poco proclive a saltar, como pueden atestiguar mis compañeros de baloncesto, atónitos al ver cómo se me escapan los rebotes a manos de jugadores ostensiblemente más bajos, pero con mayor capacidad de bote.

Recuerdo saltar con el gol de Mijatovic, por ejemplo. O cuando escuché en la radio que el Real Madrid había fichado a Drazen Petrovic y en los conciertos de Rage Against The Machine. Pocas veces más.

Les pongo en antecedentes porque el pasado sábado por la noche, al leer que Francis Ford Coppola estaba preparando la filmación de ‘Megalópolis’, pegué tal brinco que acabé colgado de la lámpara de mi habitación.

Les cuento otro secreto: tengo entre manos un nuevo proyecto a caballo entre lo literario y lo cinematográfico. Provisionalmente se titula ‘Las películas más grandes jamás filmadas’ y hace honor a su nombre: escribo sobre sonados y mastodónticos proyectos cinematográficos que nunca terminaron convertidos en película. Del ‘Nosotromo’ de David Lean a ‘El corazón de las tinieblas’ de Welles, pasando por el ‘Stalingrado’ de Sergio Leone, el ‘Napoleón’ de Kubrick o el ‘Dune’ de Jodorowsky.

En esa nómina de películas imposibles, invisibles y solo soñadas, la ‘Megalópolis’ de Coppola ocupa uno de los lugares de cabecera. Porque desde que tengo uso de razón cinematográfica se oye hablar de una película que…¿será posible, por fin?

Todos los medios de comunicación titularon más o menos de la misma manera, el día del cumpleaños del cineasta italoamericano: Coppola anuncia el rodaje de ‘Megalópolis’ al cumplir 80 años. Se trataría, por supuesto, de su proyecto más ambicioso desde ‘El Padrino 3’, filmada en 1990.

La fuente original que provocó el tsunami fue la revista ‘Deadline’, que publicó una pequeña entrevista con el director con motivo de su cumpleaños. Nervioso y excitado, me lancé sobre la entrevista en cuestión. ¿Y que nos encontramos? Buenos deseos y mejores intenciones, pero nada realmente concreto.

Que el guion está escrito -nada que deba sorprendernos, dado que es un proyecto muy, muy antiguo- que necesita un gran reparto y que el cineasta ha comenzado a hablar de manera informal con algunas estrellas -“he escuchado el nombre de Jude Law entre aquellos que potencialmente podrían participar en la película”, puntualiza el entrevistador, con exquisito esmero. Y que Coppola está firmemente decidido a poner al servicio de esta gran producción toda su experiencia y bagaje, acumulados a lo largo de su larga y fructífera carrera.

De lo que no se habla es de pasta. De parné. De productores. Y, cuando se trata de una gran producción de Hollywood, máxime si hablamos de un director como Coppola, la cuestión del dinero debería estar bien clara antes de empezar a soñar con ‘Megalópolis’.

Porque Coppola es un gran maestro, también, en arruinar a su productores. Empezando por él mismo. Se arruinó con ‘Apocalypse Now’, hipotecando todos sus bienes y, después de recuperar la inversión… ¡volvió a arruinarse, total y definitivamente, con ‘Corazonada’, una de las grandes catástrofes económicas de la historia del cine!

Desde entonces, Coppola solo consiguió trabajar por encargo y los éxitos de ‘El Padrino III’ y ‘Drácula’ le sirvieron para pagar deudas. En estos últimos años, lo que le da dinero son sus inversiones inmobiliarias en hoteles de Belice y sus vinos del condado de Napa.

Permítanme ser pesimista, pero no me veo haciendo cola en el cine, el día del estreno de ‘Megalópolis’. Tampoco me veo rastreando los portales de internet, en busca de una entrada para la primera sesión. Pero pueden creerme: si llegara el día, no tendría empacho alguno en comerme esta crónica con patatas fritas y ketchup, brindando con una cerveza bien fría a la salud de uno de los grandes maestros de la historia del cine.

A todo esto: ’Megalópolis’ contaría la lucha a brazo partido entre un arquitecto y el alcalde de una Nueva York destruida por un cataclismo. Se enfrentarían por volver a levantar la ciudad, pero de acuerdo a una utopía arquitectónica y no a los intereses espúreos de las clases económicamente dominantes. Como en tantas ocasiones anteriores, Coppola quiere narrar la historia de un visionario emprendedor disruptivo enfrentado al poder financiero clásico que trata de imponer su criterio a toda costa.

Pero no se consientan. Lo señala el propio Coppola en la entrevista con ‘Deadline’: está retirado de las grandes producciones, ahora mismo. De hecho, su trabajo más reciente es… un libro: ‘El cine en vivo y sus técnicas’. En España lo ha publicado Reservoir Books y en él podemos leer su encendida defensa de un modelo de producción por completo alejado del mainstream hollywoodiense: “Mi sueño es realizar algún día una producción de cine en vivo a partir de mi propio guion”.

Ojalá. Ojalá que ‘Megalópolis’ acabe siendo uno de los grandes estrenos del 2020, del 2021 o del 2022. Mientras, volveremos a ver la saga de ‘El Padrino’, disfrutaremos del nuevo -y definitivo- montaje de ‘Apocalyse Now’ también prometido por Coppola y seguiremos imaginando cómo se vería en pantalla una de las películas más grande jamás filmada.

Jesús Lens