Estoy tan acostumbrado a hablar, me gusta tanto y abuso hasta tal punto de mi querencia por darle a la lengua que, cada vez que IDEAL me propone escuchar, soy feliz.
En el mismo sentido, estoy tan acostumbrado a escribir, una actividad solitaria e introspectiva que exige horas y horas de monacal encierro, que siempre que IDEAL me propone salir a las calles -o a los campos, montañas, playas y caminos de la provincia- doy un salto de alegría.
Por definición, soy un vago. Un magnífico representante de la idea aristotélica de que un cuerpo solo puede mantenerse en movimiento si se le aplica una fuerza. Mis cerca de 100 kilos, a falta de empuje, tienden irremisiblemente a la estática, a despatarrarse sobre el sofá, leyendo o viendo películas.
Es cierto que, después, en cuanto recibo un impulso, me convierto en newtoniano y acepto su ley de la dinámica y el principio de acción/reacción: una vez en marcha, gracias a la inercia, me cuesta parar.
Por eso son tan excitantes los encargos callejeros de IDEAL: me insuflan nuevas fuerzas, me pegan súbitos impulsos, me sacan de mi biblioteca y me hacen romper con las inercias.
Estos días estamos haciendo una serie titulada ‘De espaldas a la campaña’. Se trata de ir a lugares de encuentro ciudadano y preguntar a la gente por cómo ven, cómo valoran el estado de las cosas y si tienen algún tipo de expectativa de cambio o mejora gracias a las elecciones.
A la gente le gusta hablar. Y que la escuchen. La política no es precisamente su tema de conversación favorito, eso sí. El grado de desconfianza en los partidos y en sus representantes resulta palpable. La campaña para las municipales, en concreto, no parece interesarle prácticamente a nadie. Unos, porque no van a votar o votarán nulo. Otros, porque ya tienen decidido el sentido de su sufragio. Nadie espera un debate entre candidatos que les haga reflexionar.
Harían bien los partidos en escuchar a la gente y tomar nota de sus reivindicaciones, tan sencillas como sensatas, en vez de tratar de sacarse un conejo de la chistera cada día de campaña. Quizá así ganarían algo de credibilidad. Porque creerles, nos les cree nadie.
Junto a la Fuente de las Batallas, en el corazón de la Feria del Libro, Anaya ha instalado una caseta educativa en la que están colgadas veinte grandes ilustraciones. ¿Las han visto? Porque no deben perdérselas.
Son ilustraciones de artistas tan reputados como Juan Miguel Aguilera, Raquel Aparicio, Sara Morante, Javier Olivares o Santiago Sequeiros, entre otros. Y hay una de nuestro Gabriel Hernández Walta, ganador de un premio Eisner por su extraordinario trabajo en ‘La Visión’.
En su ilustración, un chico llamado Máximo se mira en el espejo. La imagen reflejada, sin embargo, es la de Luz, la chica en la que se transforma durante unos días. Y no será fácil ser Luz, como nos cuenta Santiago García-Clairac, autor del cuento ‘Metamorfosis’.
Porque cada una de esas ilustraciones lleva aparejado un relato. 20 relatos + 20 ilustraciones por la igualdad que conforman el libro juvenil ‘Como tú’, recientemente publicado por la editorial Anaya. Se trata de un proyecto ideado, coordinado e impulsado por esa bestia parda que es Fernando Marías, una de las más brillantes mentes pensantes con las que contamos en el espectro cultural español.
Así explica en el prólogo del libro el porqué de este trabajo: “La educación es la base de todas las cosas buenas y todas las cosas malas. Parece obvio, pero demasiadas veces se olvida. Una buena educación generará ecos positivos, de la misma manera que una educación descuidada, inadecuada o mala acabará antes o después por resultar nefasta. Lo demuestra la Historia y lo corrobora la vida cotidiana de nuestros días”.
Efectivamente, ‘Como tú. 20 relatos + 20 ilustraciones por la igualdad’ es un libro con contenido educativo y voluntad transformadora. Una colección de relatos e ilustraciones comprometidos con la igualdad y dirigidos a los lectores jóvenes. ¡Ahí es nada!
Continúa explicando Fernando Marías, sin paños calientes ni ambages: “La igualdad entre hombres y mujeres no existe en nuestra sociedad actual. Esa carencia inaceptable, de cuya realidad estamos convencidos, reclama soluciones apremiantes que deben abordarse desde los primeros pasos de la educación de las personas jóvenes. La igualdad se conseguirá en las aulas o no se conseguirá”.
La apuesta por Fernando Marías en este campo resulta encomiable. Hace dos años, el festival Granada Noir estrenó otro de sus proyectos: “Hnegra”, partiendo de un mismo formato, aunque dirigido al público adulto. Veintidós relatos y otras tantas ilustraciones escritos por diferentes autoras y con una sola premisa: un relato corto protagonizado por una mujer inmersa en una atmósfera negra y criminal que podía ser asesina o víctima, heroína o malvada, pero no agente de policía ni representante del aparato de justicia. Un proyecto que llevó aparejado un largo ciclo de películas, en AulaCine CajaGranada, con la colaboración de Cervezas Alhambra.
La combinación de disciplinas artísticas tan diferentes como complementarias hace que el proyecto ‘Como tú. 20 relatos + 20 ilustraciones por la igualdad’ tenga el potencial de llegar a más público, al resultar atractivo e interesante al lector.
Destaca en la publicación de Anaya, también, la variedad estilística y temática de los veinte relatos, algunos de ellos escritos por reconocidas personalidades del mundo de la narrativa juvenil. O por toda una ganadora del Premio de la Crítica de Poesía como Raquel Lanseros, cuyo ‘Origen’, ilustrado por su tocaya Raquel Lagartos, es un prodigio de sensibilidad y empatía hacia los Otros.
’Como tú. 20 relatos + 20 ilustraciones por la igualdad’ también incluye historias que, a modo de fábula, transcurren en África, como en la propuesta de Ricardo Gómez, con ilustración de Alba Marina. Un originalísimo hilo de twitter es el relato de ‘Igual que tú, tiemblo’, de Ledicia Costas e interpretación gráfica de Nuria Díaz. Un hilo de twitter que incluye a sus trolls y a sus haters, como no podía ser de otra manera. La imagen de una chica atrapada en la pantalla rajada de un móvil es una inquietante forma de mostrar el daño que puede provocar el bullying a través de las redes sociales.
Y está el que es, para mí, el relato más emocionante de todos: ‘La libertad de Penélope’ de Antonio Lozano e ilustración de Anu Jato. Fue lo último que escribió Antonio, nuestro Antonio, antes de fallecer. Se trata de una delicada pieza de orfebrería literaria en la que reinterpreta el mito de Penélope, la eterna tejedora y destejedora del sudario del rey Laertes. Una Penélope que se rebela a su destino, siempre esperando la vuelta de su esposo, Odiseo.
El miércoles hicimos un homenaje a Antonio Lozano en la Feria del Libro. Hablamos de su pasión por África y por los viajes. De su Tánger natal. De su activismo cultural y social. De su compromiso con la causa de los más débiles. De su sensibilidad con la inmigración. Y, por supuesto, de esta Penélope, liberada del peso de la historia.