Diarios de baloncesto

Mucho estamos hablando estos días de política, literatura y música. De los candidatos a las municipales, de la explosiva re-vuelta de 091 en el En Órbita y de las charlas y presentaciones de la Feria del Libro. Pero en mitad de esta vorágine, el baloncesto contribuye a anclarme y sujetarme a una realidad paralela: la deportiva.

Escribo estas líneas con un ojo puesto en lo que ocurre en Palma, donde el CB Granada-Covirán está disputando el segundo partido de los Play Offs de ascenso a ACB y, aunque me apetece ver dos partidos más de nuestro equipo, para mí, la temporada ya está doblemente acabada.

Acabó cuando el equipo certificó su permanencia matemática en la LEB Oro, auténtico objetivo del año, y volvió a terminar cuando le ganamos al Trapa y nos clasificamos para esta ronda final. Insisto: me apetece disfrutar un poco más del juego de los Devin, Sergio, Carlos, Carlinhos, Guille, Josep y los demás. Me gustaría que eliminen al Palma y que jueguen la Final Four. Y ya. Pensar en la ACB, hoy por hoy, es quimérico.

Los nuestros, por arrestos, talento y capacidad, le pueden ganar a cualquiera, pero ni el club ni la ciudad están en condiciones de afrontar un reto… en absoluto ilusionante: la ACB es un coto privado para ricos en la que media docena de equipos quedan invariablemente arriba mientras que el resto están condenados a vagar por la parte baja de la clasificación.

Es tiempo de consolidarnos en la LEB Oro, de felicitar a los chavales que tan majestuosa temporada han hecho y de hacerle un monumento a Pablo Pin, que menudo partido ha sacado de una plantilla sin grandes superestrellas en la que, sin embargo, cada pieza es imprescindible. Lo vimos con las lesiones.  ¡Cómo me acordé de Pin al ver la proeza de los Warriors, ganándole a Houston tras las lesiones de Cousins y Durant, con el entrenador Kerr sacándole todo el rendimiento a hombres de banquillo que apenas estaban jugando!

Noches en vela y madrugones intempestivos para ver la NBA. Tardes de gloria deparadas por un Covirán que vuelve a casa con la serie empatada a uno. Dos partidos extra para gritar eso de “¡Vamos Granada!”

Jesús Lens

Despeñados por el tobogán

Sabía que iba a ser un ejercicio fútil, pero lo primero que hice ayer por la mañana, antes de escribir esta columna, fue googlear ‘Estepona dimisiones’ y todas sus variantes, en un vano intento por confirmar que los responsables del despropósito del tobagán se habían ido con viento fresco a sus casas. Pero no. Por supuesto que no.

A estas alturas, doy por sentado que ustedes habrán visto las imágenes de los vecinos de Estepona lanzándose por el pomposamente llamado ‘tobogán urbano más grande de Europa’ y, al final del recorrido, estampándose contra el suelo, embistiéndose unos a otros y terminando con los brazos desollados.

Puede parecer fácil o ventajista poner a parir, ahora, la inutilidad del invento, vendido como una inmejorable fórmula para ahorrarse algunos minutos preciosos en el descenso de unas calles de pendiente pronunciada y que los vecinos ganen tiempo en sus desplazamientos. Pero es que lo del tobogán de Estepona me parece la metáfora perfecta, el ejemplo mejor acabado de la imbecilidad supina que gobierna nuestras vidas.

Tratando de evitar caídas en el puente de Calatrava

Hay que terminar con esto. No puede ser que el alcalde o el concejal de turno de cualquiera de nuestros pueblos o ciudades se levante una mañana con una ocurrencia y acabe convertida en el tobogán de Estepona. Igual que no puede ser que las diferentes corporaciones locales se dediquen a deshacer lo que hicieron las anteriores por una cuestión de gustos, disgustos, filias o fobias.

Los políticos tienen que entender que son gestores. GES-TO-RES. Que están al servicio de la comunidad. Que se acabaron los tiempos de cesarismo visionario e inútiles calatravismos desproporcionados. Los ciudadanos necesitamos planes de ciudad serios, creíbles, sostenibles y trazados a largo plazo.

Planes que nazcan de las necesidades de cada localidad, que sean diseñados por técnicos y profesionales de la sociedad civil y consensuados entre los partidos políticos. Planes que, después, tienen que ser ejecutados e implementados milimétricamente por las corporaciones municipales de turno, sin estar al albur de los caprichos de unos, los gustos de los otros o las ocurrencias de los de más allá.

En los próximos quince días, cuando escuchen ustedes las promesas electorales de sus candidatos, échenle una pensada: ¿acabará siendo un tobogán de Estepona?

Jesús Lens

Hoy sábado, nadie en casa

Este sábado no va a haber nadie en casa, que no vamos a caber en las calles. En días como hoy, uno siente orgullo de vivir en Granada. Y pesar, también. Hoy, ni siquiera ser Géminis y mi supuesto superpoder para desdoblarme me permitirá llegar a todos los lugares en que me gustaría estar.

A las 13 horas, con Víctor Amela en la Feria del Libro. Foto Alfredo Aguilar

Para los amantes de la literatura, la escisión esquizoide comenzó ayer, cuando nos debatíamos entre la inauguración de la Feria del Libro y la clausura del Festival de Poesía, coincidentes en horario y una prueba más de lo imprescindible que es la coordinación de una agenda cultural institucional que impida estos sinsentidos.

Pero es que hoy sábado, entre otras propuestas y convocatorias de primer nivel, tenemos un programa de la Feria del Libro que quita el hipo, el fútbol femenino en Los Cármenes, las jornadas de puertas abiertas de la Base de Armilla, festival aéreo incluido; y el majestuoso En Órbita, con la vuelta de 091. Esperemos que toque en primicia alguno de los nuevos temas que están grabando.

A las 20 horas, Fernando Marías

Cantaban Machín primero y El Cigala después, acompañado por Bebo Valdés, aquello de cómo se puede querer a dos mujeres a la vez y no estar loco. Hoy sábado, en Granada… ¡se desencadena la locura! Personalmente, estaré con mi querido Víctor Amela a las 13 horas, en la Caseta de Firmas de la Feria del Libro, con su ‘Yo pude salvar a Lorca’. Espero echar unas cañas con él y con otro enorme lorquiano, Fernando Marías.

Por la tarde, me temo que me voy a perder las presentaciones de la reedición del Detective del Zaidín, con Alfonso Salazar y Alejandro Pedregosa. Y la conversación con Nuccio Ordine a propósito de su libro ‘La utilidad de lo inútil’, que viene de la mano de la Fundación Tres Culturas. O la actividad de Fernando Marías y Gabriel Hernández Walta en torno a ‘Como tú. 20 relatos + 20 ilustraciones por la igualdad’, un libro juvenil del que tenemos que hablar.

Lo leo y se me caen lagrimones de tinta al fracasar una y otra vez en las pruebas de bilocación en que estoy empeñado. Porque esta tarde no me pierdo En Órbita, uno de los grandes festivales musicales del año, en España. ¿Y ustedes, por dónde andarán?

Jesús Lens

 

Pegada de carteles

Es posible que esté afectado por el desenlace de ‘Juego de Tronos’, pero ha sido escuchar lo de la pegada de carteles y pensar en ‘La batalla de los candidatos’, batiéndose en singular combate, armados con tubos de cartón y atizándose al modo de los cabezudos de la Tarasca.

Oficialmente comienza una campaña electoral que, en Granada capital y de facto, viene desarrollándose desde hace tres años, cuando Torres Hurtado era detenido por la policía y el PSOE accedía a la alcaldía a través de una improbable, pero a la postre suficiente minoría absoluta. Tres años en los que, más que gobernar nuestra ciudad, los concejales de los diferentes partidos se han dedicado a posicionarse de cara a la contienda del próximo domingo 26M. Tres años en los que los unos y los otros han acumulado suficientes deméritos como para hacerse acreedores de un suspenso general.

Coincide la pegada de carteles con el anuncio del juicio del ‘Caso Serrallo’ que sentará en el banquillo a un buen número de concejales del gobierno de Torres Hurtado que, tras su forzada dimisión, siguieron ocupando su asiento en Plaza del Carmen. ¡Qué extraña sensación, ver con un ojo a los candidatos en la cartelería y, con el otro, a los concejales en el banquillo! ¿Casualidades del destino?

18 candidaturas en liza. 27 actas de concejal. Estos días voy hablando con los representantes de los partidos a los que me encuentro más o menos casualmente. Y las cuentas que se hacen, no me salen. Entiendo que tienen que ser optimistas y, aunque dicen huir del triunfalismo, manejan cifras de concejales difícilmente asumibles.

Un concepto: los restos. En pocas elecciones, los restos van a ser tan importantes. Los restos… y la resta de votos de las candidaturas más pequeñas a las más grandes.

Otro concepto: la antipatía. Por decirlo suavemente. Antipatías personales entre candidatos que, en algunos casos, se asemejan al odio. Un odio entre lo cainita y lo cerval.

El tercer concepto: los pactos, llamados de caballeros. Para otros, de trileros. Los pactos que ya puedan haber hecho unos cabezas de lista con otros, basados precisamente en las antipatías y odios antedichas. ¡Lo que nos queda por ver, leer y escuchar estas dos semanas!

Jesús Lens

El botellódromo reconvertido

Políticamente hablando, Francisco Cuenca ha estado hábil, fino y atinado con la gestión de los tiempos en torno al antiguo botellódromo.

Una de las primeras medidas adoptadas por el PSOE al desembarcar en la zona noble de la Plaza del Carmen fue cerrar el botellódromo, ese engendro diseñado por el PP de Torres Hurtado para que los jóvenes tuvieran un espacio acotado donde beber hasta hartarse, todos los fines de semana y fiestas guardar.

El fin último, primero y único del botellódromo era conducir a los jóvenes a un recinto en el que la única actividad posible era beber. Beber sin límite ni mesura. Beber hasta reventar. ‘Había un problema -de ruido- y lo hemos solucionado’, era la filosofía del botellódromo. ¿Para qué molestarse en buscar alternativas de ocio para la juventud? Lo fácil era habilitar un espacio en que incordiaran al menor número de vecinos posible y mirar para otro lado.

En el verano de 2016, el gobierno de Paco Cuenca le echó el candado al botellódromo. Rápidamente surgieron voces criticando la medida y advirtiendo del infierno de microbotellones al que se enfrentaría Granada dado que a nuestros jóvenes, para pasarlo bien, solo les gusta beber, beber y beber. En las calles, para más inri.

A lo largo de estos tres años ha habido quejas y denuncias por el ruido provocado por botellones aislados, por supuesto. Pero ni de lejos se ha producido aquella hecatombe anunciada por los agoreros que advertían sobre una ciudad anegada por torrentes de pises y vómitos.

Tres años después de clausurado el botellódromo, el espacio reabre sus puertas convertido en la plaza Ciudad Europea del Deporte, bien dotado de porterías, canastas y elementos para la práctica de calistenia. ¡Qué imagen tan simbólica, abrir un mandato cerrando el botellódromo y cerrarlo abriendo un espacio de ocio deportivo, sano y natural!

La pregunta es: ¿por qué tres años de espera? Tres años repletos de promesas, propuestas y planes alternativos. Que bien está lo que bien acaba, pero ¿no se podría haber hecho antes?

El PSOE ha trabajado por fijar la imagen de una ciudad volcada con la cultura, la ciencia y el deporte. El reto es que, más allá de las etiquetas, Granada se consolide como tal.

Jesús Lens