Granada Central

A lo largo de los últimos meses, igual que todos llevamos dentro a un seleccionador de fútbol y a un presidente del gobierno —investido, desvestido o por embestir— hemos albergado en nuestro interior a un experto en tráfico y polución con las ideas muy claras sobre Madrid Central.

Sabemos más de Madrid Central que de los mismísimos centrales del Madrid. Y eso es mucho saber. ¿Qué tal si trasladamos el terreno de juego a Granada? Porque las últimas noticias sobre contaminación atmosférica en la capital han pasado de preocupantes a alarmantes, con severas admoniciones del Ministerio de Transición Ecológicas incluidas.

Al nuevo gobierno municipal le corresponde tomar medidas de urgencia para tratar de paliar la situación. Y, como suele ocurrir, medidas urgentes es sinónimo de medidas dolorosas, impopulares, incómodas y, seguramente, caras.

¿Será necesario arbitrar una Granada Central? ¿Cómo será acogida por la ciudadanía, sin que haya una Manuela Carmena a favor o en contra de la que posicionarse? Porque miren que hemos dedicado tiempo y esfuerzo a debatir sobre Madrid Central en toda España…

Que Granada sea la tercera ciudad española con peor calidad de aire, teniendo en cuenta su secular falta de fábricas e industria, resulta particularmente doloroso. Y paradójico. Toca estudiar y analizar las causas que provocan la boina de contaminación de nos aplasta y, sobre todo, hay que hacerse a la idea de que, para mejorar el aire que respiramos, tendremos que poner de nuestra parte, además de debatir y filosofar en la barra del bar.

¿Cuánta de la gente que destaca las bondades de utilizar bicis, patinetes y piernas para moverse por la ciudad lo hace realmente? ¿Y el transporte público? A veces me tengo que morder la lengua cuando escucho a según qué personas hablar de coger el autobús. ¡Ellos, que su último bonobús lo pagaron en pesetas! Eso sí: la Rober tendrá que reciclar su flota de autobuses.

Y, de fondo, algo en lo que todos pensamos: cerrar el Centro al tráfico privado. Más pronto o más tarde, terminará sucediendo. ¡Y lo que tendremos que escuchar!

Jesús Lens

Bruna Husky: detective & replicante

También me dijo un arriero / que no hay que llegar primero / pero hay que saber llegar’. Así reza la clásica canción mexicana en una de sus estrofas, antes y después de animarnos a rodar y rodar.

Sirva la referencia musical como excusa lírica para tratar de justificar algo que no tiene mucha justificación: haber tardado tanto tiempo en leer ‘Lágrimas en la lluvia’, de Rosa Montero. Publicada por Seix Barral y subtitulada como ‘El futuro en tus manos’, es la primera entrega de la saga protagonizada por Bruna Husky, la detective más original y singular de la historia de la literatura española.

Me lo decía Charo González Herrera, una de las mejores lectoras negrocriminales que conozco: “le tenía una reticencia tremenda y luego me encantó”. ¡Justo eso! Recuerdo que, al escuchar las primeras entrevistas con Rosa Montero sobre su novela, tuve mis dudas. ¿Un remedo de ‘Blade Runner’ en el Madrid del futuro, protagonizado por una replicante que trabaja como detective privado? Demasiado. Excesivo. Improbable. Y la dejé pasar.

Después llegaron ‘El peso del corazón’ y ‘Los tiempos del odio’. Y seguí sin prestarle demasiada atención a la saga de Bruna Husky. Hasta que nos dio la locura del Gravite y organizamos un festival sobre viajes en el tiempo. Empecé a prestarle más atención, tiempo y cariño a la ciencia ficción.

Hace unas semanas, en Cádiz, entré en una librería. Y allí estaba. Sólo había un ejemplar del libro, pero el oso polar que presidía su portada me llamó desde la estantería, a modo de canto de sirena literario. No me até a mástil alguno. Tampoco me resistí. Ni siquiera miré qué lugar ocupaba aquel volumen dentro de la trilogía. Me lo llevé puesto. Y quiso la casualidad que fuera el primero de los tres títulos que conforman la trilogía de Bruna Husky. Hasta la fecha.

“En 2053 la empresa brasileña de bioingeniería Vitae desarrolló un organismo a partir de células madre, madurado en laboratorio de forma acelerada y prácticamente idéntico al ser humano. Salió al mercado con el nombre de Homolab, pero muy pronto fue conocido como replicante, un término sacado de una antigua película futurista muy popular en el siglo XX”.

El parecido argumental con ‘Blade Runner’ termina ahí, aunque el sustrato filosófico es compartido, como después veremos. Porque en ‘Lágrimas en la lluvia’ se cuenta la investigación emprendida por la detective privado Bruna Husky en el Madrid de 2109. ¿Por qué hay replicantes que enloquecen súbitamente y, antes de suicidarse, matan a otros replicantes? La asociación que representa los intereses de los Homolabs en los Estados Unidos de la Tierra encarga a Bruna que desentrañe el misterio, dado que esas súbitas explosiones de violencia están provocando miedo entre los humanos. Y el miedo es un arma muy poderosa, como cierto partido especista y supremacista no tardará en demostrar.

Como siempre ocurre en los mejores relatos de ciencia ficción, los universos imaginarios del futuro nos hablan de problemas y situaciones del aquí y el ahora. El miedo a quienes son diferentes. El racismo y la xenofobia, por ejemplo. En su investigación, Bruna contará con una serie de aliados que, sin embargo, resultan altamente sospechosos. ¿De quién fiarse? ¿En quien creer? Por un lado, un policía. Y ya se sabe que los pies planos y los huelebraguetas nunca se han llevado particularmente bien: aunque se encuentren en el año 2109, hay cosas que nunca cambian.

Por otro, un memorialista, personaje que nos sirve para enlazar con la parte filosófica de la excelente novela de Rosa Montero y sus conexiones con los clásicos de Philip K. Dick y Ridley Scott. Hagamos memoria. ¿Se acuerdan de qué adolecían los replicantes? Sí. Justo eso. De memoria. A fin de cuentas, eran máquinas creadas en serie.

 

Para que fueran lo más parecidos posibles a los humanos, a los replicantes se les implantaban recuerdos. Se les construían biografías ficticias que, aunque fueran falsas, tenían que ser creíbles. De ahí que el trabajo de los memorialistas fuera tan importante. Y de ahí que existan redes de tráfico de memorias pirata, de calidad discutible.

También está el tema de la fugacidad de la vida, por supuesto. Porque los replicantes están condenados a morir pronto. Demasiado pronto. Y con ello volvemos al desenlace de ‘Blade Runner’ y al célebre monólogo de Roy sobre Orión, la puerta de Tannhäusser y los momentos que se perderán como lágrimas en la lluvia; homenajeados por Rosa Montero en el precioso, poético y evocador título de la novela.

‘Lágrimas en la lluvia’ es una novela negra futurista con muchas y diferentes lecturas y con diversos hilos narrativos que gustará a los amantes de la ciencia ficción en general y a los aficionados a ‘Blade Runner’ en particular. Y que, como novela policíaca, funciona a la perfección. Tanto por la trama, magníficamente urdida, como por los personajes, perfectos en sus papeles. Les dejo. Salgo disparado a la librería, en busca de las dos siguientes novelas protagonizadas por Husky.

Jesús Lens

Si la cosa funciona

Una muy buena noticia: Granada crece en exportaciones en un porcentaje importante —un 16,6% más que el año pasado— y muy por encima de las medias andaluza y española. Los datos los proporciona Extenda, la Agencia Andaluza de Promoción Exterior, que es de lo que yo quiero hablar hoy, al margen de congratularnos por esos buenos datos económicos.

Situémonos en el tiempo. Negociaciones posteriores a las elecciones andaluzas. Un mantra recorre las calles: desmontar la administración paralela de la Junta de Andalucía. ¿Se acuerdan? Un día iban a cerrar Canal Sur, al día siguiente se cargaban el Consejo Consultivo y un poco después era el Audiovisual el que chapaba.

En mitad de aquel maremágnum, un buen amigo del PP y muy del PP me decía que aquello se les estaba yendo de las manos. Que había ejemplos, como el de Extenda, que eran modélicos, que hacían un trabajo excelente y que sería una irresponsabilidad cerrarla. Al final, no ha sido para tanto. De hecho, no ha sido para nada, más allá de algún cambio cosmético. Se han renovado cargos en la tele pública, los diferentes Consejos continúan con su andadura y aquí paz y después gloria.

Entro en la web de Extenda y leo: ‘a través de nuestros servicios, ofrecemos una auténtica ‘hoja de ruta’ de apoyo a la internacionalización en materia de Información, Formación, Promoción, Consultoría y Financiación. Un catálogo de servicios a la medida de las empresas andaluzas, independientemente de su tamaño, sector o procedencia, que da respuesta a las necesidades que encuentran a lo largo de su proceso de internacionalización’.

A la vista de los datos señalados al principio de esta columna, la cosa parece funcionar y Extenda se confirma como una agencia profesional que sabe lo que se trae entre manos. Ante este panorama, podemos concluir con dos referencias cinematográficas. Si la cosa funciona, ¿para qué cambiarla?, dirían Larry David y Woody Allen. Otros, más pesimistas, se agarrarían al que todo cambie para que todo siga igual, de ‘El Gatopardo’ de Lampedusa y Visconti.

Jesús Lens

El juez maltratador

Lo primero que se ha sabido es que lleva tiempo de baja laboral, aunque no sabemos la causa. Las fuentes gubernamentales insisten en lo de la baja para tranquilizar a la ciudadanía, no vaya a sospechar de todo togado que le toque en suerte en los juzgados granadinos.

A estas alturas ya lo habrán leído/visto/oído: ‘Detenido un juez de Granada por presunta violencia de género contra su mujer y atentado a la Guardia Civil’. Es duro. Muy duro. Constituye buena prueba del arduo camino que nos queda por recorrer contra la violencia machista, que en los últimos días ha habido dos nuevos asesinatos de mujeres a manos de sus parejas, hombres.

No me quito de la cabeza la otra historia que ha copado la actualidad informativa de estos días: la prohibición de volar a una chica por la sencilla razón de que vestía un body. Entre las reacciones que se han podido leer en las redes hay una que me resulta aterradora: ‘que se hubiera tapado’.

Vivimos en tiempos extraños en los que deberíamos tener claras algunas cosas, aunque no resulte fácil: la necesidad de blindar el imperio de la ley y de combatir el machismo secular que impregna la sociedad en que vivimos.

Ojito a VOX que quiere derogar la Ley contra la Violencia de Género

Recuerdo hace unos meses a un muchacho al que, tomando café, le cayó una gota en un pantalón inmaculadamente blanco. El chaval, teñido de rubio platino y con más piercings en la cara que tornillos hay en una ferretería, pidió uno de esos sprays quitamanchas. Cuando la camarera se lo acercó, el joven preguntó a voz en grito: “¿Y esto cómo va? Que no soy una mujer para saber utilizar un quitamanchas…” Sus amigos y amigas rieron a mandíbula batiente y, de hecho, fue una de ellas quien hizo el trabajo sucio.

O aquel taxista, también joven, del que les hablé hace unos meses. Hombre joven soltando bilis, echando espumarajos por la boca al hablar de unas mujeres que se manifestaban por la causa del feminismo. ¡Lo que nos queda por educar, trabajar, formar y luchar!

Jesús Lens

Esto también es Europa

El año pasado, tras una caminata por las lagunas de El Padul y un paseo por el pueblo, tuvimos la oportunidad de degustar diferentes productos de la comarca. Entre ellos, una espectacular mermelada de pimientos rojos, servida sobre un queso cremoso. Era de una empresa de la localidad, La Pauleña, y desde entonces no me he cansado de recomendarla.

Me hizo especial ilusión encontrar a la citada empresa en este reportaje que Vanessa Sánchez le ha dedicado a un grupo de personas a quienes Europa les cambió la vida, al proporcionarles financiación para la puesta en marcha de negocios y actividades productivas que les han permitido quedarse en casa y no tener que emigrar.

En nuestro subconsciente colectivo, Europa es sinónimo de fría y cansina burocracia, del euro que nos ha encarecido la vida, los inasibles fondos Feder y el rigorismo calvinista en las cuentas públicas. También es sinónimo del Erasmus, ojo, uno de los grandes vehículos vertebradores de una identidad europea puesta en jaque por los nacionalismos.

Europa también es La Pauleña, un proyecto cuya génesis está en un trabajo de final de grado de un ciclo de FP. Javier Álvarez, durante lo más duro de la crisis, sacó aquel proyecto del cajón en que dormía el sueño de los justos y lo presentó a través del grupo de desarrollo rural de la comarca de El Padul que gestiona fondos europeos para promover el emprendimiento en zonas rurales. Y hasta ahora. De una primera ‘cosecha’ de 3.000 botes de mermelada a las 70.000 que produce actualmente.

No es fácil obtener financiación europea. Se lo digo por experiencia propia. Es cierto que hay diferentes líneas y ayudas al emprendimiento, pero la exigencia, los requisitos y el control son tantos y tan exhaustivos —afortunadamente, dicho sea de paso— que es necesario un denodado trabajo para aspirar a conseguirlos. De ahí que haya personas y empresas especializadas en gestionar y tramitar los proyectos con mejores posibilidades. De esta manera, la Unión muestra su lado más práctico y humano, contribuyendo a generar riqueza y empleo.

Jesús Lens