Los españoles somos muy proclives a la experimentación, según los resultados de un estudio impulsado por la Fundación BBVA recién publicados. A la experimentación y a dejar de lado la ética a la hora de afrontar el desarrollo científico. De hecho, los españoles estamos muy por delante de franceses y alemanes, bastante más cautelosos en estas espinosas cuestiones.
Todo lo que no conocemos nos da miedo. Históricamente ha sido así. Desde el abismo al que caerían los barcos que se asomaran a lo más ignoto de los océanos a las herejías, quemas de brujas y torturas de la Inquisición.
España está a la vanguardia internacional en donación de órganos, por ejemplo, un tema que sigue despertando recelos en comunidades religiosas tradicionalistas y trasnochadas, lo que lastra su desarrollo en países como Israel, favoreciendo el detestable tráfico ilegal, tal y como denunciaba nuestro querido y llorado Antonio Lozano en su novela póstuma: ‘El desfile de los malditos’.
La pregunta de si la ética debe poner límites a la investigación científica es compleja. A priori, ¿qué debería tener de malo? El problema es determinar qué es la ética, la moral, el bien y el mal. ¿Quién determina qué es ético y qué no? ¿Dónde situar los límites? Por ejemplo, la clonación. Una cosa es clonar animales y otra, humanos.
O la cuestión de los implantes cerebrales: para luchar contra enfermedades degenerativas tendrían una aceptación muy amplia. Para evitar reacciones violentas o mejorar las capacidades mentales, sin embargo, no tanto.
Acabo de terminar de leer la última entrega de la trilogía de Bruna Husky, de Rosa Montero, ganadora del II Premio Viajera en el Tiempo del festival Gravite. El viernes 31 la tendremos en el Teatrillo del Alhambra Palace, en conversación con Francisco Herrera, catedrático de la UGR especializado en inteligencia artificial, gracias al patrocinio de Bankia.
Ardo por escucharles hablar de esta cuestión, tan bien tratada por la escritora en sus novelas: el desarrollo científico confrontado a los límites de la ética. La vieja disquisición de la máquina contra el hombre. ¿O empieza a ser al contrario, con la humanidad cada vez reacia al desarrollo de la inteligencia artificial y la tiranía de los algoritmos?
Jesús Lens