Madrid premiado en Barcelona

Juan Madrid, uno de los nuestros, escritor afincado en Salobreña desde hace lustros, recibió ayer el premio Pepe Carvalho otorgado por BCNegra, uno de los galardones más importantes del mundo de las letras negro-criminales.

El festival dirigido por Carlos Zanón se ha convertido en el gran referente cultural del género negro en España. La pléyade de autores de todo el mundo que concita cada año es apabullante y las editoriales y los sellos especializados se reservan sus mejores lanzamientos para hacerlos coincidir con estas fechas.

Juan Madrid se suma a una lista de premiados con el Pepe Carvalho que sería capaz de provocar un coronavirus fulminante. Baste citar a Mankell, Lehane, Ellroy, Connelly, Rankin, González Ledesma, Donna León, Giménez Bartlett o Claudia Piñeiro. Una lista irreprochable a la que se suma, por derecho propio, uno de padres del género negro en España, un maestro de maestros que sigue felizmente en activo, recuperado del ictus que sufrió hace un par de años.

Porque Juan Madrid está trabajando en un nueva novela. Negra, por supuesto. La trama no puede ser más actual: las cloacas del estado y el ‘trabajo’ subterráneo de según qué ‘fontaneros’. Sobre este tema, Juan Madrid tiene fuentes de lo más fiable, no en vano ha sido periodista de raza desde tiempos inmemoriales.

Sus dos últimas novelas, ‘Los hombres mojados no temen la lluvia’ y ‘Perros que duermen’, son polifónicas y polisémicas ya desde sus abigarrados títulos, cargados de poesía, dobles sentidos y variadas resonancias. Además, se están reeditando sus novelas protagonizadas por Toni Romano, uno de los personajes fundacionales de la novela negra española.

Para conocer la Transición española más allá de los discursos hagiográficos y las furibundas críticas interesadas, hay que leer a Juan Madrid. Y escucharle, siempre que puedan.

Además de ser el I Premio Granada Noir, es uno de los autores que más han participado en el festival granadino. Y como activista cultural, ya está trabajando en el programa de una nueva edición de la Muestra de Cine Negro y Social de Salobreña, que se celebrará la próxima primavera. Genio y figura. ¡Enhorabuena, maestro!

Jesús Lens

Un hospital como medida

Uno de los efectos colaterales del coronavirus ha sido la incorporación de una nueva medida de tiempo a nuestro lenguaje cotidiano: la marcada por la construcción del hospital de Huoshanshen en Wuhan.

La promesa era levantarlo en diez días. Ayer, antes de escribir estas líneas, busqué información sobre el particular, que el anuncio de la proeza arquitectónica se hizo el 24 de enero. Un time lapse en la web de la BBC me confirmó que sí. Que ya estaba funcionando. Que el lunes 3 de enero, los primeros enfermos de coronavirus traspasaban las puertas de un hospital edificado en tiempo récord en un solar vacío.

Desde este 2020, en nuestras vidas hay una nueva unidad de tiempo que los columnistas de prensa utilizaremos generosamente a la hora de criticar la lentitud en la toma de decisiones y ejecución de proyectos de nuestros gobernantes. Por ejemplo, lo de la presa de Rules.

¡Qué gran guion habrían escrito Berlanga y el llorado José Luis Cuerda con esta historia! ¿Se imaginan? Una comisión interministerial para celebrar el 20 aniversario de la infraestructura más inútil de la historia: un pantano sin canalizaciones que permitan usar el agua que atesora, convertida en la piscina más grande de Europa, para solaz y deleite de los amantes del windsurf.

¿Qué diferencia hay entre diez días y veinte años? Estos chinos es que son muy ansiosos. ¡Con lo que mola el movimiento slow en que viven nuestros políticos! La vida lenta, pausada y relajada.

En Rusia, diez días sacudieron al mundo. En China, diez días bastaron para levantar un hospital desde sus cimientos. Aquí, veinte años no son nada, plazo insuficiente para construir las canalizaciones de un pantano y llevar su agua a la Costa Tropical, que se muere de sed.

Igual que los campos de fútbol se han convertido en unidad de medida de espacio, verbigracia, para cuantificar el terreno devastado por los incendios forestales; los diez días empleados en erigir el hospital de Huoshanshen constituyen una nueva unidad de medida de tiempo que nos viene pintiparada para ironizar sobre la incapacidad de gestión gubernamental de nuestros políticos, entre observatorios, comisiones, anteproyectos y preceptivos dictámenes dilatorios.

Jesús Lens

En un lugar solitario

Todos atesoramos recuerdos lectores y cinematográficos que, más allá de argumentos, personajes, tramas y desenlaces, se nos quedan grabados en la memoria de forma indeleble, sin saber por qué.

Me pasaba, por ejemplo, con el arranque de la película ‘En un lugar solitario’, un clásico del cine negro norteamericano dirigido en 1950 por Nicholas Ray e interpretado por Humphrey Bogart y Gloria Grahame.

Al abrir el plano y aparecer el título sobreimpresionado en pantalla, ‘In a lonely place’, una poderosa y recia voz en off lo traducía al castellano: “¡EN UN LUGAR SOLITARIO!” Aquella gente, a falta de respetar la versión original y limitarse a subtitularla en nuestro idioma, sabía cómo captar la atención del televidente.

De la película de Ray, recordaba que me había gustado. Mucho. Pero nada más. No guardaba en mi memoria nada sobre la trama. Ni una secuencia. Ni una acción. Casi que ni un sólo plano. Hasta que vi la portada del libro, publicado en España por Gatopardo ediciones en noviembre del año pasado, con traducción de Ramón de España. Un primer plano de Bogart al teléfono, ataviado con traje y pajarita. Al fondo, Grahame, en la puerta de una habitación, mirándole con una cara que no sabría cómo interpretar. Recordé que Bogart interpretaba a un escritor de guiones de películas metido en problemas en Hollywood… pero nada más, insisto.

Marta Marne, una de las mejores críticas de novela negra y de cuyo criterio siempre hay que fiarse, me recomendó vivamente la lectura de la novela de Dorothy B. Hughes. Esto escribía sobre ella: “Aquellos que aún creen que en los albores del género negro las únicas historias que una escritora tenía capacidad de contar eran aquellas ambientadas en la campiña inglesa con protagonistas de la alta sociedad, deberían echarle un vistazo a esta novela”.

Efectivamente, durante los años 40 del pasado siglo, una autora nacida en Kansas en 1904, que había estudiado periodismo y sólo había publicado un libro de poemas en 1931, antes de casarse; empezó a despacharse con una serie de novelas policiacas de alto voltaje. En concreto, en 1947 vio la luz una historia negra como el carbón, un noir de tomo y lomo en el que aparecía nada más y nada menos que un serial killer. Décadas antes de que ese término fuera acuñado por los especialistas del FBI.

Y con esto no les desvelo nada —¡malditos spoilers!— dado que en la segunda página de la novela, Dorothy B. Hughes escribe lo siguiente: “Podría haberla atrapado fácilmente, pero no lo hizo. Era demasiado pronto. Mejor aguantar hasta haber superado la loma, en el tramo intermedio del camino, y luego acercarse a ella”.

Aunque está escrita en tercera persona, seguimos el desarrollo de los hechos a través de uno de los personajes principales: Dix Steele. Lo que él sepa y vea, sus interpretaciones de los hechos y las conversaciones que escuche o mantenga; serán lo que el lector conozca. Por ejemplo, la continuación del párrafo anterior: “Pegaría un gritito, o puede que sólo suspirara, cuando apareciese a su lado. Y entonces él le diría suavemente “Hola”. Nada más que “hola”, pero ella se asustaría aún más”.

¿Por qué odian tantos hombres a las mujeres? Es una constante a lo largo de la historia. Y no me digan que no lo sabíamos. Que ahí están Jack el Destripador, sin ir más lejos. O este Steele, un aviador que participó en la II Guerra Mundial y que, al volver a casa, no termina de ubicarse: vive de prestado en la casa de un amigo de Los Ángeles que está de viaje y va tirando gracias a la asignación mensual de un familiar de la Costa Este. Le descubrimos solo y desubicado, casi como si de un fantasma se tratara. Hasta que se encuentra con un viejo colega del ejército: Blurb. E igualmente importante: hasta que conoce a Laurel, una vecina.

Quiere la casualidad que Blurb sea inspector de homicidios. Y que forme parte del equipo que investiga la muerte sucesiva de varias chicas en el entorno del condado de LA. ¡Suerte para Dix! Porque, ustedes ya lo saben, Dix es el asesino. Y gracias a su cercanía a Blurb, recién casado con Sylvia, tendrá información de primera mano del desarrollo de la investigación.

Muy interesante el cambio de roles en la novela de Dorothy, con un Dix entregado a Laurel, desesperado cuando no le coge el teléfono y consumido por los celos cuando no va a dormir a casa. Y muy necesario el estudio del comportamiento casi piscopático de una persona celosa.

Así las cosas, entusiasmado por la lectura de un clásico de la literatura negra norteamericana que no conocía, me lancé a ver la película, que se encuentra en el catálogo de Filmin. Mi primer interés: saber qué papel interpretaba Bogart, si el de Dix o el Blurb. ¿Qué piensan ustedes? Lo dejo aquí. De momento. Si tienen curiosidad, vean la película después de leer la novela y, pronto, retomamos esta historia.

Jesús Lens

Escribir de viajes

Este año, la Candelaria ha hecho maravillosamente su viaje en el tiempo, arrancándonos de la oscuridad de los días grises, brumosos y nublados para iluminarnos con la luz del sol y el azul del cielo.

Cuando nos planteamos las mejores fechas para el festival Gravite, dado que queríamos hacerlo en temporada baja, pensamos que la fiesta de la Candelaria le daba todo el sentido, no en vano, coincide con el famoso Día de la Marmota que se encuentra en la base de ‘Atrapado en el tiempo’, una de nuestras películas de culto.

Días de sol y calor que, obviando por un instante la emergencia climática, nos animan a salir a las calles y a mí, personalmente, me provocan ese picorcillo en la planta de los pies que invita a ponernos en movimiento y a viajar. Hasta hace un par de años, viajar era sinónimo de irme lejos. Muy lejos. Cuanto más lejos, mejor. También me gustaba el viaje cercano, pero si podía, me iba a la otra punta del mundo. Gracias a la propuesta de IDEAL para los dos últimos meses de agosto, sin embargo, he aprendido a disfrutar mucho más del viaje doméstico, íntimo, reflexivo y soñador.

Esos dos ‘Veranos en Bermudas’ me han permitido el reencuentro con paisajes de Granada largamente olvidados y el descubrimiento de otros que, a mis (casi) cincuenta palos, todavía no conocía. ¡Y lo que te rondaré! Pero, sobre todo, me han permitido desarrollar dos herramientas creativas, dos instintos necesarios a la hora de escribir: afilar la mirada para ver más allá de lo aparente y buscar historias que contar.

El próximo sábado, a las 10 de la mañana, la Escuela de Escritura me ha invitado a impartir un taller de literatura de viajes en la Corrala de Santiago y aquí me tienen, dándole vueltas a qué es y cómo ha cambiado el género en pleno siglo XXI; a cómo escribir de viajes en los tiempos de Instagram.

Me gustan estas propuestas que, de vez en cuando, nos obligan a detenernos para reflexionar sobre lo que hacemos. A sistematizarlo más allá de la práctica diaria. A echarle una pensada, como popularmente se dice. Las conclusiones, a vuelta del fin de semana.

Jesús Lens

El discurso del Rey

Había que decirlo y lo ha dicho, alto claro. Que nuestros representantes políticos e institucionales no conviertan España en un país de unos contra otros, ya que debe ser un país un país de todos y para todos. Estoy de acuerdo y muy de acuerdo con dicha aseveración, pronunciada por Felipe VI en la apertura de las Cortes.

El Rey reclamó que la legislatura sirva para recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones y, además de desear suerte a Pedro Sánchez en su mandato —recordemos el célebre “ha sido rápido, el dolor viene después”— señaló a los legisladores que ha llegado la hora de la palabra, del argumento y de la razón. De guardarse el respeto recíproco que nos merecemos los españoles.

Hay un grupo de diputados a quienes todo ello les ha resbalado, ya que no estaban en el hemiciclo para escucharlo: los independentistas. Una pena, la verdad. Porque la sensatez del discurso del rey me parece imprescindible, aportando unas gotas de serenidad a este ambiente tan crispado que deberían ser más que bienvenidas.

Que el rey no les representa, dicen. ¡Cómo si a los andaluces nos representaran los insolidarios diputados nacionalistas catalanes que nos tildan de vagos impenitentes y de lastre para su economía, por ejemplo! Este es el sistema constitucional mayoritariamente votado por los españoles y del que dimana el ordenamiento jurídico por el que nos regimos. El que nos ha dado estabilidad y seguridad en los últimos cuarenta años. Que será mejorable, por supuesto, pero que a mí me da mucha más confianza que las iluminadas veleidades políticas de tanto listo que anda por ahí suelto. Y escapado.

Simpatizo mucho más con la contradicción intrínseca de los representantes de Unidas Podemos, cuyos ministros han aplaudido el discurso del rey, a pesar de ser mayoritariamente republicanos, mientras que sus diputados electos han permanecido con las manos en los bolsillos. Sin jalear las palabras del monarca, pero escuchándolas en respetuoso silencio. Como los diputados del PNV.

Respeto. Diálogo constructivo. Voluntad de mirar hacia delante. Recuperar el crédito en la clase política, ahora que es una de nuestras máximas preocupaciones. Verdades a recordar, las diga su porquero o el mismísimo Agamenón.

Jesús Lens