La imagen de la portada del XL Semanal representaba una esfera de color marrón surcada por hileras de personas en movimiento. Nada más verla supe que era de Genovés, uno de los pintores españoles con una obra más personal y reconocible. Hace unos años, en ARCO, disfruté acercándome a escasos centímetros de dos de sus cuadros, maravillado por cómo conseguía que unos ‘borrones’ de pintura apenas sugeridos en el lienzo, vistos desde lejos, parecieran personas.
Genovés conseguía con sus cuadros el efecto contrario a lo sugerido por Harry Lime en ‘El tercer hombre’: la distancia dotaba de humanidad y personalidad a la imagen esbozada en el cuadro.
En su último obra, inacabada, Genovés muestra a decenas de personas dando vueltas por el mundo. Para su hijo, el artista busca lecturas filosóficas y existencialistas, dado que siempre le damos vueltas a lo mismo. Superpuestas sobre un marrón esférico tan terráqueo y terrenal como lunar y marciano, esas tiras con personas en movimiento, por su condición nómada y emigrante, también se me asemejan a alambre de espino. Aunque esa impresión está condicionada por haber visto muchas obras de Juan Vida estos días.
Contrasta la perspectiva cilíndrica, el ojo de buey de la esfera terrestre, con el encefalograma plano de esa peste del siglo XXI que son los terraplanistas. El fin de semana se hizo viral el vídeo de una tatuadora granadina que pedía explicaciones sobre el imposible discurrir del Nilo en una tierra esférica. “Y no me vengáis con la mariconada de la gravedad porque para mí, la gravedad no existe”, remataba su maravillosa alocución. Y digo bien maravillosa porque, gracias a su éxito y al margen de los insultos y los mesamientos de cabello virtuales, aparecieron en la red multitud de vídeos científicos estupendos.
Me encantó, por ejemplo, uno de Carl Sagan sobre Eratóstenes en el que, con la ayuda de un simple palo —¡un palo, un palo!— demuestra científicamente que la tierra es esférica. Paradojas de la vida: ahora que llevamos en el bolsillo móviles de ultimísima generación con no se cuántos terabytes de capacidad, hay que volver a los básicos y demostrar empíricamente que la tierra es redonda y que las vacunas salvan vidas. (AQUÍ, mi opinión sobre la hez antivacunas)
Son las contradicciones del siglo XXI, denunciadas por Umberto Eco: “las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de imbéciles”. Será por eso que esas mismas redes se encargan de matarle una y otra vez, cíclicamente, dos o tres veces por año.
Jesús Lens