Hasta hace unas semanas, aunque parecen meses ya, estuve afincado en nuestra Costa Tropical disfrutando de las bondades, en ocasiones tiránicas, de las conexiones a internet y el teletrabajo. Días de mucho sol y viento, de nadar en las aguas abiertas del Mediterráneo y de caminar descalzo. Días de bermudas, sandalias y camisetas. El paraíso, o algo muy parecido. Con una salvedad: la ausencia de librerías.
¡Qué trabajo me cuesta pasar mucho tiempo alejado de las librerías! No me paso todo el día visitándolas, pero solo la posibilidad de hacerlo, ya me resulta reconfortante. A sensu contrario: no tenerlas accesibles me genera desasosiego. ¡Llámenme raro! Y no. El mega emporio que sirve libros a domicilio a una velocidad vertiginosa no me sirve. Ni por asomo.
Lo primero que hice al volver a Granada fue salir de librerías para quitarme el mono. ¡Y vaya si me lo quité! Que se lo digan a mi tarjeta de crédito… De ahí que la propuesta de la Feria del Libro de Granada para visitar librerías en compañía de algunos lectores me haya parecido muy interesante y no dudé en sumarme a la iniciativa. (Para apuntarse, es necesario inscribirse a través de este mail: semanadeloslibros@ferialibrogranada.es )
Leer es una actividad eminentemente solitaria. Y precisamente por eso, antes y después, demanda una colectivización. Invita a ello. Antes, el ecosistema básico de la lectura es la librería y la biblioteca. Pasear por los anaqueles, hojear y ojear los ejemplares —con las manos bien desinfectadas con gel hidroalcóholico— y hablar con los libreros. Un buen librero tiene que ser un prescriptor. De ahí que su presencia en las redes sociales cada vez sea más y mejor valorada, recomendando lecturas y escarbando entre el caudal semanal de novedades.
Y están, por supuesto, los clubes de lectura que, una vez leídos los libros, se reúnen para comentarlos. A mí me generan adicción. Más que las presentaciones, lo confieso, donde hay que andarse con pies de plomo para no desvelar la trama. Sintetizando: en los clubes de lectura no hay alerta de spoilers. Se entra a saco en los libros. Se desmenuza la trama y se destripa a los personajes. Se habla de continente y contenido. De estilo y de contexto.
Las reuniones de los clubes permiten hacer segundas y terceras lecturas de los libros y siempre hacen aflorar aspectos inéditos que se nos escapan en una lectura individual. Son una invitación a que la mente colmena nos enriquezca. Comienza una nueva temporada. ¡Vivan los libros!
Jesús Lens