¿No hay dos sin tres?

Lo bueno de la sabiduría popular es que sirve para un roto y para un descosido: el refranero español es tan rico, variado y voluble que siempre podemos echar mano de un dicho, refrán o chascarrillo para sustentar la tesis que se nos ocurra en cada momento.

Todavía estamos inmersos en la segunda ola de la pandemia —el sábado se contabilizaron 17 personas fallecidas solo en Granada— pero ya la damos por vencida, una vez que la curva salvaje empieza a mirar hacia abajo. Ya no nos engañamos, sin embargo, y al contrario que en verano, admitimos que una tercera ola no solo es posible, sino probable.

En Granada vuelve a abrir hoy el comercio, incluida la hostelería, en las mismas condiciones que rigen en el resto de Andalucía. La dureza de las medidas adoptadas el último mes, en contraste con la inacción de las semanas anteriores, ha dado su fruto. A costa, eso sí, de un nuevo parón en la actividad económica de nuestra provincia. ¿Habremos aprendido algo? Ojalá.

A la vista de las aglomeraciones producidas en Málaga y Madrid para disfrutar de las recién encendidas luces navideñas, sin embargo, debemos temernos nuevamente lo peor. Llega un momento en que ni Pedro Sánchez, Juanma Moreno o Luis Salvador pueden luchar contra la falta de luces de tantas y tantas personas. En Granada, afortunadamente, el Ayuntamiento no se ha sumado a esa desaforada carrera por ‘lucir’ la Navidad.

Que a la vuelta de enero estemos o no amenazados por la tercera ola depende de nuestra actitud en las próximas seis semanas. A estas alturas todos sabemos qué hay que hacer para minimizar el riesgo de contagios y deberíamos ser capaces de actuar en consecuencia, con independencia de los mandatos gubernamentales.

La cosa es sencilla: juntarse en espacios cerrados, mal ventilados y sin mascarilla durante más de quince minutos seguidos, es peligroso y arriesgado. Cuanto más pequeños los espacios y cuantas más personas reunidas; más riesgo. Es así de sencillo. Apelotonarse decenas de personas sin respetar la distancia interpersonal, aunque sea al aire libre, es igualmente desaconsejable. No hay causa que lo justifique.

Adelantemos las compras navideñas. Utilicemos la venta online y el reparto a domicilio de las tiendas y comercios de nuestro entorno. Aprovechemos las tecnologías de la comunicación para acercarnos a quienes queremos sin jugarnos la salud en el empeño. Y en 2021 nos desquitamos de tanta frialdad, distancia y separación.

Jesús Lens

Día del profesor, también hoy

Cecilia. Andrés. Cabrero. Sopeña. Hoy les quiero hablar de algunos de los maestros de mi vida. El pasado viernes se celebraba el Día del profesor, del maestro. Pensando que habría muchos artículos, columnas, entrevistas y reportajes sobre el particular, preferí dejar esta columna para más adelante, por no agobiar. Luego resultó que no fue para tanto y la celebración pasó sin pena ni gloria, así como de rondón. La resaca por la muerte de Maradona era muy fuerte y la Cosa sigue arreciando. Y arreando.

Cecilia, que sigue llevando clubes de lectura con su entusiasmo de siempre

 

Déjenme que les hable hoy de Cecilia, que acrecentó mi pasión por la literatura, tanto por la lectura como por la escritura. Espoleaba nuestra curiosidad animándonos a escribir trabajos sobre temas de actualidad. A debatir en clase de cuestiones como la tauromaquia o el deporte femenino, obligándonos a defender posturas con las que no estábamos de acuerdo para enseñarnos a reflexionar y buscar argumentos. Me inculcó la pasión por contar historias, además de imaginarlas. ¡Gracias, Cecilia!

Andrés, siempre predicando con el ejemplo

Aunque Andrés también me dio clase, su impronta la dejó fuera de las aulas. A través de su pasión por el deporte, enseñándonos a esquiar en Sierra Nevada. Muchos años después, cruzándome con él cuando corría, incansable, por el camino entre La Chucha y Calahonda. Y en las pruebas del Circuito de Fondo de Diputación. Mens sana y corpore sano. Ejemplaridad. Esfuerzo. Compromiso. ¡Gracias, Andrés!

La humanidad de las Humanidades

En la EGB, a los maestros les llamábamos por el nombre. Ella era la señorita Cecilia. Él, Don Andrés. Ahora soy consciente de lo sexista de aquella diferenciación. Entonces, era lo usual. En BUP, se imponían los apellidos. Cabrero, Ignacio, me enseñó Humanidades. Y me enseñó a amarlas a través del conocimiento y el descubrimiento. Como Cecilia, fue otro de los profesores que me espolearon para contar historias buscando puntos de vista diferentes, imaginativos y originales. Pensamiento lateral, le llaman ahora. En este periódico tenemos la suerte de contar con otro Cabrero, su hijo, fiel reflejo de aquel profesor de apariencia severa y generoso corazón. ¡Gracias, Ignacio!

Al conocimiento a través del humor

Otro Andrés, Sopeña, es prueba viviente, y riente, de que el humor no está reñido con la docencia, el estudio y la formación. Su huella también trascendió la estrecha dimensión de las aulas. Él me enseñó a mirar los cuadros, además de verlos, en unas jornadas auspiciadas por la CNT. A arañar la superficie de las películas del Oeste para encontrar la dura realidad que se esconde tras su aparente candidez. A pensar por mí mismo. ¡Gracias, Andrés!

Jesús Lens

Granada, sin rumbo

Tiene mandanga que lo diga el PSOE, pero razón no le falta. Hablando sobre ese Pacto por Granada que duerme el sueño de los justos en algún cajón del Ayuntamiento, fuentes socialistas señalan: “como todo lo que toca Luis Salvador, al final termina absolutamente en nada”.

Digo que tiene mandanga que sean ellos quienes denuncien esa nada final cuando, sin necesidad de esforzarme, me acuerdo de tres o cuatro promesas y/o declaraciones de intenciones que Paco Cuenca y los suyos dejaron morir de inanición por pura desidia, dejadez y abandono.

El caso es que el Pacto por Granada propuesto a instancias de Podemos-IU y suscrito por todas las fuerzas políticas locales, con la excepción de Vox, ni ha sido presentado ni tiene presupuesto, tal y como nos contaba ayer Pablo Rodríguez. (Leer AQUÍ). Y eso que incluía medidas para enfrentar la situación provocada por la Covid-19 que todos los grupos municipales, a excepción de Vox, consideraron necesarias y pertinentes en su momento.

Imagino que Luis Salvador, adalid del mantra ‘Granada es un destino seguro’, fió la recuperación de la economía a la vuelta de los estudiantes universitarios y de los turistas que invadieron la provincia en el puente del Pilar, olvidándose de los buenos propósitos firmados en julio.

El instigador de la idea, su cabeza pensante, el impulsor de una iniciativa que animaba a aparcar las diferencias ideológicas y políticas en pro de la ciudadanía fue Antonio Cambril. Por una vez pareció que el interés general iba a estar por encima de los particulares. Que nuestros munícipes iban a hacer política en vez de politiqueo. Que se iban a quitar las anteojeras y mostrar amplitud de miras. Al final, pollas, que diría un castizo.

Lo peor de todo es que estas situaciones ya no nos sorprenden. Que el gobierno municipal ni siquiera se haya dignado decir esta boca es mía sobre el particular contrasta con el carrusel de entrevistas concedidas por el alcalde a medios de comunicación nacionales estas semanas. Porque lo importante es lo que importa, ¿verdad?

Jesús Lens

La noria y el antisistema solar

Me aprestaba a escribir sobre la vuelta de la noria a nuestras calles cuando una tendencia de twitter hizo cambiar la dirección de esta columna. Porque, ya lo saben ustedes, se está volviendo a instalar la noria en el Paseo del Salón. Y yo he empezado a sentirme como un ratón que corre sin ir a ningún sitio, volviendo a comenzar el ciclo del día de la marmota.

No me cuadra mucho, con la que tenemos encima, lo de la noria y sus cabinas cerradas, la verdad sea dicha. Imagino que con protocolos anticovid, solo entrarán grupos pequeños y de convivientes. Que Granada debiera estar en confinamiento domiciliario y que su alcalde pida la declaración de zona catastrófica mientras se monta la noria es una de esas paradojas tan propias de este 2020 que no deja de darnos sorpresas.

Entiendo todas las razones de plazos y de rentabilidad aducidas por el consistorio y la empresa encargada de gestionar el negocio, pero también me acuerdo del siguiente titular de IDEAL del pasado jueves 27 de febrero: “Desalojan a tres trabajadores de la noria después de llevar desde diciembre viviendo en una caseta”. (Leer AQUÍ) Unos días después, esos trabajadores eran desalojados de La Zubia. AQUÍ toda la información)

¿Habrá tenido el Ayuntamiento en cuenta las condiciones de vida de los trabajadores de la noria a la hora de la renovación de los permisos para su instalación? Sería interesante saberlo, no sea que vuelvan a alojarse en condiciones tercermundistas.

En esas estaba cuando una perturbación en la fuerza tuitera me condujo a YouTube para disfrutar del estreno del nuevo videoclip de la banda Love of Lesbian. La canción se titula ‘Antisistema solar’ y conecta directamente con el universo de Gravite, nuestro festival multidisciplinar de artes y ciencias con el viaje en el tiempo como eje central.

Veía el vídeo dirigido por Kike Maíllo, escuchaba la letra y la música y me transportaba a alguno de estos festivales de música como En Órbita, que hoy parecen ciencia ficción. Como si fuera un dron, me veía a mí mismo en el recinto de la Feria de Muestras, bebiendo cerveza en una cálida noche de primavera, mecido por la música.

Lo curioso es que ‘Antisistema solar’ no me hacía viajar al pasado, tirando de recuerdos de festivales anteriores. Por alguna extraña razón, hace que me vea en próximos festivales, rodeado de gente y sin mascarilla, cuando esta pesadilla haya terminado. De repente, una canción me espabila para hacerme ver luz al final del túnel.

Jesús Lens

Un pirado raro y curioso

Me pareció de una sinceridad brutal y de una preclara clarividencia la siguiente frase de Ernesto Páramo: “No he tenido demasiados enemigos; quizá porque me hayan visto un tipo tan raro”. No sé si leyeron el pasado domingo la entrevista en profundidad que Quico Chirino le hizo a Ernesto Páramo, ahora que ha anunciado que deja la dirección del Parque de las Ciencias.

Foto: Ramón L. Pérez

Es una entrevista monumental que pueden leer AQUÍ. No sé cómo se las ha apañado Quico para decantarse por unos u otros titulares, que la conversación deja incontables perlas para el recuerdo. “El pasado está muy bien, pero lo que nos interesa es el futuro”, dice Ernesto en un momento de la charla. ¡Ojalá nos aplicáramos todos el cuento!

Y eso que el origen del Parque de las Ciencias, la idea y el proyecto, resultan apasionantes. Por su sencillez. Un viaje en 1987 a la casa de un amigo en Holanda. La visita a Evoluon, el primer museo interactivo de Europa. Un propósito: hacer algo así en Granada. En el viaje de vuelta, en autobús, Ernesto hizo un esquema en un papel que todavía conserva, en el que anotó: “hay que sumar esfuerzos”. Preparó un anteproyecto, se fue de viaje por Europa con otros dos amigos a ver museos, con su propio dinero; y a la vuelta ultimó el proyecto que le presentó al Ayuntamiento de Granada, donde se encontró con la receptividad del entonces alcalde, Antonio Jara, que apostó decididamente por él.

Pirado y curioso

Qué diferencia con lo que pasa ahora, donde se valora infinitamente más el ‘tú de quién eres’ que cualquier idea o proyecto. La familia, la estirpe, los roalillos y el entorno. Los contactos. La ascendencia.

Y luego está la parte de los consejos y admoniciones. Los augurios. “¡Cómo van a venir 100.000 personas a museo de ciencias en Granada y pagando!”. O el maravilloso e inenarrable “Granada es la ciudad de la poesía” con que despachaban a Ernesto determinados gestores con ínfulas intelectuales.

Aunque les haya hecho varios spoilers, si se les escapó, no dejen de leer la entrevista. Ya les digo que está repleta de información relevante de lo más instructivo. Se habla de ciencia, educación e historia. De cómo poner en marcha un proyecto y pelear por él contra viento y marea. De cómo navegar entre las procelosas aguas políticas y mantener seca la ropa. Y es que Ernesto Páramo es un tío raro. De hecho, termina confesando haber tenido la suerte de estar pirado. ¡Ahí es nada!

Jesús Lens