Viejunismo puro, lo sé. Una agenda de las de toda la vida. Bueno, más bien su versión hipster. Una agenda cultureta, con sus citas de autores, ilustraciones, historias, efemérides y buenrollismo militante. “Cuida tu tiempo”, reza en la portada. Y ahí está la clave. En el tiempo.
Junto a la agenda del 2021 tengo la del 2020, blanca e inmaculada. Vacía, sola y abandonada. Miserable y con telarañas, fiel reflejo del año que felizmente se termina.
Me gusta apuntar citas y convocatorias en las agendas de papel. Ir anotando los compromisos a boli y, después, dejar impresiones sobre cómo fue la cosa. Cuando vivíamos en la realidad de antaño, usaba las agendas también como diario. Una vez leí que tomar notas sencillas y a mano de lo que se dice en las reuniones, conferencias, tertulias y presentaciones hace que los contenidos se fijen con más fuerza en la memoria.
Dentro de mi caos y mi desorden habitual, siempre procuraba llevar encima la agenda. Ahí anotaba, también, las ideas fuerza para mis charlas, clases y presentaciones y esbozos para futuros relatos, columnas y artículos. Apuntes de las películas que veía en el cine, de los restaurantes que visitaba, de los conciertos y las exposiciones a los que asistía, de los libros que leía.
Pero la clave de una agenda es tener citas y convocatorias a las que acudir. Analógicas, quiero decir. Es necesario tener reuniones que atender. Presenciales, me refiero. Eventos a los que ir y en los que participar. En primera persona, por supuesto. En la gestión de nuestra vida virtual, Google se basta y se sobra para convocarnos y conectarnos. En ocasiones, incluso por su cuenta y riesgo, casi sin nosotros querer.
¿Saben ustedes la ilusión que me hace abrir la agenda del 2021 y empezar a anotar citas para los primeros meses del año? Ahora mismo tengo ya dos confirmadas, en la confianza de que se podrán celebrar y podré asistir. Una es para BCNegra y otra para un ciclo de conferencias en Málaga. Ambas negras y criminales, literariamente hablando.
Las cosas empiezan a moverse. No sé ustedes, pero ahora sí le tengo fe al 2021. Las imágenes de las personas vacunándose han sido un chute de energía y optimismo. Ni en mis mejores sueños pensé que llegarían antes del final del año. Veo luz al final del túnel y mi agenda recogerá cada uno de los pasos que nos irán devolviendo a la vida de antaño. O a algo parecido.
Jesús Lens