La Junta de Málaga y Sevilla

Ayer nos desayunábamos con la noticia de que Sevilla y Málaga se han aliado para captar ferias y congresos y consensuar un calendario que permita aprovechar sinergias. ¡Ay, las sinergias! Luis Salvador, al quite, va a solicitar a sus homólogos que incluyan a Granada y Córdoba en la entente. Esperemos que le salga bien la jugada.

Coincide la noticia con el siguiente titular: “Andalucía abre un centro científico y logístico para conservar su patrimonio cultural”. ¿Adivinan dónde? Efectivamente: en Sevilla. Se transformará un antiguo complejo industrial de tabaco de San José de la Rinconada en un espacio moderno, tecnificado y científico. La inversión prevista: más de un millón de euros.

Me acordé de otra noticia similar de final de marzo en la que se informaba de que la Junta va a situar en Málaga la Agencia Digital de Andalucía, que unificará sus servicios tecnológicos en un solo ente administrativo y cuyos servicios centrales estarán en la capital de la Costa del Sol. ¡Qué casualidad que Google vaya a abrir allí mismo un centro de investigación y formación en ciberseguridad!

Elías Bendodo lo tiene claro: “Nuestra referencia tecnológica ha de estar en Málaga. No entendemos que haya una provincia más tecnológica”, dijo durante la presentación de la nueva Agencia.

Llegados a este punto, la pregunta es obvia: ¿Y en Granada, qué? Es posible que esté muy despistado, pero me pongo a pensar y no caigo en inversiones de este tipo en nuestra tierra. Lo mismo tengo las neuronas sesgadas, pero no me viene nada a la mente. Y miren que, en plena pandemia, el Parque Tecnológico de la Salud debería desempeñar un papel básico en el presente y el futuro de Andalucía. Sin embargo, lo único que recuerdo sobre el tema es que la Junta quiere darle una vuelta a la prestigiosa Escuela Andaluza de Salud Pública, radicada en Granada, para quitarle parte de sus actuales funciones y competencias.

Seguro que estoy equivocado. Fijo que se han anunciado inversiones millonarias de la Junta para consolidar la marca Granada Salud, con generosa dotación de fondos para investigación, desarrollo e innovación en dicha área. ¡Qué menos, teniendo un todo PTS en tiempos de pandemia, insisto! Y también por lo de la vertebración del territorio y Andalucía solo es una, ya saben. No me cabe duda de que se ha librado algún milloncejo extra, es solo que ahora no caigo en cuándo ni para qué.

Jesús Lens

Díaz Yanes, revolucionario del cine negro español

Hablemos de la dimensión como guionista del cineasta Agustín Díaz Yanes, III Premio Granada Noir por toda su carrera y que sigue en el tajo, dándole a la tecla, como me contaba hace unos días.

El primer guion en que Díaz Yanes apareció acreditado es ‘Barrios altos’, un libreto que escribió para Charo López y que acabó protagonizando Victoria Abril, primera ‘colaboración’ de una de las grandes parejas creativas de la historia del cine español. Por los azares del destino propios de la industria, el guion fue adquirido por un productor al que gustó la idea de partida. Para su adaptación y modificación contrató a la guionista Lola Salvador, que insistió en que Díaz Yanes apareciera en los créditos finales.

Un detalle a tener en cuenta es que aquel guion ya incluía dos de las claves esenciales del cine de Díaz Yanes: la importancia de las mujeres protagonistas y el policíaco como género. “Trabajaba con ideas propias y originales. Desde siempre me ha gustado mucho el thriller, pero había poco en el cine español y era rarito. Me costó que lo vieran en su momento”, me cuenta un cineasta que fue el gran revolucionario, el auténtico transformador del cine negro español.

Su siguiente trabajo fue ‘Baton Rouge’, otro noir de manual, en este caso inspirado en ‘Fuego en el cuerpo’, película inspirada a su vez en un gran clásico del género negro norteamericano como es ‘Perdición’. El proceso creativo de esta película, cuyo guion fue escrito a cuatro manos por el propio director de la cinta, Billy Wilder y el mítico novelista Raymond Chandler; ha generado ríos de tinta y sirve como perfecto ejemplo para entender las similitudes y diferencias entre el relato, la novela y los guiones. De hecho, el libreto de ‘Perdición’ se basaba en una novela de James M. Cain, ‘Pacto de sangre’, que había comenzado como reportaje periodístico por entregas.

Rafael Moleón dirigió ‘Baton Rouge’ en 1988. En el elenco artístico, Carmen Maura, Antonio Banderas y, de nuevo, Victoria Abril. La película funcionó bien en taquilla y el guion de Díaz Yanes y el propio Moleón fue nominado al Goya.

‘A solas contigo’ fue el siguiente thriller de Díaz Yanes, escrito con Eduardo Calvo y Manolo Matji. Dirigida por Eduardo Campoy, la película contó con Victoria Abril, Imanol Arias y Juan Echanove en los papeles principales. De nuevo un personaje femenino poderoso y una trama de espionaje, tema poco transitado por nuestro cine. Como resultado: una nueva nominación del guion a los Goya de 1991.

A continuación, ‘Demasiado corazón’, que incorpora la voz en off como recurso estilístico, algo poco habitual en el cine español. La película, igualmente dirigida por Eduardo Campoy, contaba con Victoria Abril… por partida doble, dado que interpreta a dos hermanas gemelas. Un nuevo hito en esa cruzada por adaptar el cine de género norteamericano al patrio.

Y es que el cine español se caracterizó durante demasiado tiempo por producir dramas de contenido social de carácter más o menos panfletario o reivindicativo. Díaz Yanes trabajó denodadamente por escribir películas policiacas, abriendo el camino a una posterior generación de cineastas que se volcaron en el género negro con sabor local, integrando el realismo y las denuncias de algunas de las lacras del momento en sus tramas o apostando por el thriller de acción puro y duro.

Entonces llegó ‘Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto’. A petición de Victoria Abril, además de escribirla, Díaz Yanes se puso tras las cámaras y filmó una de las obras cumbre del cine negro español, iniciando una brillante carrera como director. Pero esa es ya otra historia.

Jesús Lens

Lunes que hacen la pascua

Hacía tiempo que no tenía tanta sensación de domingo por la tarde. Pienso en mañana lunes (por hoy) mientras escribo y no voy a decir que me corre un sudor frío por la espalda, tampoco es cuestión de exagerar, pero sí que siento algo parecido a una comezón, síntoma inequívoco de que me va a hacer la pascua.

Juanma ya ha empezado a avisar…

Asueto. “Interrupción temporal por descanso del trabajo, los estudios u otra actividad habitual, especialmente si dura un día o unas horas”, lo define la RAE. Esta Semana Santa ha supuesto un asueto mental que me ha mantenido alejado de la información sobre La Cosa. Y es por eso que le tengo tanto recelo a hoy lunes, cuando los datos actualizados empiecen a caer en cascada y la cuarta ola se convierta en el tema central de conversaciones, tertulias, artículos y tribunas de opinión. ¡Qué pereza!

Eso, y la reanudación de la polarización informativa sobre las elecciones en Madrid y Cataluña, el agujero de gusano que nos conduce a esa realidad paralela y alternativa en que parecen vivir la mayor parte de nuestros políticos. ¡Qué perezón!

Estos días he caminado por nuestra tierra con las lentes de los viajeros románticos, de la Madraza a la Casa de los Tiros, con sus exposiciones, paseando por la Alcaicería y el Realejo. La ‘nueva’ Ribera del Genil que, a la espera de los árboles, integra mucho mejor su Alcázar y la Ermita de San Sebastián. O la Granada más contemporánea, la del siglo XXI, la del PTS, su arquitectura de vanguardia y su galería de arte urbano al aire libre, de la que un día de estos tenemos que hablar en profundidad.

Toca cambiar de gafas y ponerse, de nuevo, las de diario. ¡Qué requetepereza! ¿En qué cuitas andarán nuestros próceres locales? Más allá del 2+2, quiero decir, que encara su recta definitiva. ¿Con qué cruces de acusaciones nos sorprenderán estas semanas? Les reconozco que ahí sí me pica la curiosidad. Eso y el as de Espadas que una parte del PSOE quiere poner sobre la mesa para cortarle la cabeza a Susana Díaz de una vez por todas.

Espadas mira a Susana Díaz

¿Ven? Cuando deberíamos estar pendientes de las vacunas, los Juegos de Cromos de los unos y los otros nos hacen desviar la atención de lo auténticamente importante a lo que debiera ser accesorio. En fin. Que es lunes de Pascua y mucha pascua. Valor y al toro.

Jesús Lens

Un sábado sin periódico

Ayer fue un día atípico y anormal. Más típico y anormal, incluso, que los del último año largo. Porque ayer no hubo periódico. Al periódico físico, me refiero. A ese artefacto que, a decir de tantos gurús, está herido de muerte, como el toro que espera el descabello. El periódico en papel, amenazado de extinción como el lince ibérico o el urogallo.

Ayer desayuné en casa. ¿Para qué iba a salir temprano a la calle, si los kioscos estaban cerrados? El viernes había comprado tres periódicos y aproveché para terminar de leerlos, despacio y con tranquilidad, asomado al Zaidín.

Lo sé, lo sé. Esto es puro viejunismo. Como lo de consultar las portadas del diario del día siguiente en el móvil antes de irme a la cama a leer. O a dormir. Y soñar. O lo que sea.

Un desayuno que se precie tiene que incluir café, tostada y tinta, mucha tinta. Tanta tinta que te acabe manchando las manos. De ahí que me guste hacerle foticos a mis desayunos, la comida más importante del día, no solo nutritivamente hablando.

A lo largo del año, solo hay tres días sin periódicos: el Sábado Santo, el día de Navidad y el de Año Nuevo. Días que nos sirven para echarlos de menos y recordar lo importantes que son en nuestra vida.

Cuando desayunas en la calle uno de esos días y te llevas un periódico viejo, siempre hay algún yonqui que, en pleno síndrome de abstinencia de titulares impresos, se acerca a tu mesa y te pregunta que dónde lo has comprado, como si el milagro fuera posible. Cuando le dices que no, que no es del día, su desilusión es semejante a la del hincha de un equipo de fútbol goleado por su eterno rival.

Hoy ya sí. Hoy salimos a la calle con ánimos renovados para asomarnos al kiosco y, además de comprar nuestro periódico de cabecera, echarle un vistazo a las portadas de los demás. Y a las revistas. De hecho, no será de extrañar que nos llevemos una o dos, después del cierre del sábado. Preguntaremos por si hubiera llegado la esperada entrega del coleccionable de turno, aunque sea Semana Santa y sepamos que no. La chavalada comprará cromos y habrá quien recargue el móvil.

Siempre he defendido que no es lo mismo saber lo que pasa que estar informado. Leer el periódico en papel sigue sirviendo para marcar diferencias.

Jesús Lens

Un viaje por el interior

El final del primer trimestre nos ha sorprendido en plena Semana Santa. Leo balances de estos meses y el veredicto es unánime: la UE ha fracasado estrepitosamente en su política de vacunación. Más allá de las simpatías y/o antipatías por Sánchez y Juanma Moreno, la Unión suma un nuevo fiasco en un tema de importancia trascendental. Como con las mascarillas o los hidrogeles, el año pasado por estas fechas.

Tiempo habrá para hablar de ello, que es Viernes Santo y tampoco es cuestión de deprimirnos o irritarnos. ¿Qué tal su trimestre, de acuerdo a los propósitos de Año Nuevo? Yo estoy contento. Como fui poco ambicioso, voy cumpliendo. Todos los días camino 10 kilómetros y veo una película. Entre libros y tebeos llevo 50 lecturas y, lo más importante, viajo por el interior de Granada todo lo que puedo. Antes de ayer, por ejemplo, visité el convento de Santa Clara de Loja y aluciné con una exquisita muestra del Barroco tardío que me dejó turulato. ¿Lo conocen? ¿Han estado? Pues no deben perdérselo.

Dejemos de quejarnos por el cierre perimetral y de despotricar de los turistas franceses. Olvidemos el cansinismo madrileño–catalán y aprovechemos para disfrutar de los mil y un tesoros que alberga nuestra provincia. Una ocasión perfecta para reivindicar que como Graná, ná.

El otro viaje al que invita una nueva Semana Santa tan atípica como esta es al interior… de nosotros mismos. ¿En qué punto estamos? ¿Cómo andamos de desafíos vitales, personales e intelectuales? ¿Qué objetivos nos hemos marcado a corto, medio y largo plazo? Comienzo el segundo trimestre del año leyendo un libro que promete: ‘Cómo no hacer nada’, de Jenny Odell. «En un mundo en el que nuestro valor está determinado por la productividad y el rendimiento, la acción de no hacer nada puede ser nuestra mayor forma de protesta», se puede leer en su contraportada.

Me debato entre seguir leyendo o hacerle caso al enunciado del libro y quedarme mano sobre mano, por mucho que me cueste, en estado contemplativo. Debería terminar un par de trabajos cinéfilos estos días y corregir tareas pendientes. He de preparar dos entrevistas y recabar documentación para una serie de reportajes gastronómicos. Pero me tienta la idea de pasar de todo y, sencillamente, hacer lo que el cuerpo me vaya pidiendo en cada momento.

Disfrutar espontáneamente del tiempo es uno de los mayores lujos que podemos permitirnos. Lo he dicho muchas veces: alcanzados unos mínimos estándares vitales, la persona más rica no es quien más objetos tiene, sino la que de más tiempo goza.

Jesús Lens