A medida que decaía mi interés por el fútbol como deporte se ha incrementado como factor estratégico de la geopolítica internacional. Alguna vez he escrito sobre las reminiscencias fantasmagóricas del nombre Grupo Hope, encargado de gestionar los designios del Granada C.F. durante la presidencia de John Jiang. Sonaba a corporación maligna de película de 007. Eso sí: que terminara defraudando a Hacienda, presuntamente, le resta ese hálito a supervillano de la Marvel para emparentarlo con los Gil y Gil de andar por casa.
El fútbol es un poderoso instrumento de colonización. Y no solo mental. Personas que no mueven un dedo aunque les roben en la jeta, no dudan en echarse a la calle envueltos en la bandera del club de sus amores en cuanto sienten algo parecido a un agravio p un insulto. Así, veo en redes a personas inteligentes y habitualmente moderadas dándose dentelladas dialécticas por un quítame esa amarilla.
Lo de Messi y Mbappé lleva consumidas tantas portadas, tantos titulares y tantas horas de conversación y discusión que no sería de extrañar que, en el futuro y ante situaciones parecidas, los aficionados exijan al Gobierno que dote de fondos extraordinarios al Barça y al Real Madrid para que puedan hablarle de tú a tú al PSG, al Manchester City y a otros clubes dopados por los petrodólares de Oriente Medio. El fútbol es, más que nunca, una cuestión de estado. Y espérate tú que no lo acabe siendo de Estado Mayor.
De aquí a nada, el Ministerio de Defensa incluirá secciones específicas para analizar cómo proteger a los porteros de los equipos patrios más punteros. Más importante acabará siendo la zaga del Atlético que la defensa del país. El CNI tendrá analistas especializados en el espionaje de los vestuarios rivales y los audios filtrados de Florentino serán un juego de niños con los escándalos por venir.
Dicen que Einstein dijo: “No sé con qué armas se combatirá la tercera guerra mundial, pero la cuarta será con palos y piedras”. Para mí que la IIIGM ya ha comenzado y, junto a los ciberataques y los drones, se está combatiendo con balones de fútbol, faxes, zapatillas y espinilleras.
Los presidentes de los clubes ejercen como estadistas, los entrenadores serían los generales y los capitanes, los mariscales de campo. El fútbol en los tiempos de ‘Mad Max’. Qué gran serie haría la HBO con esas mimbres y qué buen juego de rol saldría de ahí. Algo así como ‘The Football Wars’.
Jesús Lens