Doble o nada: dos por el precio de uno

Una apasionante lectura, encadenada a una adictiva serie de televisión, me sitúa frente a la figura del doble, una de mis favoritas desde los tiempos del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. El libro se titula ‘La poeta y el asesino’, es un increíble true crime y lo publica Impedimenta, por lo que su lectura resulta atractiva ya desde el tacto, que no hay libros con mejor textura que los de esta editorial, ganadora del Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial de 2008. (Aquí, más de mis True Crime imprescindibles).

Simon Worral es un periodista y aventurero que, cuando no está cabalgando con los gauchos de la Pampa o entregado a la recolección de ostras con los inuit, se une al FBI en la búsqueda de un Rembrandt robado o rastrea una de las falsificaciones más famosas de la historia de la literatura: un poema de Emily Dickinson, que es lo que cuenta el libro del que hablamos. 

Ya sabemos quién es la poeta del título del libro. ¿Y el asesino? No se preocupen, que su nombre se sabe desde el mismo arranque de la historia: Mark Hofmann. ¿Les suena? Posiblemente no. Yo, al menos, no tenía ni idea de su historia. Hablamos de un hábil falsificador. Y no sólo de documentos. Se trata de un miembro de la iglesia mormona que, con su actividad, trataba de poner en solfa sus mismísimos fundamentos. ¡Ahí es nada! El cómo y el por qué, en ‘La poeta y el asesino’, un libro que mezcla la historia de la literatura con las subastas, las falsificaciones, la sangre, la violencia más inopinada y la religión. Mientras leía este libro no podía dejar de recordar ‘El adversario’, la perturbadora obra maestra de Emmanuel Carrère. 

Y luego está lo de Eliseo. A Eliseo sí es más probable que le conozcan, que le encontramos en Disney. En ese caso, ya sabrán que con Eliseo no se jode, como reza el cartel de ‘El encargado’ una desopilante serie en la que el protagonista absoluto es un Guillermo Francella en estado de gracia. 

Eliseo es el encargado de un edificio de alto standing de Buenos Aires en el que vive gente de posición desahogada. Dentro del consorcio, todo el mundo conoce a Eliseo y Eliseo conoce a todo el mundo. Probablemente, mucho más en profundidad de lo que a la mayoría le gustaría. 

Desde el arranque del primer capítulo conoceremos a ese Eliseo que es uno y dúo. Lo constatarán a nada que se fijen en los títulos de crédito. Y es que no hay sonrisa como la de Eliseo. Si quieren descubrir a un mago de la impostura y la simulación, dense una vuelta por donde Eliseo. Eso sí: una vez que le conozcan, ya no hay vuelta atrás. ¡Eliseo siempre en nuestro equipo!

La serie está creada, escrita, dirigida y producida por dos tipos talentosos con una sólida carrera a sus espaldas: Mariano Cohn y Gaston Duprat. Suyas son, por ejemplo, películas como ‘El ciudadano ilustre’ o ‘Competencia oficial’, con Penélope Cruz y Antonio Banderas. Y otra serie excelente, ‘Nada’, igualmente en Disney, ésta de temática gastronómica y que también les recomiendo aunque no sea negra.

No es que ‘El encargado’ sea un thriller precisamente, pero el retrato que hace de Eliseo nos sitúa frente a nuestras propias contradicciones. Por la sociedad del control que, con la excusa de la seguridad, estamos construyendo. Eso y la falta de valores, ética y moral. Esto último no va por nuestro héroe, precisamente. O sí. ¿Quién sabe? Y es que detrás de su franca sonrisa, hay tantas caras en el gran Eliseo…

Jesús Lens

Quedar a la ‘granaína’

Es muy ‘granaíno’ quedar para echar un café o una caña y no echarlos nunca. Me imagino que es una inveterada costumbre en todos sitios, pero ‘quedar a la granaína’, el clásico y tradicional ‘a ver si nos vemos’, en tan nuestro como la tapa de lomo roque y, con la segunda, carne en salsa.

No eres de Graná si no quedas en llamar pronto a alguien y no volvéis a saber el uno del otro hasta que os cruzáis de nuevo en un semáforo de Puerta Real. Entonces, el contador se pone a cero: “Te llamo, ¿eh?”. “Sí, sí, echamos un café y te cuento”. O unas cañas. O unos vinos. ¿Será por echar?

A mí me pasó varias veces con Eduardo Castillo, el exconcejal de Comercio del Ayuntamiento de Granada. Y lo nuestro tiene más delito, que somos vecinos en el Zaidín.

Varias veces nos emplazamos para hablar de esos bares y tabernas históricos de Granada que se merecen una protección nivel lince ibérico. Recuerdo al menos dos: el día de la reinauguración de Casa Enrique, precisamente, y el de la apertura del Tu Súper del Albaicín. Lo comentamos por encima, emplazándonos para más adelante. Pero pasaron los días, las semanas y los meses; pasó la vida y no nos vimos. Hasta las elecciones, pasaron.

Traigo a colación este visto y no visto al leer la siguiente información en el IDEAL de ayer. ‘El PSOE pide al PP que no olvide el proyecto para los establecimientos emblemáticos’. Y es que, según cuenta el propio Eduardo Castillo, “en los últimos dos años desde el área de Comercio se iniciaron los trabajos, toma de contacto, reuniones con los propietarios de los negocios para la ejecución de un directorio que recoja todo ese patrimonio de la ciudad que debe cuidarse y mimarse”. Sólo cabe decir amén.

Proteger y cuidar la identidad local y la singularidad de este tipo de comercios frente a la homogeneización que nos invade es justo y necesario y me alegro mucho de que el PSOE estuviera en aquella batalla. Lo que no entiendo es dónde estuve yo metido esos dos años, que no me enteré de nada de esto. De hecho, dudo: ¿fue parte del programa electoral de Paco Cuenca y los suyos?

La culpa de ese desconocimiento es claramente mía. Si le hubiera puesto más empeño a ese ‘a ver si nos vemos’, me habría enterado de una vaina que me parece de una importancia capital para el futuro inmediato de nuestra ciudad. Hace bien, Castillo, en pedirle al PP que no deje caer ese trabajo en saco roto. A ver a qué concejalía le toca mover ficha y cómo y cuándo lo hace.

Jesús Lens