Me encanta salir de viaje y leer libros cuya acción transcurre por los territorios que voy visitando. De esa forma, realidad y ficción se dan la mano y se retroalimentan, paisajística y vivencialmente. Me ha pasado leyendo ‘La hora del lobo’, la novela más reciente de Toni Hill, publicada por Grijalbo, su editorial de cabecera; mientras andaba por los Pirineos.
“El valle de Boí es un municipio de la comarca de la Alta Ribagorça, en el Pirineo catalán, compuesto por ocho pequeños núcleos de población (Coll, Cardet, Barruera, Durro, Erill la Vall, Boí, Taüll y Pla de l’Ermita). Además de sus espléndidos paisajes, entre los que se encuentra el parque nacional de Aigüestortes y el hermoso lago de Sant Maurici, el valle es famoso por sus iglesias, testimonio del periodo románico en Cataluña”. Con esta nota del autor se abre una novela estupenda, como es marca de la casa en un Toni Hill que no deja de sorprendernos y atraparnos con sus tramas, escenarios y personajes; con el ritmo de su prosa y sus quiebros argumentales.
En realidad, yo estaba en Villanúa, en el Pirineo aragonés, pero levantaba la vista del libro, veía aquellas cumbres, bosques, riscos y quebradas y me sentía en el escenario mismo de una novela que combina los paisajes montañosos con los urbanos, que Barcelona también ocupa parte de la narración. Pero ‘La hora del lobo’ es esencialmente rural. Y los espacios abiertos le confieren una magia muy especial a la trama. Magia negra, claro.
La novela cuenta la historia de una desaparición. Y de una búsqueda, por tanto. El desaparecido es Daniel, un niño que se volatilizó en el mismo momento en que su madre fue estrangulada en la casa donde vivían, situada en una pequeña localidad pirenaica donde todo el mundo se conoce, se saluda y… bueno… lo típico de los pueblos chicos.
Siete años después, la familia contrata a la psicóloga experta en criminología Lena Mayoral para que trate de aportar luz al misterio, dado que ni las fuerzas del orden ni un detective privado han tenido éxito alguno en la empresa. ¿Lena Mayoral? Es posible que, si es usted lector de Toni Hill, le suene ese nombre. Y los de David Jarque y Charles Bodman. ¿A que sí?
Efectivamente, ‘La hora del lobo’ convoca a algunos de los personajes de ‘El último verdugo’, la novela anterior del autor, de la que escribí AQUÍ De ahí que no les cuente mucho más de la trama, que el riesgo de spoiler, en este caso, afecta a dos historias. Y los thrillers de Toni Hill son tan explosivos y tienen giros dramáticos tan espectaculares que sería una pena, casi una indecencia, arruinarles el placer de una lectura que siempre resulta adictiva, intensiva y compulsiva.
Tras sus tramas urbanas, después de aquella novela radicada en un barrio residencial de Barcelona al estilo de la Wisteria Lane de ‘Mujeres desesperadas’, la fascinante ‘El oscuro adiós de Teresa Lanza’; Toni Hill se muda al campo más agreste y descarnado. A la pura montaña en la que todo puede pasar.
“La hora del lobo es el momento entre la noche y la aurora, cuando la mayoría de la gente muere, cuando el sueño es más profundo y las pesadillas son más reales, cuando los insomnes se ven acosados por sus mayores temores, cuando los fantasmas y los demonios son más poderosos”. Esta cita de Ingmar Bergman con la que Toni Hill abre su novela nos sirve como invitación a descubrir lo mucho, denso e intenso que se cuece en el Pirineo, incluyendo sesiones de ouija, cultos, escaladas, pandillas de adolescentes, malos sueños y peores rollos. Dense una vuelta por allí. No se arrepentirán.
Jesús Lens