Fue muy emocionante el concierto de la Malagasy Gospel en el Manuel de Falla del pasado domingo. Y de mucha calidad, que la coral conformada por niñas y adolescentes de los barrios más desfavorecidos de la ciudad de Tulear, en Madagascar, tiene un extraordinario nivel.
Y eso que las integrantes de la gira por España no son las mejores cantantes de un colectivo de más de 60 jóvenes, sino las que mejor desempeño escolar tienen a lo largo del año y las que más se implican en el día a día de la colectividad. Es una forma de premiar el trabajo duro y el compromiso con la comunidad, más allá de la dotación técnica y las habilidades personales.
Me encanta la filosofía de Agua de Coco. Todavía recuerdo, como si fuera ayer, cuando mi amigo Pedro me presentó a Ramón Guirao y nos mostró la labor de una ONG liderada por su hermano que, por aquellos entonces, tenía poco tiempo de vida. Era la respuesta a eso que siempre criticamos de las organizaciones que trabajan en los países del Tercer Mundo: que invierten demasiados recursos en burocracia e infraestructura, destinando un magro porcentaje de las ayudas a mejorar, de verdad, la vida de las personas más desfavorecidas.
En Agua de Coco, gracias al compromiso personal de José Luis Guirao, que ha hecho su vida en Madagascar, la mayor parte del dinero que recauda la ONG, prácticamente el 100% de la cuota de socio, revierte directamente sobre el terreno, permitiendo la escolarización de cientos de niñas y niños en estos años.
Es fría la solidaridad, cuando se resume en los 20 dígitos de una cuenta corriente a través de la que te cobran una cuota mensual. Por eso, conciertos como los de la Malagasy Gospel hacen tanto por darle calor y color a un compromiso que, no por rutinario, deja de ser importante.
Entren en la web de la ONG granadina: www.aguadecoco.org Échenle un vistazo al trabajo que hacen en materia de educación, salud y medio ambiente. Pocas cosas más bonitas se pueden encontrar hoy en día.
Jesús Lens