Echando cuentas, vengo a trabajar unas nueve horas diarias de media, fines de semana incluidos, lo que hace un total de 63 horas semanales. Las hay que trabajo más, con sesiones de hasta catorce diarias sentado frente a éste u otro teclado de ordenador. Pero, excepción hecha de las treinta y pico de horas semanales a que me obligan un contrato, el resto las echo única y exclusivamente porque quiero y me da la gana, no necesitándolas para pagarme las habichuelas.
Ahora bien, si alguien me obligara a hacerlo, seguramente dejaría de hacerlo. Por eso me solidarizo con la campaña Anti65 horas, que está teniendo bastante repercusión vía Internet, aunque los grandes medios de comunicación ni se hayan dado por aludidos, tan concentrados están en la Eurocopa y en las paridas gramaticales de la Ministra Aído. O Aída. Parece que en España no preocupa excesivamente el tema de las 65 horas, convencidos de que, gracias a ZP, estamos a salvo del salvajismo neoliberal europeo. Lo malo es que nuestro país empieza a ser como la pequeña aldea gala de Astérix y Obélix: el último reducto de un socialismo en franco retroceso continental.
Mientras las grandes multinacionales han utilizado multiplicadores de muchos miles de ceros a la hora de contabilizar sus beneficios, los trabajadores gozamos cada vez de menos derechos y menos garantías. Y no nos consolemos con el célebre “Spain is different”. Baste recordar la cita del pastor Martin Niemoeller, erróneamente atribuida a Bertolt Brecht, sobre los nazis y cómo se hicieron con el poder: “Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Después vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí.” Jesús Lens Espinosa de los Monteros. PD.- Para firmar contra las sesenta y cinco horas, pinchar en este enlace. Etiquetas: 65 horas, esclavitud, zapatero, europa, fascismo, neoliberal |