Leía el otro día a Javier Reverte, que parafraseaba a Paul Bowles: “Sólo merecen la pena las cosas que pueden terminar muy mal”.
Participé dicha frase a unos cuantos amigos. Y amigas. Ellas lo entendieron a la primera. Ellos, mayoritariamente, se quedaron un poco estupefactos.
La verdad que la frase tiene su miga. Está claro que si algo puede terminar muy mal, ser un desastre y llevarte a la ruina, a cualquier tipo de ruina, es porque también alberga la promesa de una gran recompensa.
Arriesgarse, es lo que tiene.
Y no arriesgarse, consecuentemente, también.
Nuestra vida, en los últimos años, se ha revolucionado. Y no para mejor, precisamente. La crisis, la condenada crisis que todo lo condiciona, ha hecho que la confortabilidad en que estábamos instalados en los últimos años haya desaparecido como por ensalmo.
De repente, las cosas pueden terminar muy mal. Nos vemos obligados a hacer planes y tomar decisiones que, hace unos meses, ni se nos habrían pasado por la cabeza.
“Sólo merecen la pena las cosas que pueden terminar muy mal”.
No sé.
¿Cómo lo veis?
Jesús parafraseante Lens
PD.- No olvidemos esta otra genialidad de Bowles. Cuanto más la escucho, más de punta me pone los pelos.
Comentarios
7 respuestas a «La posibilidad de un desastre»
se me ha venido a la cabeza Ruiz Mateos… y no me cuadra.
siempre hay que confiar en un buen rescate.
Lo que bien empieza… mal acaba. Y ahora parece que nos mecemos en brazos de un ser desmesurado, que puede ser una ballena o un cardumen gigante de peces. La mañana empezó bastante clara, pero parece que el día se volvió plomizo y gris, no?
Sí. Del sol luminoso a la tarde plomiza. ¿El signo de los tiempos? Cabalga, cabalga la semana a un final que, esperemos, no será incierto del todo. Esperemos.
¿Como se puede publicar un Nadal en el que se diga que no existían testimonios sosbre la Pastora, cuando mi novela, La Pastora, el Maqui Hermafrodita ya había sido publicada 33 años antes?
SIEMPRE es posible un desastre pero, igualmente, SIEMPRE es posible un no desastre. Ahora bien, si no te mueves, no esperes nada.
Disiento. Las cosas pueden ser un desastre cuando tienen entidad. No siempre.
Manuel, mucho morro. Muchísimo morro.
No quiero meterme donde no me llaman, pero todos tenemos un cuerpo y deberíamos hacer disfrutar a otros con él, en especial ahora que somos jóvenes. Pronto, en cuanto envejeces, ya no podrás hacerlo y lo único que te quedará son los recuerdos de los viejos tiempos. cuando uno envejece, sólo te queda la posibilidad de una felicidad normal y uno se da cuanta de muchas cosas.
Manuel