Hace algunos años me fui a recorrer las Alpujarras granadinas a pie, durante cuatro días, siguiendo el sendero de Gran Recorrido que las atraviesa, desde Válor hasta Lanjarón. Uno de los puntos fuertes de aquel viaje estaba en Yegen, pueblo en que residiera Gerald Brenan entre 1920 y 1934 y sobre el que escribiera su famoso “Al sur de Granada”, obra de carácter eminentemente etnográfico y documental.
Siempre me había llamado la atención que un famoso autor inglés se hubiese perdido por nuestras montañas, viviendo tanto tiempo alejado del mundanal ruido de entonces. Lo mismo que me llamaba la atención lo poco que se oía hablar en nuestro entorno de Don Geraldo. De hecho, en el rato que pasé en Yegen, nada encontré que me recordara al escritor, excepción hecha de la placa que figuraba en la puerta de la casa en que residiera, cerrada a cal y canto.
Después llegó la película de Fernando Colomo, fresca, simpática y divertida, que sacó del anonimato a la figura del escritor inglés. Al calor de la película, en Mecina Fondales se organizaron, en abril de 2005, unas jornadas sobre Brenan en las que participaron el propio Colomo junto a profesores universitarios e investigadores literarios. Después, el silencio. Al menos, por tierras granadinas ya que la ciudad malagueña de Churriana va a tributar a Don Geraldo un merecido homenaje en forma de una Casa Museo en que se instalará, además, un museo etnográfico con piezas donadas por los vecinos del pueblo y, también, un espacio dedicado a los viajeros románticos.
Han estado ágiles nuestros vecinos. Hace unos años, la Diputación de Málaga promovió la traducción de la biografía de Brenan, escrita por Jonathan Gathorne-Hardy y publicada por editorial El Aleph. Ahora, ponen en marcha una interesante iniciativa que servirá para dotar al pueblo de Churriana de un referente turístico-cultural que lo hará más atractivo a viajeros, turistas y visitantes, máxime desde que las líneas de vuelos baratos traen a Andalucía a una cantidad creciente de europeos, británicos sobre todo, que buscan ese turismo de las sensaciones que nada tiene que ver con los paquetes turísticos estandarizados.
Así lo señala José Manuel Navarro, socio-fundador de la agencia de viajes alternativos “Otros Caminos”, que tiene en su catálogo de guías y en su oferta de viajes una ruta por las tierras de Brenan y quien sostiene que son mayoritariamente británicos (junto con otros visitantes procedentes de Centroeuropa) las personas que hacen esta ruta. “Con la documentación previa al viaje, les regalamos un ejemplar de “Al sur de Granada”, para que lo vayan leyendo en los mismos parajes en que fue escrito. Eso sí, la labor del guía es esencial ya que tiene que complementar su labor de conductor del grupo con la de provocar la seducción para conseguir evocar sentimientos y sensaciones ante unos espacios y paisajes en que no hay referencia alguna al autor de unas páginas esplendorosas y memorables. Hoy por hoy, la presencia de Gerald Brenan en las Alpujarras es casi inexistente.”
Y ahí está el meollo de la cuestión. ¿Por qué la presencia de Don Geraldo en las Alpujarras ha dejado tan poco huella? Fueron muchos años de estancia en la zona y de relación con sus vecinos, años en que algunos de los intelectuales más señeros del momento pasaron por Granada, atraídos por el entusiasmo del joven y fogoso inglés.
¿Ha llegado el momento de reivindicar la figura de Brenan como reclamo para un turismo ilustrado que pudiera encontrar en Yegen y alrededores un lugar de peregrinación, tal y como ocurre en otros lugares impregnados de una indudable magia literaria, como La Mancha quijotesca, el Tánger de Paul Bowles o, más recientemente, la Barcelona que Ruiz Zafón describió en “La sombra del viento”?
Porque la literatura de Brenan es universal y, además de escribir la muy íntima “Al sur de Granada”, tan apegada al terruño y al ser de los vecinos de una aldea; Don Geraldo es autor de numerosos libros de viajes, fruto de sus largos periplos por países como Túnez, Marruecos, Grecia, Italia, Argelia, Francia o Inglaterra. Relatos en que lo histórico, lo anecdótico, lo sociológico y lo cultural se dan la mano. El autor inglés, sin ir más lejos, también indagó en el asesinato de Federico García Lorca o estudió cómo se fraguó la Guerra Civil, contando, después, las consecuencias de la misma en la sociedad española.
Así cuenta en “La faz de España”, por ejemplo, su retorno a Granada, una vez finalizada la contienda y quince años después de haber conocido la ciudad por primera vez: “Esperaba encontrar muchos cambios. Pero en su apariencia exterior eran pocos… Sin embargo el cambio en la atmósfera era sorprendente. Granada había sido siempre una ciudad sobria, austera y convencional, como una capital de provincia de Castilla aunque atemperada por un cierto refinamiento andaluz, pero ahora me daba la impresión de ser algo más que austera: era triste. Los rostros de los transeúntes eran largos y hoscos, las tiendas estaban vacías y los barrios populares habían perdido su animación. La plaza Bibarrambla, en sus buenos tiempos tan alegre y llena con sus puestos de dulces, frutos secos tostados y frituras, estaba muerta y vacía.”
¿No constituiría la recuperación intelectual del legado de Brenan, por tanto, una inmejorable ocasión de potenciar esas Alpujarras que tanto amó? Cuando planteamos esta cuestión en alta voz, hay opiniones para todos los gustos. Toni, joven granadino de treinta y tantos años, considera que el reto que tiene dicha comarca para conseguir un desarrollo turístico potente no está tanto en este tipo de estímulos cuanto en la mejora de unas infraestructuras básicas, sobre todo, en lo referente a las comunicaciones. Si queremos que más personas visiten las Alpujarras, abrámoslas al público a través de unas carreteras en condiciones.
Esta propuesta choca con otras consideraciones: “¿Qué ganamos con que Pampaneira, Capileira, Bubión, Yegen, Pitres o Pórtugos se conviertan en Puerta Real los fines de semana?”, se pregunta T. Carrasqueño, amante de esa Andalucía más recóndita y escondida. Y es que, cuando hablamos de desarrollo sostenible, no parece que inundar de domingueros una comarca tan especial como ésta sea la mejor solución. Por eso precisamente, Brenan podría convertirse en reclamo de un turismo leído e ilustrado, que busca paz, serenidad y sosiego; de alto poder adquisitivo.
La siguiente cuestión que se nos plantea es la de si Yegen y sus vecinos quieren comenzar esta especie de idilio con quien fuera uno de sus vecinos más populares. Porque la presencia de Don Geraldo en el pequeño municipio alpujarreño, en unos años tan complicados como los de entreguerras, no fue pacífica del todo. Obviamente, Yegen era un pueblo cerrado y diminuto, conservador, fiel reflejo de la sociedad rural de la época. Y las veleidades erótico-sentimentales del fogoso inglés causaron estragos en la comarca, hasta el punto de que, todavía hoy, hay resquemores, secretos y maledicencias sobre aquellos acontecimientos.
¿Es razonable que, en pleno siglo XXI, sigan siendo unos asuntos de faldas acaecidos hace decenas y decenas de años los que marquen el posible desarrollo de una iniciativa a caballo entre lo cultural y lo turístico, que podría generar riqueza económica y riqueza intelectual a una de las poblaciones más pequeñas y desconocidas de las ya de por sí recónditas Alpujarras?
Otras voces reivindican que el llevar actividades culturales a las Alpujarras debía ser una prioridad de las administraciones, no sólo como un atractivo indudable para el turismo, sino como una exigencia de justicia redistributiva de un bien tan escaso como es la cultura, a cuyo acceso normalizado, pueblos como Yegen están prácticamente vetados.
Pero todo ello requiere de un firme compromiso de las administraciones, algo que en nuestra provincia, por fin, empieza a ser un hecho. El ayuntamiento de Yegen está preparando una ruta literaria que permitirá recorrer los paisajes de Brenan, en base a las descripciones que el autor hiciera en “Al sur de Granada” y en Mecina se están organizando unas segundas jornadas para el mes de septiembre, en que se recordará el cincuenta aniversario de la primera edición en inglés del famoso libro, y en que se aprovechará para hacer un encuentro poético, musical y literario, con la presencia de personalidades y académicos provenientes de distintos países. Unas jornadas con vocación de continuidad que, se espera, se conviertan en obligada cita cultural cada dos años.
Parece que, felizmente, hay en marcha iniciativas para conseguir que Brenan deje de ser un gran desconocido para una mayoría de los granadinos, que, por lo general, contemplan a las Alpujarras como un lugar muy bonito al que subir un fin de semana para estar tranquilos y relajados, sin más.
Sin embargo, se echa de menos el que las administraciones se involucren, de verdad, en la dotación de unas infraestructuras culturales estables en la privilegiada comarca granadina. Siendo bienvenidas las jornadas, encuentros y rutas literarias, para que haya una estabilidad en proyectos culturales con vocación de continuidad sería esencial el que existiera un edificio al estilo del que se va a abrir en Churriana, ya que el legado de Brenan tiene la suficiente entidad como para sostener un centro de estudios sobre su obra que, a la vez, fuera un buen ejemplo de la etnografía alpujarreña y, con amplitud de miras, que sirviera para reivindicar un género tan vibrante como es el de la literatura de viajes, en el que Granada aparece tantas veces nombrada, anhelada y deseada.
Porque la recuperación del patrimonio tradicional y cultural de nuestra tierra, su reconocimiento y potenciación, debería ocupar un lugar importante en las agendas de nuestros representantes públicos y convertirse en una reivindicación ciudadana que se oiga alto y claro ya que, afortunadamente, en la España del siglo XXI el hombre no sólo vive de pan y de infraestructuras.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.