AMIGOS

Yo me fui primero. Un abrazo, un par de besos, un “nos vemos en Gijón dentro de unos días” y, sin una mirada atrás, salí de casa, tirando de la puerta, camino de Madrid, dejando a Lorenzo y a Rebeca terminando de preparar su equipaje antes de marcharse, ellos también, después de haber compartido una semana de charlas, proyectos, recuerdos, anécdotas, comidas, entradas y salidas.

Lorenzo y Rebeca vinieron de Santa Clara, Cuba. Y la pasamos bien hablando de lo divino y lo humano, viendo algunos de los documentales que, calentitos, se trajeron de la Isla. Organizamos un estupendo encuentro bloguero-literario con decenas de amigos y, después, compartimos birras, chistes y tapas en bares y terrazas de toda Granada.

Pero lo bueno siempre se acaba. Ellos tenían que continuar viaje y, nosotros, retomar la normalidad de nuestras vidas. Hoy, sábado, en casa, por la tarde, aún huele a la malanga y la yuca con que Lorenzo hizo su famoso Ajiaco (que no Caldosa, su hermana pequeña y pobre.) Aún se oyen los graznidos del Cuervo Reposado, retumban los goles de España y resuena el eco de los boleros que cantábamos, aquí sentados, con la Peña de los Calabacinos.

Menos mal que, cuando tiré de la puerta, el viernes por la mañana, me iba al encuentro de otro buen puñado de amigos. En este caso, a Madrid, a la sesión final del Advanced Management Program del exigente Instituto de Empresa que, a lo largo de buena parte de los viernes y sábados de lo que va de 2008, nos ha estado quitando tiempo, pero, a la vez, nos ha permitido no sólo aprender cosas distintas y abrirnos horizontes insospechados, sino, sobre todo, conocer a un puñado de personas que, con el discurrir de las sesiones de trabajo, nos hemos ido convirtiendo en colegas y amigos, en la sede de la Fundación ESNA.


Eran duras, las sesiones del AMP. Muchas horas concentradas, muchos temas y muy distintos. Y, siempre, requiriéndose la participación activa y la interacción de quiénes disfrutamos de ellos. Perdiendo el miedo al ridículo y echándonos al barro en muchas ocasiones, los colegas del AMP hemos terminado por conocernos muy bien, estableciéndose vínculos y nexos muy fuertes entre todos nosotros. Siendo muy distintos, pensando de forma muy diferente, viniendo de empresas muy variopintas y contemplando la vida a través de visiones muy personales; las extraordinarias relaciones generadas entre nosotros han culminado en Madrid, tomando tapas en distintos bares tras el acto de clausura del curso, en la sede del IE y, por la noche, bebiendo mojitos y margaritas en el Floridita, de clara inspiración cubana.


Es lo que tiene la amistad. Que nos despedimos en Granada de unos amigos cubanos para irnos a Madrid a terminar tomando copas con unos amigos granadinos en un bar cubano, cantando boleros, entonando el “Lágrimas negras”, bebiendo Cuervo Reposado y Ron Havana. Y charlando. Y riendo. Riendo siempre.

Cosas de la amistad.

Hoy debería estar en la Playa de Cabria, comiendo sardinas con la peña del baloncesto. Pero falló la logística. Quizá me podría haber quedado otro día más en Madrid, con los colegas del AMP. Pero estoy cansado y me apetece estar en casa, con mi Sacai, tranquilos, comiendo pasta italiana, viendo “Hermanos de sangre”, saliendo a correr un rato para, después, en el silencio de la tarde, dejar agradecido testimonio de tantos y tantos amigos que vienen a dar sentido a esta vida felizmente amable que la fortuna nos ha regalado. Una vida que tenemos la obligación, ética y moral, de aprovechar y disfrutar al ciento por ciento, exprimiéndole hasta la última gota de jugo. Aunque para eso, a veces y paradójicamente, haya que irse a dormir antes de lo que nos apetecería.

Un abrazo, amigos.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.