Lo malo de que un autor tenga toda una saga de novelas protagonizadas por un mismo personaje es que, si no la pillas desde el principio, nunca sabes si lo estás entendiendo todo o te estás perdiendo alguna clave que apareciera en una novela anterior. Porque lo bueno de las sagas, aunque cada entrega sea autoconclusiva, es atender a la evolución de los protagonistas, a sus relaciones, cambios y crecimiento personal.
Quizá por eso nunca había leído a Ian Rankin: por más que Zeki y otros adictos al noir hablaran maravillas de su inspector Rebus, no encontraba el momento de sumergirme en las oscuras calles de Edimburgo, para ponerme en las manos del susodicho.
Y seguramente por eso, también, cuando RBA (no nos cansaremos de alabar lo mucho y bueno que está haciendo esta editorial con su sello Serie Negra por alimentar nuestras ansias lector-criminales) publicó “Asuntos sucios”, la primera investigación del nuevo personaje de Rankin, me lancé a devorarla, con ansia y expectación.
¡Acierto total! La cosa empieza fuerte. Porque Malcom Fox trabaja en ese departamento tan ingrato, pero tan necesario: asuntos internos. Entre los delincuentes, la hez es el chivato. Entre los polis, los de asuntos internos son los apestados. Tipos duros, acostumbrados a que sus propios colegas les detesten, les odien y les miren con cara de asco y repulsión.
Pero, ¿qué pasa si un poli es sospechoso de conectarse, por la noche, a páginas de Internet especializadas es sexo con menores? Ahí está el punto de partida de “Asuntos internos”, una de esas novelas negras metódicas y pausadas, en las que los protagonistas no sacan la pistola ni para dejarla en el cajón de la mesilla de noche antes de irse a dormir. Una de esas novelas en las que, más que el quién, importa el porqué.
Una de esas novelas que rezuman realismo a raudales. Por ejemplo, cuando uno de los personajes coge un taxi, el conductor intenta pegar la hebra:
– Que si el ayuntamiento… que si el gobierno… y no me haga hablar de los bancos.
Una novela en la que a uno de los policías le gustan los juegos de rol y estrategia y en la que Edimburgo se desangra por culpa de la explosión de la burbuja financiera que ha mandado al paro a cientos de miles de personas que ya no pueden vivir con dignidad y, vegetando, se limitan a sobrevivir.
“Asuntos internos” es una de esas novelas negras que gustarán a los aficionados al género, pero también a muchos otros lectores que, recelosos, aún siguen pensando que el noir no es más que una ensalada de tiros, drogas, sangre y violencia. Aquí tenemos actualidad, realismo, personajes bien construidos y un extraordinario pulso narrativo.
Muy, muy recomendable.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.