Me voy. En una hora, salgo para el Libano. Y no. No soy Jesus Lens. Si os acordais, cuando estaba en la China me quede tan fascinado por todo aquello que me converti en Je-Zu Len. Ahora podeis llamarme Hesh Al Lens, tranquilamente. Porque me he hecho damasquino. La transformacion esta operando, lo que quiere decir que el viaje me esta sentando mejor que bien. Que me esta sentando de maravilla. De fabula. Fijense si he cambiado que, quienes conocen mi proverbial capacidad de orientacion fliparian viendo como me manejo por las calles de la capital siria. Sensacional. No tengo prisas, me tomo el cafe turco sin azucar, reniego de la birra y el jamon me parece pecado. Burlo a los coches en los pasos de cebra como Manolete burlaba a los toros y no me importa descalzarme para entrar en las mezquitas, aun a pique de pillar una pulmonia.
Que me he hecho damasquino, vamos. Esta manana estuve en el Museo Arqueologico, recordando mi visita anterior, disfrutando de Marit, de Ugarit y de las culturas originales de la humanidad. Viendo el primer alfabeto que uso el hombre, las tablillas de escritura cuneiforme y esas esculturas mesopotamicas que me fascinan como ninguna que haya visto antes.
Los museos, bien explicados (y lo de Daniel es un privilegio que no me canso de reconocer) multiplican su valor por mil. El repaso que nos ha hecho Daniel a la trayectoria del Islam, usando unas monedas y unos mapas, vale por diez lecciones de historia. No solo sabe. Es que transmite ese saber, lo hace agradable, divertido y didactico. Un lujo. Y la singular sinagoga de Dura Europos, conocida como La otra Pompeya. Un privilegio esos frescos, pintados centenares de anios antes de que siquiera se escribiera la primera Biblia, con informacion directa sobre los judios, sobre Moises y el mito del cordero sacrificado.
Despues, el Damasco cristiano. Entramos por la puerta que fue usada por Pablo de Tarso para visitar a Ananias en su famosa casa (hoy Iglesia de Ananias), tras haber quedado ciego despues de su caida del caballo. Hoy me siento un poco como Saulo, que recibio un resplandor cegador que lo descabalgo, pero le hizo ver la luz y le permitio descubrir su autentico camino. Pasar por esa puerta se reviste de una simbologia muy especial. Y es que esa puerta sigue igual que hace miles de anios. Identica. Con su triple arco, el central para las bestias y sus tiros (hoy carros de metal) y las dos laterales, mas bajas, para los humanos. Por cierto, en Damasco no hay ni un solo parking. Imaginan la razon? Porque coches hay. Y muchos. Incluyendo viejos Pontiacs y Cadillacas antiguos de los que ya solo se ven en Cuba. Por que no hay parkings subterraneos en Damasco? Pues porque sus calles estan situadas sobre 6.000 anos de historia ininterrumpida. Dice Daniel que el ano pasado abrieron el antiguo Cardo Maximo de los Romanos, la Llamada Via Recta en la Biblia. Ademas de aflorar restos romanos, aparecieron algunos sumerios. Pero, hechas las obras de canalizacion de aguas, todo volvio a ser tapado, claro. Lios, los justos. Se calcula que Damasco ha subido su altura unos seis metros desde su fundacion. A metro cada mil anios. Imaginamos todo lo que habra en ese subsuelo? Damasco era un gran oasis, a la salida del desierto, regado por las frescas y puras aguas de los montes del Antilibano. Un autentico paraido terrenal. No es de extraniar, pues, que todo el que pudo, se instalo aqui, una capital abierta, acogedora y cosmopolita.
Resulta muy especial eso de caminar por calles por las que llevan paseando personas en los ultimos 6.000 anios de forma ininterrumpida. Damasco, otra ciudad que es un mundo en si misma. Un universo. Da vertigo. Y por eso, la Mezquita de los Omeyas es tan especial. Porque se construyo sobre una catedral que se habia construido sobre los restos del templo romano de Jupiter que estaba erigido sobre un gran templo pagano de origen sumerio. La Gran Mezquita de hoy es una virgueria, claro. Pero es un sitio cuadruplemente sagrado, de forma que emana una espiritualidad muy especial.
En fin. Que ustedes pensaban que yo me iba al Libano y se han encontrado con un Al Lens convertido en damasquino, que se ha pateado la ciudad de arriba abajo, incluyendo ese Monte Casion del que hablabamos hace unos dias. Se lo he dicho? Tienen que venir a Damasco antes de que un nuevo lavado de cara termine con una de las ciudades con mas sabor que conozco. Y no le queda mucho. Que cada vez hay mas andamios y escaleras arreglando fachadas y vaciando interiores.
Y ahora que?
Esa es la pregunta del millon. He conocido a algunos de mis companeros de viaje libanes. Todos majos. Es decir, raros. Se les ve viajeros avezados y con experiencia. Cada uno viene mas o menos por libre, aunque ya han hecho amistad al venir en el mismo vuelo y estar en el mismo hotel. Pero me da que me voy a diverir. Y mucho. Con ellos. Y a aprender. Que es igualmente importante.
Salimos para el Libano en un rato y pierdo esta conexion. A ver que encuentro por alla, que quiero seguir contando este viaje casi en vivo y en directo. Es algo que me da la vida. Y me gusta que ustedes lo lean y, si consigo interesarles, mejor que mejor. Tengan en cuenta que escribo sin repasar, sin tachar y sin leer. Lo primero que se me viene a la cabeza de las muchas cosas que van pasando a lo largo del dia. Otras, mil, cien mil, se quedan en el tintero, por supuesto. Es dificil contar a vuela pluma los rostros de la gente. Los ojos claros de los herederos de Persia. Los ojos negros de las mujeres y sus atractivas miradas, cargadas de embrujo y misterio. Me gustaria contarles como el hummus se deshace en la boca o el Moutabel, con el aroma a humo, me hace evocar sabores olvidados. La musica arabe, por las calles, bullanguera. O la mas melancolica que ponen en los restaurantes, a la hora de la cena, como si fueran recitaciones, casi.
Podria hablar del frio que hace estos dias, de la lluvia, casi agua nieve, que nos ha sorprendido hoy despues de amanecer un dia soleado. Del frio que hace en la explanada de la mezquita, descalzo, y de la calidez que imprimen las alfombras del interior. De esa paz que se encuentra en esa Gran Mezquita de los Omeyas, sentado en un rincon, en silencio, viendo a la gente leer sus libros de oraciones o recitar salmodias del Coran.
Sensaciones, sensaciones y sensaciones.
Como anoche, volviendo de la cena, con el Bazar completamente vacio, en contrate con las miles de personas que lo abarrotan de dia. O esos hornos de pan que funcionan las veinticuatro horas del dia, proveyendo alimento para el cuerpo y para el alma, que el olor del pan recien hecho reconforta como el solo.
En fin. Que me voy. Que ahora si vamos al Libano. Que no me pillo ninguna manifestacion ayer y que mi entorno esta tranquilo. Que aun asi os echo de menos, y que todo lo que he contado es cierto… excepto una cosa. Adivinan? Si. Tambien hecho de menos un buen plato de jamon y una Verde bien fria. Por lo demas, el paraiso terrenal. Espero seguir sintiendo este bienestar producido por la luz del Mediterraneo en que nacio la humanidad tal y como la conocemos. Un camino de transformacion que acredita que, efectivamente, este es un gran viaje.
Y en eso estamos. Aprendiendo a saber llegar. Buscando el camino, como deciamos al principio.