BALONCESTO & PATRONATO

La columna de hoy de IDEAL, sobre esa pasión de un servidor, que nos llevó hasta a encargar un cuadro… EL cuadro… ESTE cuadro… y está dedicado a todos mis compis de Peñas baloncestísticas, presentes, pasadas y esperemos que futuras 😉

 

Jugar el Torneo del Patronato Municipal de Deportes de baloncesto es como apuntarte al Facebook, pero en versión activa, deportiva, divertida y físicamente interactiva.

 

El pasado domingo teníamos que jugar a las doce de la mañana. Entré en el flamante pabellón Federico García Lorca y, hablando con Pedro, en el centro de la cancha, estaba Adolfo, un compañero de estudios al que había perdido la pista hace muchos, muchos años. Era el árbitro del partido.

 

Saludos, puesta al día, guiños al pasado, bromas, risas… hasta que llegó el momento de jugar. Entraron los rivales a la cancha y un tremendo tipo con fiero aspecto de guerrero vikingo también saludó afectuosamente a Pedro, que habían jugado juntos en Almuñécar.

 

Me encanta el baloncesto. Imagino que en todos los deportes se darán este tipo de reencuentros, pero el mío es el deporte de la canasta. Adoro la mística que lo envuelve, desde que los mayas lo inventaran en su versión mágica más primitiva, llamándolo sencillamente «Juego de Pelota». Y disfruto con la enorme variedad de situaciones que posibilita, su versatilidad: tiros lejanos, cercanos, penetraciones, mates, driblings… Algunos jugadores se pirran por los triples. Otros, por los mates. Álvaro, por ejemplo, sostiene que un buen pase, en forma de asistencia, hace feliz a dos personas: el que la da y el que anota la canasta.

 

A mí, personalmente, me gustan los rebotes. Sobre todo, los de ataque. Me gusta fajarme en la pintura y coger ese balón loco y libre que vuela por el aire. Es una sensación zen, la de ir en busca de la bola que todos quieren capturar y que sólo puede caer en unas manos: bloquear, medir el tiempo, saltar, atenazar el cuero, rematar la jugada o sacar un contraataque…

 

Enormes amigos he hecho gracias al baloncesto. Amistades forjadas en torno a una afición común que implica compromiso, esfuerzo, sudor, diversión, lesiones, viajes y que, como en el Facebook, sirve para conocer gente nueva, sea en las peñas, en los Intercajas de baloncesto (como ese «bilbaíno» de la BBK, descubierto en Cornellá y que, paradójicamente, vive en Armilla y trabaja en Motril) o en el propio torneo del Patronato, que nos quedamos con la curiosidad de saber qué garitos frecuentan contrincantes como esos duros y aguerridos «The Chosen One», cuyo aspecto se asemejaba al de unos temibles Ángeles del Infierno, larguísimas melenas al viento y tatuajes por doquier y que, sin embargo, no sólo eran unos caballeros en la cancha sino que ponían fuego y tensión a cada minuto del juego, espoleándose y animándose con cada buena jugada que hacían.

 

Así que, por mucho que el Facebook, el Tuenti y demás redes sociales estén tan de moda, nunca olvidemos que el cuerpo a cuerpo, el tú a tú y el boca – oreja siguen siendo las mejores fórmulas para relacionarse, sea dentro de una cancha o junto a la barra de un bar.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.