Un reciente estudio promovido por la Universidad de Obviestown ha concluido que beber agua, elimina la sed. Y señala que, a medio plazo, una continuada ingesta de agua, podría provocar ganas de miccionar. Además, el referido estudio, que ha contado con la participación de mil voluntarios, también indica que, tras la práctica deportiva, beber agua sirve para rehidratar el cuerpo.
Este revolucionario trabajo, dirigido por el célebre doctor F. Farfollen, advierte que tomar el agua muy fría puede conllevar efectos secundarios tales como la inflamación de las amígdalas y/o las anginas. Y, en última instancia, tranquiliza a los bebedores de agua con gas: «los eructos y, en su caso, las flatulencias; no deben alarmar a nadie… más allá de lo puramente decoroso”.
El doctor Farfollen, muy conocido por otras memorables tesis sobre las cualidades caloríficas del fuego o la directa relación entre respirar y seguir viviendo, ha invertido tres años de investigación en el que ha considerado “el estudio definitivo sobre los efectos del consumo de agua en el ser humano”.
Y concluye con una seria advertencia a la ciudadanía: “Moderación. Ante todo, consuman el agua con moderación. Beber más de diez litros al día, además de incontinencia urinaria, podría provocar retención de líquidos”.
Por razones obvias, Farfollen ya suena como candidato al Premio “Vaya Tela” al Estudio más Inútil del Año, financiado con fondos público-privados y sobre cuya cuantía nadie ha querido entrar en detalle: – “La ciencia debe estar por encima del dinero” –ha señalado el gerente de la prestigiosa institución que ha corrido con los gastos de la investigación de Farfollen y su equipo, conformado por diecisiete especialistas de seis países diferentes.
Jesús Lens