Hace unos días, (lean aquí) escribiendo sobre la morcilla, la contraponía al chorizo y aprovechaba para dar ejemplos de elecciones binarias no necesariamente excluyentes, pero que sí tienden a la decantación: Marilyn o Audrey, Hawks o Ford, Beatles o Rolling…
Y hace unas semanas escribía sobre la figura del archienemigo, la némisis, nuestro contrario absoluto. Nuestro reverso tenebroso. Nuestro doble contradictorio. (Lean aquí ese artículo)
Como buen Géminis, me gusta lo binario y soy muy consciente de que tan bien nos definen las cosas que nos gustan como las que nos repelen, nos enojan, nos asquean o, sencillamente, nos disgustan.
El ser o no ser de Hamlet centra a las mil maravillas la cuestión. O se es, o no se es. Y punto. E, insisto, tanto dice que nosotros lo que somos, como lo que no somos. ¿Cuántas elecciones no hacemos en nuestra vida diaria tratando de evitar lo que nos disgusta, más que buscar lo que propiamente nos gusta o nos satisface?
Por ejemplo: ¿PP o PSOE? Por supuesto, hay terceras vías, como IU demostró a lo largo de los años y Cs y Podemos vienen haciendo en los últimos tiempos. Afinemos: ¿Izquierda o derecha?
En cuestión deportiva, ¿fútbol o baloncesto? ¿Real Madrid o Barcelona? También están el Atleti y el Espanyol, pero igualmente generan sus propias dicotomías con los equipos vecinos… y rivales. Como el Betis y el Sevilla. Vayamos más allá: ¿Braza o crol? ¿Velocidad o fondo?
¿Playa o montaña? ¿Campo o ciudad? ¿Avión o tren? (Sic) ¿Escaleras o ascensor? ¿Invierno o verano? ¿Lluvia o sol? ¿Blanco o negro? ¿Pares o nones? ¿Cine o series? ¿Netflix o HBO? ¿Vino o cerveza? ¿Carne o pescado? ¿Té o café? ¿Trasnochar o madrugar? ¿Tierra o asfalto? ¿Subir o bajar?
¿Libro en papel o libro electrónico? ¿Prensa impresa o prensa digital? ¿Arena o chiringuito? ¿Gato o perro? ¿Clásico o moderno? ¿Románico o barroco? ¿Batman o Supermán? ¿Prosa o poesía? ¿DC o Márvel? ¿Figurativo o abstracto? ¿Góngora o Quevedo? ¿París o Londres? ¿Los Ángeles o Nueva York? ¿Trump o…? No. Aquí no funciona lo binario. No hay quien le haga sombra al Rubio de Oro.
Es cierto. No es necesario elegir siempre. Con un poco de suerte, tiempo y paciencia (y dinero); podremos disfrutar gratamente de la mayoría de las opciones planteadas. Pero no es menos cierto que, al final, la vida se juega a cara o cruz.
Jesús Lens