ByE 2: Hijos de la Gran Bretaña

¿Os acordáis de que “Estrellita Castro tiene un bar”? Si no os acordáis, revisadlo. Porque “Barras y Estrellas” continúa, hoy con:

II.- Hijos de la Gran Bretaña

– Es que es gilipollas.

– Mira que eres exagerado.

– Para nada. Es que es gilipollas. Integral. Y punto. Es como cuando estás en la playa, a primera hora, tú solo. Y aparece una familia, con perro, abuelos y niños incluidos. Y van y plantan la sombrilla, la nevera y la barquita inflable justo a tu lado. ¡Coño! ¡No habrá playa!

– Luis, eres un cascarrabias. La gente, a los bares, viene a socializar.

– ¿Es que no me ve, en el extremo más alejado de la barra, tan tranquilo, leyendo el periódico, callado y sin levantar la vista? ¿Por qué tiene que venirse hasta aquí y sentarse a mi lado, a darme la barrila? Si es que hasta me controla lo que tardo en pasar la página.

– Anda, anda. ¡Exagerado!

Justo en ese momento, Antonio volvió del baño y se sentó en su taburete. Levantó la vista por encima del hombro de Luis y dijo:

– ¿Todavía vas por esa página? Como para todo seas tan lento…

Sonrió, Estrellita. Rabió, Luis.

En silencio.

– Entonces, Estrellita, ¿me vas a contar de una vez lo de la barra y el bar?

– Sí hombre sí. Primero fue la barra. Después vino el bar. De hecho, de la barra viene el bar.

– ¿Y por qué se llama barra?

– Por eso de ahí abajo – dijo estrellita, señalando hacia abajo, hacia los pies de sus contertulios. – La barra se llama barra por el lugar en que los clientes aposentáis vuestros pies, cómodamente, mientras nosotros nos deslomamos trabajando, a toda velocidad.

– O sea que las barras se construyeron desde abajo hacia arriba, ¿no?

– Efectivamente. Los ingleses empezaron a llamar barra, también, al murete en el que los clientes depositáis los vasos y tras el que nos parapetamos los camareros. Después, por extensión, se llamó bar a todo el local entero. Y ya sabéis que en esto de los bares, los hijos de la Gran Bretaña son los que marcan tendencia.

Luis había doblado el periódico, dejándolo en la barra y Antonio tenía indudables ganas de seguir hablando, pero habían entrado más clientes así que Estrellita se dio la vuelta, cogió el mando a distancia y subió el volumen de la música. Sonaba lo nuevo de Tom Waits.

No había nada más que decir.

(Continuará)

¡Seguimos!