La dama de oro

El pasado.¡Ay, el pasado! Va uno a ver “La dama de oro” y se pasa la película reafirmándose en su idea de que, para que las heridas cicatricen, es necesario sacarles todo el pus que acumulan en su interior. Que no bastan los paños calientes, las gasas y el agua oxigenada. Que hay que sajar, limpiar profundamente y desinfectar, antes de suturar para que la herida cicatrice.

 La dama de oro Mirren

Y piensas todo esto porque “La dama de oro” cuenta una historia con los nazis como protagonistas. Los nazis, los malos más malos de la historia. Los malos por antonomasia. Aquellos nazis que, antes de asesinar a millones de judíos en los campos de concentración, les despojaron de todos sus bienes materiales, incluyendo obras de arte de valor incalculable.

Robaron, por ejemplo, el “Retrato de Adele Bloch-Bauer I”, popularmente conocido como “La dama de oro”. Un cuadro espectacular, mágico y extraordinario que Gustav Klimt pintó para una de esas familias judías centroeuropeas que gozaban de una desahogada posición económica y que amaban el arte, la música y la cultura.

La dama de oro

Un cuadro tan importante que se convirtió en uno de los iconos de Austria, en una de sus señas de identidad, figurando en uno de los lugares más destacados del Palacio Belvedere que acoge la pinacoteca más importante del país.

Sigue leyendo la reseña en mi espacio Lensanity de la web de Cinema 2000

 

Jesús Lens

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El francotirador

Era complicado no saber nada sobre la última película de Clint Eastwood antes de verla, dado que cuenta una historia basada en hechos reales y muy, muy cercanos en el tiempo, de forma que el estreno de la cinta fue cubierto no solo por las revistas de cine y las secciones de cultura de los medios, sino por las de Internacional, Sociología y hasta en Tribunales.

 AMERICAN SNIPER

Era complicado no encontrarte con Clint y su Francotirador en suplementos dominicales, revistas de la más diversa temática, tertulias de radio y televisión, columnas periodísticas, etcétera. Máxime cuando la película se convirtió en un arrollador éxito de taquilla en Estados Unidos y amasó un buen puñado de candidaturas a los Óscar.

Aun así, conseguí llegar bastante virgen a la sala de cine, sin prejuicios ni ideas preconcebidas.  ¿Y una vez vista?

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Frío. Mucho frío. Aburrimiento no. Pero un frío cercano a lo gélido, sí. Y todavía no sé si era o no era el objetivo de Clint, transmitir al espectador esa sensación de desapego, de distanciamiento. Tampoco tengo claro que la mía sea una sensación compartida por el resto de espectadores.

(Si quieres seguir leyendo mis impresiones sobre la película, date un salto mi Espacio Lensanity, en la web de Cinema 2000)

Jesús Lens

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Ex-Machina

Hay temas que, como hombre de letras, me provocan una inmensa curiosidad y me interesan sobre manera. Por ejemplo, la Inteligencia Artificial.

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Yo, que soy un achantado tecnológico, alucino con los prodigiosos avances científicos de los que es capaz el ser humano. No entendiendo un pijote sobre nada de ello, el Bosón de Higgs, los agujeros de gusano, los viajes interestelares, las dimensiones del cosmos, el Big Bang y otros temas por el estilo me resultan tan enigmáticos como fascinantes. Casi tanto, o más, que la civilización egipcia, por ejemplo.

Y, en ese ranking, la Inteligencia Artificial ocupa un lugar muy alto en la lista. Posiblemente porque, ante la inmensa Estupidez Natural de la que vivimos rodeados; solo en la Inteligencia Artificial podríamos confiar el futuro de la humanidad.

¿O no?

 exmachina

Porque el cine, desde “2001. Una odisea del espacio”, viene asustándonos con los peligros de la Inteligencia Artificial y el momento en que ésta cobre conciencia de sí misma y decida hacerse autónoma del ser humano. Lo hemos comprobado en “Her” y en las relaciones personales o en “El planeta de los simios”, aunque en este caso hablemos más de genética (otro tema apasionante) que de IA.

Se estrena “Ex_Machina”, escrita y dirigida por Alex Garland, y viene avalada por la participación en ella, como consultor, de uno de los grandes gurús del asunto: Murray Shanahan (lean, lean) Una película con un mínimo elenco de actores que, además, se pasan prácticamente el metraje íntegro encerrados en una casa que resulta de lo más opresivo. Como la nave espacial de Hall, pero en la tierra.

 Ex Machina

La idea de la que parte la cinta es sencilla: uno de los grandes científicos del momento selecciona a un empleado de su compañía para que haga un test a una de sus creaciones artificialmente inteligentes: ¿es, realmente, consciente de sí misma o, sencillamente, se limita a hilar frases como un papagayo, reaccionando de acuerdo a los patrones creados por su creador, como una de esas supercomputadoras que juegan al ajedrez y pueden analizar miles y miles de jugadas por minuto; pero que carecen de cualquier atisbo de Inteligencia… tal y como la consideramos los humanos?

Las relaciones entre el científico, el muchacho seleccionado para hacer el Test y el robot están en la base de una película muy interesante, que apenas se permite divagaciones que la alejen de su objetivo final: hacer que el espectador se cuestione qué es la Inteligencia Artificial, cómo funciona… y qué amenaza podría suponer para el futuro del hombre como especie.

 Ex-Machina

Es decir, como “Terminator”, pero sin Gobernador y sin disparos. Porque en “Ex_Machina”, lo importante son las relaciones entre los personajes. Y reacciones. Y las acciones que provocan.

Un guion sencillo y ajustado. Con hallazgos como el del sugerente e hipnótico striptease inverso o como el diseño de producción de las película, que encastra una edificación High Tech en el corazón salvaje de la naturaleza más viva y palpitante. Lo que termina por hacerlo todo especialmente angustioso.

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Una de esas películas que, sin ser una obra maestra; se ven con gusto y, sobre todo, generan controversia y discusión al salir del cine. Lo que siempre resulta de lo más estimulante, ¿verdad?

Jesús Lens

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El libro de la vida

¡Qué gran y agradable sorpresa, esta película de animación, que llega a nuestras pantallas con el sello y el marchamo de garantía del gran Guillermo del Toro!

 El libro de la vida

Aunque sea de producción estadounidense, director, guionistas y compositor de la banda sonora son de ascendencia mexicana y, sobre todo, la historia que cuenta la mágica película está completamente enraizada en la cultura del país azteca, hablando sobre ese famoso Día de los Muertos en el que los cementerios bullen de vida, fiesta, luz y color.

Dos niños. Una niña. Y el amor. Compartido. Tres familias. Un pueblo. Y los mitos, la historia y las tradiciones. El peso de la sangre. Los ancestros. A Manolo le gusta tocar la guitarra y aspira a ser músico, pero apellidarse Sánchez le obliga a ser torero. Sin embargo a Joaquín, su compañero de correrías, convertirse en un gran luchador, no le importa: es lo que se espera de él y es lo que quiere ser. María, por su parte, no está dispuesta a ser una muñequita conformista que dice a todo que sí y a casarse con quién decida su padre…

 El libro de la vida cartel

Efectivamente, un argumento sobre personajes que se niegan a aceptar su destino y que luchan contra él no resulta especialmente novedoso, pero la espectacular y apabullante riqueza visual de la película, su colorido y la desbordante imaginación que se derrama de la pantalla en cada plano; la convierten en una joya, en una delicia, en una exquisitez, en una delicatesen.

(Sigue leyendo la reseña en mi Espacio Lensanity, en la web de Cinema 2000)

Y atento a esta oferta… ¡Para auténticos cinéfilos!

 Polanski

Jesús Lens

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Cambios disruptivos: ¡ojito!

Mi columna de hoy, en el periódico IDEAL. No sé cómo verás la cuestión y si estás o no muy de acuerdo… ¿Eres de cambios disruptivos o tiendes más al lampedusianismo del que “todo cambie para que todo siga (más o menos) igual?

Hay un momento en la película “Detour”, un clásico del cine negro norteamericano de los años 40 del pasado siglo, en que un personaje llama por teléfono a su novia, desde Nueva York a Los Ángeles. Utiliza una cabina y las imágenes, para mostrar lo importante, larga y complicada que es la llamada, muestran a las célebres operadoras, afanándose en meter y sacar las clavijas de conexión en inmensos paneles frente a ellas.

 Disruptivos

Quiso la casualidad que viera esta película poco después de “10.000 kilómetros”, una de las candidatas a los Goya de este año, en que se cuenta la relación a distancia de un chaval de Barcelona con su pareja, que se ha mudado a Los Ángeles. Lo novedoso de la película es que todo su desarrollo está basado en los diálogos, las conversaciones, las broncas y discusiones que mantienen los dos únicos personajes… a través de las novísimas tecnologías de la comunicación. Así, ambos duermen junto a sus portátiles, acompañados por la imagen del otro en pantalla. Hablan por Skype, se comunican por Whatsapp, a través de Facebook, por correo electrónico… hasta un tutorial de cocina on line se hacen, a través de Internet, en vivo y en directo. ¡Un no parar de estar permanentemente comunicados!

 Disruptivos 10000

En unas decenas de años, todo lo referente a la comunicación ha ido sufriendo avances tan prodigiosos que podríamos trazar un larguísimo itinerario de hitos disruptivos, desde el primitivo telégrafo hasta los actuales (y tiranos) Smartphones. Ahora, cuando el Whatsapp se cae un par de horas, las Redes Sociales hierven de indignación. ¡El horror! ¡El horror!

 Disruptivo WhatsApp

Así las cosas, nos hemos acostumbrado a tantos y a tan vertiginosos cambios tecnológicos que nuestra vida cotidiana se nos va quedando atrás, incapaz de proporcionarnos las satisfacciones que debería. Si los teléfonos y las televisiones cambian a tal velocidad, ¿por qué no deberíamos hacerlo nosotros, como personas y como sociedad?

Es entonces cuando empezamos a barajar la posibilidad y el anhelo de cambios disruptivos, también, en la realidad que nos rodea, en nuestro día a día. Solo que no debemos olvidar que esos grandes cambios, excitantes de por sí, además de provocar una brusca ruptura con lo anterior, conllevan la desaparición de costumbres, productos y servicios que eran de uso habitual en la sociedad.

 Disruptivo Televisión curva

Y es que el cambio disruptivo nos hace considerar que todo lo anterior, lo viejo; no solo está desfasado, sino que también es inferior en cuanto a calidad, prestaciones y satisfacciones.

Leo que la plataforma Uber, una disruptiva pesadilla para los taxistas de las grandes ciudades del Primer Mundo, anda estos días muy preocupada por la irrupción de Google en el mercado de los vehículos sin conductor, controlados y conducidos por GPS y por control remoto. Sin que aún haya sido aceptada, utilizada y digerida por buena parte de la sociedad… ¡Uber empieza a estar obsoleta!

Ojito con determinados cambios disruptivos. Que sí. Que su mera anticipación nos excita y nos saca de la abulia y de los cansinos lugares comunes que nos rodean. Pero que, por su propia naturaleza, esos cambios no solo no tienen marcha atrás, sino que no tardan en ser superados por otros que no habíamos sido capaces de prever y anticipar.

 Disruptivo Televisión

Jesús Lens

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