Cuando termino mis entrenamientos más duros, el Sr G., mi entrenador personal informático, más duro que el mismísimo Sargento de Hierro interpretado por Clint Eastwood y más frío que Terminator; me impele a reponer líquidos.
Y me obliga a usar, para ello, unas botellas muy especiales: las Greenyway.
¿Qué por qué?
Porque ese individuo, que parece venido del averno, en el fondo, me quiere y me aprecia. Y vela por mí, por mi salud y por mi bienestar.
Y las bebidas, almacenadas en las botellas Greenyway, ganan. Y mucho. En primer lugar (y cuando pinches aquí lo vas a ver clarito, clarito) porque son botellas de acero inoxidable, que no de aluminio, por lo que no disuelven sustancia alguna.
Además, el tapón de polipropileno es totalmente seguro. Su boca ancha permite meterles hielo y su peso es casi inexistente. Y se puede beber de forma cómoda, sin necesidad de inclinar la botella.
Pero es que, sobre todo, las botellas Greeneway son el mejor remedio para acabar con esa plaga que es el plástico. ¿Visteis lo del cachalote muerto, aparecido en una playa andaluza, con no sé qué infame cantidad de plástico en sus tripas, proveniente de los deshechos de los invernaderos?
El plástico es una plaga. Y con Greenyway contribuyes a mejorar el Medio Ambiente y a desarrollar una filosofía ecologista y sostenible que contribuye, además, a no seguir gastando petróleo a manos llenas (recuerda “Cenital”)
Pero, además de todo ello, es que detrás de Greeneway está Miranda. MIR. Miranda es un tipo inquieto como pocos a los que he conocido. Ingeniero informático y crack del baloncesto (nuestro Kobe Bryant particular), compatibilizó su exigente trabajo en CajaGRANADA con el estudio de una nueva carrera: empresariales.
Y, después, hizo lo que se supone que debemos hacer todos: emprender. Poner en marcha una empresa. Ecológica, además. Y utilizando fuentes de creación colectivas, por ejemplo, para conseguir el mejor diseño y más atractivo diseño para las botellas.
Miranda nos va dando lecciones, una detrás de otra. De lo que es predicar con el ejemplo. Con su trabajo duro, con su constancia y su forma de hacer las cosas.
Yo ya tengo mi Greenyway.
A través de la web, pedidos, catálogos y demás.
Yo no lo dudaría.
Y es que con gente como Miranda, a España le iría de otra manera.
¡Piensa en Verde!
Be Greenyway, My Friend.
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