Cervezas Alhambra nos invita a disfrutar del sabor de la experiencia

Probar diferentes variedades de Cervezas Alhambra, con los ojos tapados, es una inmersión en el placer del descubrimiento sensorial

Una cata a ciegas. De cerveza. Una experiencia sensorial que permite a los participantes disfrutar del olor y el sabor de diferentes modalidades de Cervezas Alhambra, poniendo en juego todos los sentidos para tratar de identificarlas. Menos el de la vista. Al menos, en primera instancia.

Foto de Ramón L. Pérez

Esa es la propuesta que hace Cervezas Alhambra, de cara al final del año. Concretamente, unas jornadas experienciales para impulsar la cultura cervecera en su centro de producción de la Carretera de Murcia, que tendrán lugar los días 27 y 28 de diciembre y que, una vez probadas, podemos decir que resultan de lo más estimulantes, divertidas y aleccionadoras.

La compañía ofrece un programa que comienza con una visita guiada a través de sus instalaciones, donde un maestro cervecero muestra los secretos de la elaboración de sus cervezas y las diferencias entre cada una de las distintas variedades de Cervezas Alhambra.

Es importante, de tanto en tanto, detenernos para mirar a nuestro alrededor y descubrir el origen y las raíces de lo que hacemos. A eso nos invita Cervezas Alhambra en estas jornadas. A conocer el proceso de fabricación de esas cervezas tan nuestras, tan especiales y que tanto nos gustan.

Impresionan los enormes recipientes de cobre en los que se realiza el proceso de cocción de la cerveza. Y resulta curioso y atractivo tener en la mano el lúpulo, olerlo y palparlo; y ver los diferentes colores del mosto a partir del que surgen las diferentes modalidades de cerveza.

Foto de Ramón L. Pérez

Tras esa primera parte de la experiencia sensorial, que nos lleva a conocer el origen del sabor tan especial de las Cervezas Alhambra, pasamos a disfrutar de la cata a ciegas, momento de poner en práctica lo aprendido durante la visita a las salas de cocción… y la experiencia atesorada en las barras de los bares de nuestro entorno.

Probamos tres cervezas diferentes. Con la primera, lo tengo claro. Es la Especial de toda la vida. Me resulta familiar y cercana. Con la segunda, dudo. Creo que es la Roja. Pero me desconcierta la tercera. No la identifico. ¿Será la Milno?

Pero no. Esa tercera cerveza -la segunda sí era la Roja, efectivamente- es una de las novísimas cervezas que integran la gama criada en barrica. En este caso, con aroma a Pedro Ximénez.

Muy interesante, la nueva iniciativa de Cervezas Alhambra, poniendo en el mercado las llamadas “Numeradas”. Se trata de una nueva gama de cervezas, recientemente presentadas, que han sido criadas en barricas que previamente han sido utilizadas en la elaboración diferentes tipos de vinos de Jerez: Amontillado, Palo Cortado y Pedro Ximénez.

De las dos primeras todavía no les puedo comentar, que no las he probado, pero la criada en barrica de Pedro Ximénez tiene toda la fuerza y el sabor de la mejor cerveza, con un toque afrutado que la hace muy, muy singular.

Foto: Ramón L. Pérez

Alfredo Dávila, Director del Centro de Producción de Mahou San Miguel en Granada, comenta el sentido de estas jornadas experienciales: “Estamos muy ilusionados de recibir a los ciudadanos en nuestro centro de producción y de mostrarles nuestra pasión y maestría en la elaboración de nuestras cervezas a través de una actividad inmersiva, educativa y divertida”.

Y, sobre las nuevas modalidades de Cervezas Alhambra y esta original forma de presentarlas, en una cata a ciegas: “Como compañía líder del sector, es nuestra responsabilidad contribuir a elevar la categoría y a que el consumidor valore un producto con enormes matices y posibilidades, especialmente, como gran aliada de la excelente gastronomía local”, añade.

El grupo Mahou San Miguel contribuye activamente al desarrollo económico y social de Granada. En este sentido, en 2017 la cervecera invirtió 2 millones de euros en sus instalaciones granadinas, un 67% más que el año anterior. De esta manera, la compañía reafirma su compromiso con este centro al que ha destinado un total de 10,6 millones de euros en la última década con el objetivo de asegurar su competitividad y sostenibilidad futuras, lo que resulta perceptible al hacer la visita guiada, tanto a las salas de cocción como a la embotelladora.

Además, fiel a su papel como dinamizador de la vida social de la provincia, el grupo Mahou San Miguel sigue colaborando, a lo largo del año, en diversas iniciativas relacionadas con la cultura y el ocio granadino, cuyo apoyo se incrementó un 14%, con respecto al 2016.

Destacan el patrocinio oficial del Granada CF, a través de Cervezas Alhambra, así como del Festival Internacional de Música y Danza, la Feria del Corpus o el festival multicultural Granada Noir; y la puesta en marca de actividades gastronómicas como el certamen “Bocados”.

Las catas a ciegas de Cervezas Alhambra permiten despedir el año con el mejor sabor de boca, disfrutando de una experiencia singular tan divertida como instructiva.

Jesús Lens

Un gourmet solitario, observador y reflexivo

Un par de tebeos nos invitan a reflexionar sobre el acto de comer y nos animan a descubrir nuevos horizontes gastronómicos de inspiración japonesa

Se llama Goro, viste con impecables traje y corbata y no se despega de su maletín. Vive en Tokio, se dedica a la importación y exportación y su vida es un constante ir y venir de reuniones, citas y encuentros, dado que no tiene una tienda u oficina en la que atender a sus clientes.

Al terminar sus reuniones de trabajo, Goro siempre tiene hambre. Y, dada su naturaleza curiosa e inquisitiva, busca nuevos restaurantes en los que saciar su proverbial apetito. En ocasiones, quiere disfrutar de los sabores de siempre. Otras veces, busca nuevos desafíos gustativos. Pero siempre, siempre hace todo lo posible por disfrutar de uno de los ritos más antiguos de la historia de la humanidad: comer.

Goro es el protagonista único de dos tebeos gastronómicos japoneses convertidos en clásicos incontestables: “El gourmet solitario” y “Paseos de un gourmet solitario”, del dibujante Jiro Taniguchi y el guionista Masayuki Kusumi, a través de los que descubriremos visualmente la gastronomía nipona más tradicional, basada en un cuenco de arroz blanco cocido -que funciona al modo de nuestro pan- sobre el que pivotarán infinitas combinaciones de carnes, verduras o pescados.

Publicados con 16 años de diferencia, ambos álbumes están editados en España por Astiberri y son una auténtica delicia, en el doble sentido de la expresión.

A Goro le gusta comer a deshoras. Y solo. Siempre solo. Apenas sabemos nada de su vida: algo de su trabajo, que tuvo una pareja que emigró de Japón, que domina artes marciales… y que disfruta comiendo, por supuesto.

Como le gusta tanto zampar, acude a los restaurantes por la mañana temprano o a mitad de la tarde, huyendo de las aglomeraciones. Le gusta disfrutar con calma y morosidad del almuerzo, sintiéndose a sus anchas, sin verse compelido a engullir su comida a toda velocidad porque hay otros comensales esperando sitio.

¿Cómo, si no, se puede disfrutar de un menú compuesto de sopa de miso con hojas de nabo y tofu frito, espinacas cocidas con aliño de salsa de soja, nabo adobado en salvado de arroz, algas hijiki cocidas, ensalada de patata, sardina al estilo europeo y tofu seco y huevos salteados? O de un fastuoso Udon, aderezado al gusto del comensal…

Goro acude a locales sencillos de diferentes barrios de Tokio, aprovechando sus reuniones comerciales. Casi nunca sabe nada de ellos. Tiene dudas y titubeos. Se deja llevar por impulsos, aromas… y por los gruñidos de su estómago. Entra tímidamente, pide mesa para uno, examina la carta, encarga la comanda… y comienza la aventura.

A Goro le encanta hacer probaturas y mezclar alimentos y sabores. Tomemos como ejemplo el Akamon que pide en el comedor de una célebre universidad de Tokio. Se trata de un guiso de setas shiitake, zanahoria, puerro y carne picada que se sirve con fideos y al que se le puede añadir aceite de guindilla, sihchimi o pimienta roja; a gusto del comensal. O el Teriyaki de Buri a partir del que nuestro héroe irá pidiendo arroz, pescado y huevos fritos, a medida de goza con cada bocado.

Goro es abierto de mente y no le hace ascos a los currys de origen indio, al shumai chino, el kimchi coreano o a los bistecs europeos. Además, prueba sofisticados kits de viaje mientras se desplaza en tren bala o, durante una noche de trabajo e insomnio, busca una máquina de vending y se organiza un fastuoso menú de productos preparados gracias a la más moderna tecnología.

Su gastronómico deambular solitario también le permite a Goro prestar atención a todo lo que ocurre a su alrededor. Reflexiona sobre los cambios operados en los barrios por los que transita, se fija en los detalles que confieren personalidad y carácter a los restaurantes en los que almuerza, curiosea los platos de otros comensales y, por supuesto, presta atención a las conversaciones de los parroquianos que, acodados en la barra, pegan la hebra con los camareros y cocineros del local.

De esa forma, hay mucho de sociología y de psicología en los tebeos de Taniguchi y Kusumi: pocas veces nos mostramos tan auténticos, tan como somos, como en los bares y en los restaurantes de barrio.

Y está la nostalgia, por supuesto. Porque no hay como un bocado de una comida familiar para despertar recuerdos, además de placenteras sensaciones. Aquella cena con un antiguo amor, aquella comida con un buen amigo, aquellos almuerzos de verano que no tenían fin…

“El gourmet solitario” y “Paseos de un gourmet solitario” son una invitación a disfrutar del placer de comer y a descubrir horizontes gastronómicos diferentes a los habituales. Leyendo ambos tebeos, he sentido la irrefrenable tentación de salir a pasear por Granada y visitar los diferentes restaurantes de inspiración nipona que hay en nuestra ciudad, a ver si encuentro un Donburi de anguila con kimosui y encurtidos o el Hanpen negro con algas nori.

Y, sobre todo, me siento impelido a dejarme sorprender por nuevos sabores y combinaciones culinarias orientales que me saquen de los caminos más trillados del sushi y el sashimi.

Jesús Lens

Con la tapa hemos topado

La que se ha liado con las palabras del chef malagueño Dani García, cuyo restaurante acaba de ser reconocido con la tercera Estrella Michelin, a propósito de las tapas en Granada: “Esto que ellos ven como algo positivo, en el mundo de la alta cocina no lo es. ¿Qué es eso de regalar una tapa con una cerveza?”

Granada se ha convertido en la única provincia andaluza sin restaurante estrellado lo que, para una tierra que tiene al turismo como su principal fuente de recursos, resulta incomprensible. ¿Tendrá en ello algo que ver la cultura de la tapa?

Salir de tapas e ir a cenar a un restaurante de alta cocina son actividades que, hoy por hoy, están a años luz en Granada. Son demasiados los bares para los que la tapa es algo que conviene quitarse de encima de forma rápida, sencilla y barata, a base de mucho pan y un relleno de batalla. Lo que interesa es que la gente llene cuanto antes, que la caja se hace con las bebidas.

Otros garitos, sin embargo, consideran la tapa como una muestra de su arte culinario, una mera introducción, una sugestiva invitación a descubrir los tesoros de su carta y las exquisiteces de su cocina. Pero entonces ya no podemos comer o cenar de tapas, una de las aficiones más habituales y queridas para los granadinos… y para tantos y tantos turistas.

Y ahí es dónde radica el quid de la cuestión. Si nos acostumbramos a que se puede “comer” por menos de 10 euros que cuestan 3 cervezas con tres tapones XXL; ¿estamos psicológicamente preparados para gastarnos 50 o 60 euros en un menú degustación de alta cocina?

Hay otras tapas, en Granada…

¿Desvaloriza la tapa el acto de salir a comer a la calle? ¿Lo empobrece? Yo no lo tengo tan claro. Puedo ser uno de los 100 granaínos que más tapas se ha comido a lo largo de su vida. De todos los tipos, tamaños, calidades y colores. Precisamente por eso tengo mis bares de cabecera y otros que no pisaría ni en pleno ataque de hipoglucemia.

Y, créanme, toda una vida embarrado ha hecho que valore la buena cocina como el que más. Que la aprecie, la disfrute y la defienda, convencido de que (casi) no existe una experiencia más placentera, duradera y reconfortante que la buena experiencia gastronómica.

Jesús Lens

Casa Piolas

Casa Piolas: renovada cocina de vanguardia con productos de temporada

Situado en Algarinejo, el restaurante Casa Piolas colabora esta temporada con Diego Gallegos, el “Chef del caviar” de Sollo, establecimiento distinguido con una Estrella Michelín  (AQUÍ la edición online en el Gourmet de IDEAL)  

 

Dirección: C/ Calle Ramón y Cajal, 1. Algarinejo (Granada) Tfno. Reservas: 958 312 251 Jefe de cocina: José Caracuel Gámez. Jefe de sala: Lucía Caracuel Cáliz. Estilo de cocina: Producto de temporada con el sello personal de José Caracuel. Precio medio: A la carta: 35 euros. Menú degustación: 55 euros. Menú del día: No. Imprescindible: Aceitunas, choto y chuletillas Piolas. Capacidad: 40 comensales. Cierra: Lunes y martes. Cerveza: Damm. Café: Candela. Wifi: Sí. Aparcamiento: Aledaños.

El pasado mes de agosto salíamos de Casa Piolas tras una larga conversación con su chef, José Caracuel, en la que nos contaba las ideas que tenía para la nueva temporada. Su propósito era tomarse unas semanas de reflexión y, a la vuelta, ofrecer una renovada propuesta gastronómica que, sin renunciar a sus principios, fuera nueva y diferente. (Leer AQUÍ)

Efectivamente, así ha sido. Casa Piolas se ha reinventado para seguir ofreciendo una cocina de vanguardia que parte de los productos de temporada y de cercanía, siempre interpretados a través del personal sello de Caracuel, impulsor en Granada de la filosofía slow food.

De esta manera, Casa Piolas cambiará su menú cuatro veces al año, adaptándolo a las estaciones, jugando en cada una de ellas con los productos de cada temporada y aprovechando sus características más singulares.

Así por ejemplo, en la brillante y espectacular propuesta gastronómica de Casa Piolas para este otoño se puede disfrutar de un sensacional Ajoverde, pimiento dulce y gallina escabechada; un sorprendente y cromático Tartar de salchichón y betabel; unas tiernísimas, sabrosas y juguetonas Ancas de rana zarandeadas y un suculento bocado de Foie, chocolate y naranja que explota en la boca con toda la intensidad de sabor.

En esta nueva andadura, José Caracuel cuenta con la colaboración de un viejo conocido: el chef Diego Gallegos, cuya andadura profesional arrancó en Casa Piolas y que actualmente goza de una Estrella Michelín en su restaurante Sollo de Fuengirola. Una alianza que resulta perceptible en platos como el Esturión, patata y su jugo o en las increíbles Mollejas y caviar; dos guiños a ese Riofrío tan vinculado a Caracuel y Gallegos, al que no en vano se conoce popularmente como “el chef del caviar”.

Comer en Casa Piolas es hacer un viaje. Un viaje que nos conduce por todos y cada uno de los rincones de nuestra Granada gastronómica, no en vano, el 80% de lo que comemos es de procedencia granadina y otro 15%, andaluza, que el movimiento slow food apela, además de a la calma y a la lentitud, a la relación de proximidad con los proveedores, ese Km. 0 que tanto favorece la economía circular.

En ese sentido, es una alegría constatar que el sensacional menú degustación de Casa Piolas sigue arrancando con una encendida reivindicación de la aceituna, un producto al que estamos tan acostumbrados que, en demasiadas ocasiones, no le concedemos la importancia que tiene.

¡Es flipante el muestrario de aceitunas con que comienza la comida! Todas diferentes, presentadas sobre un racial tronco de olivo, cada una de ellas portadora de una historia, de un sentido, de una explicación. Porque en Casa Piolas, cada bocado cuenta. Sin olvidar a la Gilda, otro de esos bocados a reivindicar y que se presenta en su doble vertiente: con la anchoa ahumada y al natural.

Decíamos que el menú degustación de Casa Piolas es una invitación al viaje que, partiendo de los productos más cercanos, nos conduce lejos. Por ejemplo, a México, con la Ternera de palancal, camote y curry; un plato enormemente evocador gracias a sus sabores de ultramar.

Y de vuelta al terruño, el plato de Lentejas y chuletas al estilo piolas, un homenaje de José Caracuel a su abuela y a la cocina casera que recupera los sabores de toda la vida. Un plato que demuestra que tradición y modernidad no están reñidas.

Una generosa selección de los premiadísimos quesos de la comarca sirven de transición al postre, un cremoso de Miel, polen y flores que se deshace en la boca, seguido de un Chocolate, almendra y granada repleto de matices y texturas.

Otro detalle del menú degustación de Casa Piolas: el exquisito cuidado de los vinos, por supuesto, con un trato muy cariñoso a las bodegas granadinas que mejor trabajo están haciendo. Porque el compromiso con la proximidad también es esto.

Resulta sorprendente cómo José Caracuel ha renovado por completo su menú degustación, aprovechando las sinergias de su colaboración con Diego Gallegos y utilizando Sollo Experience, su taller de I+D+i. Una reinvención que se apoya en la consolidada filosofía y sólidos principios de Casa Piolas para seguir avanzando en la senda de la excelencia, al punto de ofrecer ahora mismo una de las propuestas gastronómicas más excitantes de la provincia de Granada.

Jesús Lens

Paco Morales, el chef de Al Ándalus del siglo XXI

El chef del célebre restaurante cordobés Noor hace cocina de vanguardia partiendo de las raíces gastronómicas de nuestro pasado andalusí

Una de las cocinas más vanguardistas de Andalucía, entre las más y mejor reconocidas del siglo XXI, es una cocina con historia, apegada a las raíces y a la tierra. Una cocina que parte de una cultura específica de nuestro pasado, recuperando un período esplendoroso de nuestra historia, para proyectarlo hacia el futuro.

Hablamos del restaurante cordobés Noor y de su creador, Paco Morales, reconocido con una Estrella Michelin por su oferta “singular y sorprendente, tanto por su estética de raíces árabes como por su propuesta culinaria de inspiración andalusí… eso sí, redimiendo con las técnicas más actuales los sabores, aromas y sutilezas de aquel entonces. ¡Un portentoso foco de “luz” para la gastronomía cordobesa!”.

No son gratuitas esas palabras de la web de la prestigiosa Guía Michelin. Por ejemplo, su referencia a la luz, uno de los significados de la palabra Noor, que también hace referencia a la ligereza, a la espiritualidad.

Paco Morales se crió en la trastienda del negocio familiar, “El asador de Nati”, un asador de pollos especializado en comidas caseras que sus padres regentaban en Córdoba. Allí fue donde, desde muy joven encontró el camino que quería seguir en su vida profesional, más interesado en la cocina de sus padres que por las aulas del colegio.

Tras formarse en el País Vasco, a los 20 años ya era jefe de partida en el restaurante Guggenheim. Trabajó en los célebres restaurantes Mugaritz, donde fue jefe de cocina de la mano de Andoni Luis Adúriz; y en El Bulli de Ferran Adrià. De allí saltó a Madrid, donde estuvo al frente de Senzone dos años.

A esas alturas de su vida, el joven cocinero ya se había hecho acreedor de diversos reconocimientos, premios y galardones, del Cocinero del Siglo XXI otorgado por la Real Academia de Gastronomía al de Cocinero Revelación en Madrid Fusión 2008.

Posteriormente, Paco Morales se estableció en Valencia, donde consiguió su primera Estrella Michelin en 2011, cuando contaba con 29 años de edad. Dos años después decidió volver a su Córdoba natal, al Cañero, su barrio de toda la vida; y crear Noor, su proyecto más personal, un establecimiento que es más, mucho más que un restaurante.

Así se define en su propia página web: “En Noor no solo palpita el día a día de la cocina andalusí de Paco. Es un proyecto cultural del que forma parte el propio restaurante y, además, un espacio de i+D creativo, en el que se procura rescatar el esplendor de la cocina y del servicio al comensal de un Al-Ándalus prodigioso, siempre desde una perspectiva fresca, dinámica y contemporánea”.

Tradición y vanguardia. Historia e investigación. Raíces e innovación. La cocina de los siglos X a XIII -de momento- proyectada al siglo XXI a través de una propuesta gastronómica que no se puede entender, ni disfrutar, sin la filosofía de la que dimana. Cada año, un nuevo menú, compendio de un siglo de sabores para descubrir y degustar gracias a la colaboración de Rosa Tovar, la historiadora y documentalista que apoya la filosofía de Noor.

Así explicaba explicaba Paco Morales su filosofía a la periodista Esperanza Peláez, durante su paso por el reciente Festival de Cine de San Sebastián, que cuenta con una sección dedicada a la gastronomía: “Cuando quieres hacer cocina creativa, la mayor dificultad es diseñar una línea de trabajo que te permita evolucionar. Y cuando llegué a Córdoba, me di cuenta que para nosotros la línea de trabajo histórica era fundamental para poder crear año tras año un mensaje distinto, una propuesta distinta que cada vez sorprenda y guste más a los clientes”.

Una cocina, efectivamente, que cuenta historias y bucea en nuestro pasado, y que anima a Paco Morales a defender la tradición, desde una óptica radicalmente contemporánea: “pienso que en un momento en que los cocineros tenemos una proyección social importante, nuestra labor es ayudar a difundir nuestra cultura y nuestra historia, y más nosotros siendo cordobeses y andaluces. Es muy importante poner en valor, para nosotros, para nuestros hijos, para la sociedad andaluza, nuestro legado cultural, que es fascinante”.

Resulta apasionante seguir la evolución de la carta de Noor. Su andadura comenzó reinterpretando la cocina de Al Andalus del siglo X. Aquel Año 0, como se conoce a aquel ya mítico 2016 en que Noor abrió sus puertas, Paco Morales ofreció una su versión actualizada de lo que se comía en el Palacio de Abderramán III. Por ejemplo, Karim de piñones, melón de primavera, erizo del Sáhara y orégano fresco, el Pichón asado y foie-gras de pato en arena del desierto y cúrcuma. Y, de postre, Furnyya de algarroba y su corteza.

En 2017 llegaron los Reinos de Taifas del siglo XI, con tres menús diferentes: Taifa Eslava, Taifa Bereber y Taifa Andalusí, con obras de arte culinarias como la Antubiya macerada en Asafétida y Tamarindo o el Lomo de gamo; el Nabo Blanco con Tartar de Cordero y Espacias bereberes o el Arnab guisado y asado o el Hammis con trompetas y rosas.

En su tercera temporada, el Año 2, Noor fusiona los siglos XII y XIII, los Imperios Almorávides y Almohades, y se puede disfrutar del Pan de Limón Quemado, bonito semicurado y albaqdunis o Paletilla glaseada de Cordero y su lomo con anchoa y cous-cous vegetal, entre otras exquisiteces.

Terminamos este repaso por la figura de un visionario de la gastronomía andaluza con una frase de Paco Morales que es, en sí misma, toda una declaración de intenciones: “estoy deseando llegar a cómo contaminamos la cocina americana. En México, Perú, Colombia, hay mucha influencia de la cocina árabe”.

En un par de años, a lo más, la suculenta respuesta.

Jesús Lens