Val del Omar: Robot & Duende

Faltaban unos pocos días para la Semana Santa cuando quedé con Mónica y Ángel. En previsión del exigente mes de mayo que teníamos por delante, en mi fuero interno había decidido dar por terminada la temporada de presentaciones, charlas y eventos culturales para concentrarme en la quinta edición de Granada Noir.

Ángel estuvo una hora hablando sobre Val del Omar. Y lo hizo con un conocimiento tan vasto y una pasión tan desaforada que terminamos la reunión buscando una fecha próxima en la que organizar una charla sobre uno de los genios granadinos más desconocidos.

El día ha llegado. Será esta noche, a las diez. En un marco ciertamente incomparable: el patio elíptico del Centro Cultural Memoria de Andalucía. No tengo ni idea de lo que ocurrirá hoy. Porque la idea original de una charla divulgativa que permitiera al público descubrir aspectos originales e inéditos de Val del Omar se ha transformado en una auténtica performance con música diafónica en directo y proyección desbordada.

No me pregunten en qué consiste todo ello. No lo sé. No lo he querido saber. Quiero enfrentarme al espectáculo de esta noche completamente virgen y desprejuiciado, a ver qué efectos me provocan la combinación del encendido discurso de Ángel Arias con la guitarra de su hermano Antonio, la música de Migueline, el violín de José Antonio Rodríguez y las proyecciones de Pepe Ruiz. (Aquí, IDEAL hace un apasionante adelanto)

No habrá sillas. Los espectadores nos situaremos en el fondo del patio y nos someteremos a una experiencia inmersiva. 360 grados para empezar a crear un ámbito sensorium. Con una Especial en la mano, eso sí, que Cervezas Alhambra se ha sumado al evento.

Todo lo que pase hoy forma parte de un plan más ambicioso: reunirnos en la segunda edición del festival Gravite patrocinado por Bankia y hacer una sesión interactiva y participativa con todos ustedes, siguiendo la filosofía del Val del Omar del ‘aprojimamiento’.

Esta noche, una máquina del tiempo parte en busca del espíritu Valdelomariano. Dentro de seis meses comprobaremos qué frutos nos depara este viaje a lo desconocido. ¡Les esperamos!

Jesús Lens

Nutrición del siglo XXI

Ya estamos terminando la primera edición de Gravite, un festival multidisciplinar que esta tarde recala en La Madraza, para disfrutar del magisterio de Juan Varo. El profesor de lingüística nos guiará en un periplo temporal a través de la literatura universal, haciendo diferentes escalas en clásicos imprescindibles de la ciencia ficción que tienen al viaje en el tiempo como eje central.

Aunque seguiremos haciendo diferentes Encuentros Satelitales para maridar historia, ciencia, arte y creatividad, como el viernes 15, en la peña La Platería, donde Juan Pinilla nos guiará en un viaje por la historia y el futuro del flamenco; le echamos el cierre a un festival diferente, nuevo y original que ha sido extraordinariamente bien acogido.

Una de las etapas de Gravite recaló en el restaurante El Claustro. En la pelea por las estrellas, Michelin en este caso, creemos que dar a conocer nuestra gastronomía en el marco de un festival cultural puede sumar y contribuir, aunque sea de forma mínima, a la difusión de las bondades culinarias de Granada.

El insultantemente joven, pero sobradamente preparado chef Rafael Arroyo reinterpretó en clave de cocina contemporánea algunos platos del recetario tradicional granadino, como el puchero de hinojos o el mismísimo plato alpujarreño. Un delicioso viaje a través del sabor del que participaron escritores, artistas, cocineros y periodistas como Javier Olivares, Fernando Marías, Marta Aguilar, Víctor Amela, José Caracuel, Cristina Higueras o Félix J. Palma. Damos fe de que se fueron encantados y enamorados de nuestra cocina.

Antes de la cena, otro de los grandes momentazos del festival patrocinado por Bankia: Ángel Gil, presidente de la Fundación Iberoamericana de Nutrición, impartió una lección magistral sobre la evolución de los alimentos, desde el pasado más remoto hasta el futuro que nos espera.

Dos apuntes: una de las mejores medicinas que existen es la comida. Medicina preventiva. No debería tratarse, solo, de comer para alimentarnos. O por placer. Que también. Pero en los alimentos que decidimos echarnos a la boca hay mucho de salud… o de enfermedad.

Y, de cara a un futuro que ya es presente: la alimentación personalizada. No por gustos, aromas o estímulos visuales. Que también. Pero Ángel Gil nos habló de la personalización a través de nuestro ADN, el único que nos puede decir qué alimentos son realmente buenos, y en qué dosis y cantidades, para cada uno de nosotros.

Jesús Lens

ADN, ingeniería genética y código negro

¿Cuántos científicos se habrán tenido que enfrentar a la coletilla “jugar a ser Dios” a lo largo de la historia de la humanidad, mientras investigaban y trabajaban para mejorar las esperanzas y expectativas de vida de sus congéneres?

El más reciente -que conozcamos- es un científico chino que modificó los genes de dos bebés y que ha admitido otra fecundación con embriones alterados. He Jiankiu se ha declarado orgulloso por los logros conseguidos: “Puede ser la única manera de curar alguna enfermedad… si la tecnología está disponible, podemos ayudar a la gente que lo necesita”, explicó en la Segunda Cumbre de Edición de Genoma Humano, a finales del año pasado.

Sin embargo, sus colegas denuncian que ha traspasado límites éticos y deontológicos, yendo contra los códigos de buenas prácticas. ¡Qué difícil y complicado, delimitar este tipo de fronteras!

Acabo de leer “El error de Clara Ulman”, de la popular actriz, productora y ahora también escritora Cristina Higueras; una novela imprescindible en el actual panorama literario contemporáneo, con la cuestión de la ingeniería genética situada en el centro de la trama.

Descrito como “inquietante y subversivo thriller científico-criminal”, el libro de Cristina Higueras sitúa al lector frente a esa contradicción que, desde tiempos inmemoriales, ha asaltado a los seres humanos: ¿nos estaremos metiendo en terreno privado de Dios?

Como Prometeo, por ejemplo, cuando robó el fuego de los dioses para ponerlo a disposición de la humanidad, ganándose el castigo Zeus. O el mismísimo y celebérrimo doctor Frankenstein, no por casualidad bautizado como el Nuevo Prometo por Mary Shelley.

En el festival GRAVITE, el sábado 2 de febrero, vamos a hablar de todos estos temas. Porque la ingeniería genética fuera de control puede ser el Frankenstein del siglo XXI. Y lo haremos en un espacio mítico de Granada: el Teatrillo del hotel Alhambra Palace, un lugar que es un viaje en el tiempo en sí mismo. Participarán el escritor Fernando Marías, el forense Miguel Botella, el dibujante Javier Olivares -Premio Nacional del Cómic- y la propia Cristina Higueras.

Trazaremos un recorrido por el mito de Frankenstein desde su origen hasta la actualidad. Reflexionaremos sobre su representación gráfica, su conexión con la ciencia forense y la evolución operada en estos doscientos años, desde que Mary Shelley publicó su libro, allá por 1818.

Evolución que ha encontrado un filón extraordinario en las novelas criminales de Cristina Higueras. Si “El extraño del ayer” estaba protagonizada por un forense que se ve involucrado en un enigmático asesinato ritual, el personaje principal de “El error de Clara Ulman” es una científica especializada en genética dispuesta a llevar sus investigaciones hasta donde no se han atrevido sus colegas más osados.

Clones. ¿Quién no ha soñado alguna vez con tener un clon que haga las tareas más ingratas y fatigosas? Un clon que vaya a esa reunión que se prevé insoportable. Un clon que prepare la cena mientras nosotros leemos un par de horas, cómodamente tumbados en el sofá.

Un clon, también, por si necesitamos repuestos de partes de nuestro propio cuerpo. Un hígado, por ejemplo. O un corazón. ¿Por qué esperar el trasplante del órgano de un desconocido y rezar para que nuestro organismo no lo rechace, en caso de que aparezca, pudiendo tener a nuestra disposición, gracias al ADN y a las células madres, duplicados de nuestras propias vísceras?

A Clara Ulman, las cuestiones morales no le afectan. Ella es una brillante científica y, en su trabajo, deja a otros las disquisiciones éticas. Más complicado será, sin embargo, poder avanzar en sus investigaciones sin interferencias. Por ejemplo, de los accionistas mayoritarios de la nueva empresa que la ha contratado, española, trayéndola de vuelta de los Estados Unidos. Un fichaje de campanillas.

Clara despliega una inteligente estrategia para trabajar con desahogo en proyectos llamados a cambiar la historia de la ciencia. Y, sin embargo, cometerá un error de consecuencias imprevisibles.

Trama adictiva, personajes bien trazados y perfectamente creíbles, escenarios tan desasosegantes y asépticos que parecen sacados de una película de David Cronenberg y cuestiones éticas, morales y filosóficas de plena actualidad. ¡Y en formato de thriller!

Lo mejor de la novela de Cristina Higueras es que, a través del punto de vista que adopta a lo largo de la narración, obliga al lector a tomar partido. Y lo hace sin engaños, manipulaciones o subterfugios. La autora plantea una serie de situaciones a las que Clara se debe ir enfrentando a lo largo de la historia, forzándola a actuar en consecuencia. Y convierte al lector en juez. Y parte. Porque el lector se siente continuamente interpelado y concernido por las actitudes, las razones y las justificaciones de Clara. Pero… ¿hasta dónde será capaz de acompañarla?

“El error de Clara Ulman” demuestra, una vez más, que son las mujeres de este país quienes están escribiendo la novela negra y policial más apegada a la actualidad informativa del momento, tratando los temas de mayor relevancia social con gran maestría y una sólida solvencia narrativa y documental.

Jesús Lens

Ciencia y más ciencia

¿Soy yo o cada vez hay más y mejores noticias relacionadas con la ciencia en Granada?

Desde que Gustavo Gómez y yo empezamos a barruntar la idea de poner en marcha un festival relacionado con el viaje en el tiempo, estoy mucho más atento a las informaciones que aparecen en los medios de comunicación relacionadas con ciencia y tecnología. Y lo de los últimos meses es un no parar. Afortunadamente.

La última, de lo más sugerente: “Granada será sede de un evento internacional clave para el acelerador de partículas”. Se trata de un congreso que reunirá en nuestra ciudad… ¡a mil expertos en infraestructuras científicas!

El Big Science Business Forum BSBF 2020 se celebrará en octubre del próximo año con el objetivo “de divulgar las futuras oportunidades de contratación para el sector industrial internacional en el ámbito de las Grandes Instalaciones Científicas europeas”. Movidas muy tochas, o sea, que más allá de los contenidos de los encuentros y las ponencias, dejarán un pastizal en el sector de la hostelería de nuestra ciudad.

Que el AVE haya aterrizado de una maldita vez será capital para conseguir este tipo de grandes citas: el año pasado, los congresos generaron un impacto económico de 25 millones de euros en Granada. Sin embargo, no tener Alta Velocidad supuso dejar de ingresar 7 millones de euros por dicho concepto. ¡Hasta 15 congresos se han “perdido” por culpa del maldito aislamiento ferroviario!

La ciencia va a ser un elemento dinamizador clave de la socio economía granadina, con el PTS, la UGR y, ojalá, con el Acelerador como mascarones de proa. Por los logros científicos y tecnológicos que se vayan consiguiendo en sectores como el biosanitario, por ejemplo, pero sobre todo, por la progresiva conformación de un ecosistema propicio para el florecimiento científico.

De todas las banderas, marcas y etiquetas que ha ido atesorando Granada en estos años, la de Ciudad de la Ciencia será la más importante, la llamada a trascender. Y todo suma. Desde la labor incansable del equipo del Parque de las Ciencias a esas pintadas cuquis sobre las aceras de nuestra ciudad.

Jesús Lens

Justicia para Lorca. Justicia para Penón

En febrero de 1955, Agustín Penón, barcelonés de nacimiento, estadounidense de nacionalidad y enamorado de la poesía de Federico García Lorca, llegó a Granada con la intención de encontrar la respuesta a tres preguntas: ¿Por qué fue asesinado? ¿Quién lo mató? ¿Dónde está enterrado?

Quiso la ¿fortuna? que, nada más alojarse en la pensión Matamoros, Penón fuera conducido a una de esas cenas en las que se come mucho, se bebe más y se termina brindando por todo lo divino y casi todo lo humano.

Cuando la enardecida concurrencia pidió al americano que hablara, Agustín levantó su copa y tras brindar en honor de Pepiniqui, homenajeado aquella noche, y alabar las bondades de nuestra tierra; se vino arriba y pronunció las siguientes palabras:

—Y gracias muy especialmente a España, y sobre todo a Granada, por haber enriquecido al mundo con el mejor poeta que jamás ha existido: ¡Federico García Lorca!

El silencio que se hizo en la sala, repleta de medio centenar de hombres bullangueros -hombres, solo hombres- fue de los que resuenan por siempre jamás. Un silencio ominoso que atrapó a Agustín Penón, lo zarandeó y ya nunca termino de soltarle. Un silencio helador. Un silencio matador, tal y como cuentan Víctor Amela en su reciente “Yo pude salvar a Lorca” y Enrique Bonet en su cómic “La araña del olvido”.

Si son ustedes seguidores habituales de esta sección, el nombre de Agustín Penón les debe resultar familiar. La primera vez que hablé de él fue a comienzos de 2016, deslumbrado por la lectura de “La araña del olvido”. (Leer AQUÍ)

Así comenzaba aquella entrega: “Me ha costado trabajo decidirme a publicar estas notas en El Rincón Oscuro de IDEAL. Porque vincular la figura de Federico García Lorca con el género negro, en Granada, puede parecer uno de esos ejercicios de oportunismo de los que suelo abominar”.

A finales de 2018 seguimos atrapados en la tela de araña de una historia fascinante, negra como el petróleo: en Granada Noir le dedicamos una emocionante jornada de la mano de la Diputación, constituimos una Cofradía laica y popular dedicada a la memoria de Penón y a la de su albacea literaria, Marta Osorio; y nuestro intrépido investigador fue el protagonista del cartel de GRN3.

Otro de los momentos álgidos de nuestra relación con Agustín llegó en febrero de 2017, cuando se anunció que la famosa maleta de Penón, con todo su contenido, se quedaba en Granada, tras la muerte de Marta Osorio, el verano anterior. (Leer AQUÍ)

Y así llegamos al pasado fin de semana, cuando vivimos momentos emocionantes, íntimos y muy sentidos. Se encontraba con nosotros Víctor Amela, extraordinario novelista y periodista, presentando la citada “Yo pude salvar a Lorca”. Aprovechando su paso por Granada, organizamos una ruta por los lugares de Penón. Fue la primera actividad de un nuevo festival que da sus primeros pasos: Gravite, basado en el viaje en el tiempo.

Un Encuentro Satelital en el que, durante unas horas, nos trasladamos a la Granada de 1955 y nos pusimos en la piel de Penón. Y a la Granada de agosto de 1936, reproduciendo algunos de los momentos más dolorosos de la historia de García Lorca.

De la mano de Enrique Bonet y Víctor Amela recorrimos la Chancillería donde Penón halló el certificado de defunción del poeta, por ejemplo. Pasamos por la morada de su amiga Emilia Llanos e hicimos una larga parada en la antigua casa de la familia Rosales, donde Lorca pasó los últimos días, antes de ser prendido por Ruiz Alonso.

Foto: Alfredo Aguilar, en la antigua casa de la familia Rosales, hoy Hotel Reina Cristina

Posteriormente nos trasladamos a Víznar y Alfacar; a las Colonias, la Casita de Papel, los Pozos, el Parque, el Olivo y, por fin, a la Fuente de Aynadamar. A lo largo de todo el recorrido, Amela y Bonet fueron recitando poemas, recreando situaciones y reproduciendo diálogos y encuentros. Sin temor a la exageración: hubo momentos mágicos en los que, literalmente, nos sentimos transportados a otra época.

Y así llegamos al ceremonial último en el que treinta miembros de la Cofradía de Penón recreamos el famoso brindis de Agustín. Un emocionado Amela repitió, palabra por palabra, su canto por Lorca y, al acabar, todos prorrumpimos en gritos, vivas y parabienes: ya que habíamos viajado al pasado, decidimos alterar un hecho lamentable y convertirlo en algo hermoso. En un homenaje. En una fiesta.

Como bien señaló Enrique Bonet, desde la Cofradía de Penón, que está abierta a todo el mundo y no tiene estatutos, sede, carnés, cuotas ni cargos; animamos a conocer la historia de Agustín y a difundirla. También animamos a amar a Federico García Lorca, a leer su poesía y a disfrutar de su teatro. A visitar los lugares lorquianos y a respetar la memoria de los muertos.

Pero también tenemos una pregunta, dirigida a las autoridades competentes que, hace dos años, aseguraron que se iba a quedar en Granada: ¿DÓNDE ESTÁ LA MALETA DE PENÓN?

Jesús Lens