Del periodismo como objeto del Noir

La pasada primavera comentábamos dos novelas negras con el periodismo como eje central de la trama. Una, ’La ciudad de las almas tristes’, de Javier Márquez Sánchez, de la que insisto en destacar este párrafo: “Si se ha inventado algo absurdo en este mundo, además de la cerveza con limón y la televisión 3D, es la carrera de periodismo. Para ser periodista hay que tener curiosidad, instinto de investigación y capacidad para narrar. Y desde luego ninguna de esas tres cosas las enseñaban en la carrera cuando yo estudiaba… El hambre por contar historias, como por las manitas de cerdo, se tiene o no se tiene. El periodismo fue y será un oficio. Lo de la filigrana universitaria es otro cantar”. (AQUÍ la reseña entera)

La otra novela reseñada, igualmente recomendable para lectores con pasión por el periodismo, fue ‘El pozo’, Berna González Harbour, una de las mejores periodistas de este país. A lo largo de la narración, la autora desgrana una serie de reglas básicas de la profesión a partir del proceder de sus personajes. “De esta forma, además de una excelente novela y de una reflexión sobre los límites entre el periodismo y el espectáculo, la autora muestra algunas de las claves esenciales de un oficio para el que, nunca olvidemos a Kapuscinski, los cínicos no deberían servir”, escribía entonces. (Leer AQUÍ la reseña entera). Y recuerden también la interesantísima ‘Regeneración’, de Javier Sanclemente, de la que escribí AQUÍ.

Sigamos avanzando en la relación entre noir y periodismo con ‘Memorias de un reportero indecente’, de Pedro Avilés. Subtitulado como ‘Andanzas, tretas y algún ajuste de cuentas de uno de los últimos periodistas de sucesos’, es un libro de memorias contado el primera persona por uno de los cronistas de nota roja con más pedigrí de nuestro país. Pedro Avilés trabajó muchos años en El Caso, un semanario al que define como “escuela de periodismo de investigación”, y en Interviú.

Hizo cientos de reportajes sobre algunos de los crímenes más macabros de nuestra historia negra y criminal y cubrió temas tan escabrosos como Puerto Hurraco, el crimen del rol o Alcàsser, que marcó un antes y un después en el tratamiento de la información de Sucesos, primando cada vez más el show y el espectáculo, como denuncia Berna.

Lo más interesante: cómo hacían su trabajo los periodistas y qué trucos usaban para conseguir una información especialmente sensible y delicada. Con un estilo directo y sin concesiones, Avilés no se guarda nada en el tintero y ajusta las cuentas, efectivamente, con algunos empresarios de la comunicación sin demasiados escrúpulos. ‘Memorias de un reportero indecente’ es un estupendo ejemplo de literatura de no ficción imprescindible para interesados en el periodismo de verdad, y no en el académico, retomando el principio de esta entrega de El rincón oscuro.

¿Y el futuro de la profesión? Si hacemos caso a Carlos Augusto Casas y su ‘El ministerio de la verdad’, chungo. Pero que muy chungo. Imaginemos que la pandemia no ceja y que, con la excusa de combatirla, llegamos a un 2030 con las libertades cercenadas y las redes sociales convertidas en una inquisición de nuevo cuño, valedoras de la censura 2.0. Existiría un Ministerio de la Verdad encargado de velar por la ‘veracidad’ de cualquier información publicada o emitida. Y todo lo que se saliera de esa versión oficial sería sospechoso o directamente perseguible.

Julia Romero es una joven periodista que cree en el sistema y considera que los viejos periodistas de raza, como su padre, ven fantasmas donde no los hay. Sin embargo, el teórico suicidio de su progenitor le hará cuestionarse todo lo que creía y empezará a investigar. Y lo que va a descubrir da miedo. Mucho miedo. Hasta el punto de que el control exhaustivo de la información puede comprometer al mismísimo régimen democrático.

Jesús Lens

Pulp: mezclum perfecto de western noir

Fue Juan Varo el primero en dar la voz de alarma: ‘Pulp’, el cómic más reciente de esa pareja de baile conformada por Ed Brubaker y Sean Phillips, es de lectura obligatoria para los amantes del género negro y del western. imprescindible para los enamorados del western noir, uno de los géneros mestizos y bastardos más excitantes del siglo XXI.

Después llegó el turno de los premios Eisner de este año. ‘Pulp’ se alzó con el galardón al Mejor Álbum, nada menos, además de estar nominado al Mejor Guion. Palabras mayores. ¿Estaría su lectura a la altura de las expectativas, que eran altísimas? Sí. Y rebasadas. ‘Pulp’ es un álbum para devorar de forma atropellada, ansiosa y compulsiva en una primera lectura y para volver sobre él más tarde de una forma más pausada, contemplativa y reflexiva.

Como buena historia policíaca que es, ‘Pulp’ me atrapó desde su primera página y ya no me soltó hasta llegar a la última, del tirón. Tampoco es un esfuerzo homérico, que son 72 páginas, ¡pero qué 72 páginas! Canela en rama. Oro molido. Al terminar, volví al principio para ir repasando las viñetas, algunas de ellas espectaculares, como buen western que es. Paisajes, duelos y persecuciones a caballo. Callejones oscuros, bares y garitos. Whisky. Mucho whisky. Y tiros. Ensaladas de tiros.

Sería un ejercicio estupendo dedicarse a repasar la cantidad de influencias que el lector avezado y el buen cinéfilo puede encontrar en ‘Pulp’, una obra de aluvión metaliteraria y metacinematográfica que bebe de muchas fuentes. Sin ánimo de ser prolijos, ahí están ‘Liberty Valance’, ‘Grupo salvaje’ y ‘Sin perdón’, tres de las cumbres del western más osado y rompedor. Y Hammett, por supuesto. Hay mucho de Dashiell Hammett en el personaje de Max, protagonista del tebeo.

Ahora toca hablar del argumento. Si con lo leído hasta aquí se va a animar a leer ‘Pulp’, estimado lector, sáltese los dos próximos párrafos. Aunque no haré spoilers, siempre es mejor enfrentarse virgen total a una lectura que nos han recomendado. Y esta, pongo la mano en el fuego, no decepcionará a los amantes del western noir.

Max Winters es un veterano autor de pulps que vive en la Nueva York de los años 30 del siglo pasado, en plena Gran Depresión, escribiendo novelas del Oeste. Más que en el otoño de su existencia, ya ha entrado en el invierno, como bien apunta su apellido. Por eso sufrirá un infarto. Y empezará a ver las cosas de diferente manera. Max sabe bien de lo que escribe dado que él mismo tuvo sus correrías por el Far West en sus años mozos. Y, aunque trata de imprimirle realismo a su obra, su editor no quiere saber nada de ‘moderneces’, pidiéndole que se ciña a lo que los lectores esperan leer.

En aquella Nueva York empiezan a pulular grupúsculos de simpatizantes de los nazis. En Europa aún no se ha desencadenado la II Guerra Mundial, pero Hitler y su partido nacional socialista ya anda haciendo de las suyas. Y ahí entra el liza un antiguo detective de la Pinkerton…

En el origen de este tebeo está un trágico accidente sufrido por Brubaker, que casi se ahogó en el mar. Arrastrado por las aguas embravecidas, batalló media hora contra la corriente hasta que fue salvado por un chaval. Lo siguiente que escribió fue ‘Pulp’, muy influido por el miedo a la muerte y la vulnerabilidad del ser humano.

Y ojo al contraste cromático: la parte de Nueva York presenta tonalidades frías, azules y grises. La del Oeste, vivos naranjas y amarillos fuertes, que el trabajo de Jacob Phillips al color también es esencial. Amantes del western y del noir, háganse con ‘Pulp’, un cómic capital.

Jesús Lens

El tiempo como ingrediente del Noir

Es la película del verano. Se la ama o se la odia. No hay término medio. Para unos es ‘Tiempo’. Para otros, ‘Old’. Para unos es una genialidad. Para otros, un truño. En lo que sí hay coincidencia es en que la idea es maravillosa. Una idea que tiene que ver con el tiempo, lógicamente. Con su paso. Con su falta. Con su peso. Con su ausencia.

El nuevo thriller de M. Night Shyamalan arranca con un prólogo en el que el cineasta se dirige a la cámara para celebrar que nos encontremos de nuevo, él y nosotros, en una sala. Porque, y esto lo tengo muy escrito desde mucho antes de la pandemia, no es lo mismo ver una película que ir al cine. El director explica que filma sus películas para que las veamos en íntima comunión en una sala oscura, rodeados de gente. Efectivamente, es un gustazo ir volviendo, aunque sea poco a poco y con espacios vacíos a nuestro alrededor.

‘Tiempo’ cuenta las vacaciones de una familia estresada en un resort paradisiaco. El hombre está tan pendiente del futuro que no sabe disfrutar del presente. La mujer, sin embargo, está más en el aquí y el ahora. Tienen concepciones diferentes del tiempo, lo que genera fricción.

No les voy a contar nada sobre la trama de ‘Tiempo’, que las películas de Shyamalan se basan en la sorpresa y no quiero ser el aguafiestas que les arruine la función. Sí les diré que me considero equidistante. Ni me ha parecido la obra maestra que defienden unos ni el desastre que critican otros. Hay momentos brillantes, como los planos acuáticos, y otros que bordean el ridículo. Hay actores con pinta de no tener ni idea de qué pintan en pantalla y acertadas resoluciones formales cargadas de poesía y sensibilidad.

Eso sí, tengo la compulsiva necesidad de leer ‘Castillo de arena’, el cómic de Frederic Peeters publicado por Astiberri en que se basa la película y que, paradojas de la vida, surgió como idea para el guion de un filme… que nunca llegó a rodarse. Los caprichos del arte y la creación.

Acabo de leer, más causal que casualmente, ‘La Policía de la Memoria’ novela de la prestigiosa autora japonesa Yoko Ogawa, publicada por Tusquets, y que venía con la vitola de mil y un reconocimientos como Libro del Año. Así se presenta en sociedad: “Una poderosa y delicada novela, de tintes orwellianos, sobre el control social y la memoria”.

En una isla indeterminada de Japón, en un tiempo igualmente indeterminado, desaparecen cosas. Nadie sabe cómo ni por qué, pero un día se desvanecen los pájaros y, al tiempo, lo hacen los perfumes. Desaparecen cosas de forma aleatoria, como por ensalmo, y nunca vuelven a aparecer. Además, los habitantes de la isla no tardan en olvidar que alguna vez existieron. Y si, por casualidad se topan con un recuerdo o una fotografía de los objetos desaparecidos, no tienen ni idea de qué eran ni para qué servían.

En este escenario, la Policía de la Memoria se encarga de eliminar los rastros del pasado. Por ejemplo, una vez desaparecidos los pájaros, se incautarán de guías o cuadernos de campo que contengan fotos o dibujos de aves, harán una hoguera con ellos y los quemarán.

La novela tiene un punto de crítica orwelliana, sin duda, pero para mí es mucho más una parábola sobre el Alzheimer cargada de sensibilidad y en la que pasan muchas cosas, que solo les he hablado del planteamiento de base. Los protagonistas son unos personajazos, maravillosamente trazados, cuya interacción nos sitúa frente a un escenario inquietante que, por desgracia, no puede parecernos ajeno o extraño a los lectores.

Jesús Lens

Deporte y género negro

En principio, no parece un buen maridaje. Y sin embargo, casan bien. Ahora que estamos en plenos Juegos Olímpicos y no dejamos de escuchar el lema ‘Citius, Altius, Fortius’, es necesario recordar que hay deportistas sin empacho en tomar atajos para llegar más rápido, más alto y más fuerte.

El novelista Eugenio Fuentes, un enamorado del deporte de la bicicleta, escribió un novela policíaca centrada en el mundo del ciclismo. En ‘Contrarreloj’ se cuenta el asesinato de Tobias Gros, el favorito e imbatible ganador de las cuatro últimas ediciones del Tour de Francia. El impacto es brutal y se dispara una rumorología que apunta a Santi Mieses, rival que habló con Gros poco antes de su muerte.

Luis Carrión, el director del equipo donde pedalea Mieses, contrata al detective Ricardo Cupido, que anda de espectador de una de las etapas reinas: el ascenso al Tourmalet. A través de sus pesquisas, Cupido se adentra en el pelotón para descubrir al lector los entresijos de la carrera, las rivalidades y hasta enemistades declaradas entre ciclistas o el tantas veces sospechoso trabajo de algunos médicos.

El gran thriller sobre el mundo de la corrupción en el ciclismo, sin embargo, está basado en hechos reales. Y visibles. Públicos y notorios. Porque se desarrollaron a la vista de todo el mundo. No me cansaré de recomendar un documental vertiginoso del año 2013 dirigido por Alex Gibney y titulado ‘La mentira de Lance Armstrong’. El director era amigo del ciclista y uno de sus grandes admiradores.

Comenzó a filmar en 2009 su regreso a la competición, pero fue percibiendo síntomas de que las pertinaces acusaciones de dopaje contra él tenían visos de ser ciertas. Y cambió el objeto de su trabajo: de la devoción a la duda y a la investigación. Cuatro años después, la historia concluye el día en que el ciclista fue desposeído de sus siete maillots amarillos de ganador del Tour. Un trabajo sobresaliente. Además, el año pasado, la ESPN, cadena especializada en deportes, emitió ‘Lance’, con la vitola de ser “el documental definitivo” sobre uno de los estafadores más grandes de la historia del deporte.

Cambiemos el paso. El escritor norteamericano Harlan Coben tiene una serie de novelas policíacas protagonizadas por el personaje Myron Bolitar, un antiguo jugador de baloncesto universitario al que una desgraciada lesión impidió convertirse en profesional y llegar a la NBA. En ‘Motivo de ruptura’, Bolitar aparece convertido en agente de un prometedor jugador de fútbol americano con aspiraciones de alcanzar la NFL y al que todo parece irle bien… hasta que una antigua novia dada por muerta aparece en escena, lo que obligará al protagonista a convertirse, también, en detective privado.

B18. BARCELONA, 09/09/2010.- El escritor norteamericano Harlan Coben, autor de la serie protagonizada por el personaje de Myron Bolitar, ha resultado ganador del IV Premio Internacional de Novela Negra RBA, que, con 125.000 euros, es el mejor dotado del mundo en su categoría. EFE/Xavier Bertral

A partir de ahí, diferentes profesionales del tenis, del golf y del propio baloncesto irán requiriendo los servicios de Bolitar cuando sus carreras se tuerzan por motivos extradeportivos. Porque es un tipo fiable que conoce los entresijos del deporte profesional y a los tipos que pululan entre bambalinas. Una excelente serie de novelas para los amantes del Noir que, además, sean buenos aficionados al deporte.

Terminamos hablando de las apuestas, esa otra lacra que amenaza la limpieza del deporte. Una de las subtramas más interesantes de la serie televisiva ‘Todo por el juego’, que cuenta con dos temporadas.

Describe con todo lujo de detalles cómo se las ingenian las mafias para aprovecharse de los futbolistas más vulnerables y conseguir que jueguen para ellos: les ponen delante de las narices coches deportivos de alta gama, despampanantes mujeres, pases VIP para las mejores discotecas, sustancias tóxico-recreativas… Y cuando pican, aunque sea una sola vez, ya los tienen agarrados por donde más duele.

Jesús Lens

Dos distopías con aroma noir

La nueva novela de ‘nuestra’ Clara Peñalver, nacida en Sevilla, pero más granaína que la malafollá, se titula ‘Sublimación’, es radicalmente distópica y nació como una serie original para Storytel, narrada por Ramón Langa. Pronto hablaremos del auge del audiolibro y de las muchas posibilidades que ofrece, pero hoy me quiero centrar en la novela pura y dura.

Clara Peñalver es una consumada autora de género negro y criminal. En ‘Sublimación’ hay noir, por supuesto, pero también ciencia ficción distópica. Y acción. Mucha acción.

Hasta hace relativamente poco tiempo aún era necesario explicar qué era la distopía. Desde que vivimos inmersos en una de ellas, sin embargo, es un término familiar y cotidiano. Por resumirlo brevemente: es la antiutopía o la utopía negativa. Es una proyección aterradora del futuro que nos espera.

Pandemias, hackeo y piratería informática, pobreza y desigualdad, cambio climático, populismos neofascistas y neocomunistas, corrupción, empoderamiento de grandes bandas criminales y mafiosas… ¿Distopía futurista o descripción de un aquí y un ahora que nos cuesta asumir y sobre el que no actuamos como deberíamos?

La propuesta que Clara Peñalver hace en ‘Sublimación’, publicada por Ediciones B, nos sitúa en un futuro hipotético en que un accidente biológico ha diezmado a la población, lo que hace de la muerte un negocio muy boyante. Deshacerse de los cadáveres es tan perentorio como lucrativo, no en vano el Banco Central de Finados desempeña en la sociedad un papel casi tan importante como el Banco Central al que tan acostumbrados estamos.

Hasta para morirse hay clases. Que se lo pregunten a León, que lo ha empeñado todo para conseguir un trato VIP al cadáver de su hermana. O a Dante, el recién nombrado nuevo gerente del BCF, que se enfrenta a la desaparición de un cuerpo. Y ahí entra Elia Melgar, una periodista de raza que sabe cómo y dónde buscar información, otra de las divisas esenciales por las que se rige el mundo. Adrenalina, crítica social y personajes apasionantes en una novela de la máxima actualidad que vuelve a demostrar el talento de Clara Peñalver.

Con ‘La anomalía’, recién publicada en España, el escritor y matemático francés Hervé Le Tellier ha ganado el prestigioso premio Goncourt. La novela es extraña y fascinante y propone una teoría de lo más inquietante. Un consejo: no lean nada sobre el argumento. Ni siquiera la información de la contraportada del libro editado por Seix Barral. Gracias al consejo de la profesora y activista literaria Puri Manzano, me sumergí en ella sin saber lo que me iba a encontrar y… ¡qué maravilla!

Solo les diré que es una novela coral y metaliteraria en la que cada pieza encaja a la perfección en el mapa trazado por un escritor que pertenece al grupo Oulipo, un taller de experimentación que combina la literatura y las matemáticas. Literatura potencial, se llama. ¡Y qué posibilidades ofrece!

Una novela que tiene parte de thriller, parte de ciencia ficción y una ambición global que te lleva de París a Nueva York, recorriendo otros muchos escenarios en el ínterin, de Londres a Lagos, como en una partida de ajedrez planetaria. Y está el humor, nada desdeñable.

Con referencias a ‘Matrix’, ‘Dune’ y al cine de Christopher Nolan, ‘La anomalía’ es una novela total que podría entrar por derecho propio en la programación de nuestros dos festivales: Granada Noir y Gravite, cabalgando a lomos de un ‘gusano’ cuántico que va camino de un agujero negro.

Le Tellier ya ha vendido los derechos a una productora francesa y no tiene empacho en avanzar que participará activamente en la destrucción del libro, “porque para que esta serie funcione tendremos que romper la estructura de la novela”. ¡Eso es tenerlo claro!

Jesús Lens