La vuelta de Dominique Manotti

Dominique Manotti ha vuelto. De hecho, nunca se fue, pero las veleidades del mercado editorial español han hecho que, durante muchos años, la combativa escritora francesa estuviera desaparecida de los anaqueles de nuestras librerías.

Estamos de enhorabuena, por tanto, ya que la editorial Versátil acaba de editar en nuestro país la novela ‘Oro negro’, publicada originalmente en 2015 por la editorial Gallimard.

Desde el título ya sabemos qué hay de fondo en la trama argumental de una novela en la que, efectivamente, el petróleo desempeña un papel esencial. Y eso que el prólogo, cuya acción transcurre en la Nueva York de 1966, nos hace barruntar que la cosa irá de minerales, diamantes y otras fruslerías, pero la acción no tarda en trasladarse a Marsella, a un año muy especial: 1973.

Si son ustedes buenos aficionados al noir, recordarán una de las grandes películas de la historia del cine: ‘The French Connection’. Dirigida por William Friedkin. En España se estrenó como ‘Contra el imperio de la droga’, pero todo el mundo la conoce por el título original. La trama de la película tiene al tráfico de heroína como elemento central: se embarcaba en el puerto de Marsella y se distribuía por Estados Unidos.

Dicen las malas lenguas más conspiranoicas que aquello fue una operación de estado encaminada a laminar los movimientos contraculturales que sacudieron los Estados Unidos de finales de los sesenta, llenando de caballo los ambientes hippies y rockeros que estaban convulsionando al país. Sin embargo, cuando el consumo de heroína se fue de madre y empezó a enganchar a una juventud más conservadora y bien peinada, las autoridades cortaron el suministro a través de operaciones como la descrita en ‘The French Connection’, sustituyendo los opiáceos por la cocaína colombiana, supuestamente menos letal y destructiva. Y más rentable.

El joven inspector parisino Theodore Daquin llega a Marsella proveniente del Líbano. “Veintisiete años, estudios brillantes, Ciencias Políticas, licenciatura en Derecho, escuela de comisarios de la que ha salido entre los primeros de su promoción, y un año en la Embajada de Francia en Beirut en los servicios de seguridad, muy lejos de la calle marsellesa”.

A su llegada, el domingo 11 de marzo de 1973, un asesinato sacude la ciudad mediterránea. Aunque, en realidad, nada ni nadie queda sacudido, más allá del fiambre tiroteado en plena calle. Porque Marsella está acostumbrada a que la violencia se enseñoree de sus calles tras la mencionada desactivación de la French Connection.

Cuando todavía no ha terminado de instalarse, Daquin se enfrenta a otro asesinato. Y no tardará en producirse un tercero, en Niza. ¿Conexiones entre ellos? Más que probables. El problema es que, cuando Daquin y su equipo empiezan a investigar y a tirar del hilo, se encuentran con reacciones extrañas entre sus propios jefes…

“Tiene el físico poderoso de un jugador de rugby, deporte que practica ocasionalmente, juega como delantero de tercera línea; un rostro cuadrado, enérgico, sin asperezas, ojos y cabellos castaños. Un aspecto bastante corriente, en suma, pero de una presencia intensa cuando se anima”. Además, no tardaremos en saber que Daquin en homosexual. Y no es fácil serlo en la Marsella de comienzos de los 70.

Aunque Daquin ya había protagonizado otras novelas anteriores de Dominique Manotti, en ‘Oro negro’ le descubrimos en su primer caso, cuando todavía es extremadamente joven. De ahí que sea una inmejorable ocasión para conocer a uno de los personajes esenciales del género negro europeo.

“Si te gusta la novela negra y no has leído a Manotti estás de enhorabuena: leyéndola te va a gustar más”. Así escribe Carlos Zanón sobre una autora referencial cuya nueva arribada a nuestras librerías es, efectivamente, una de las noticias más gozosas de este arranque de 2020.

Manotti es una autora que estudió Historia, pero dejó de ejercer como historiadora “porque no me permitía entender mi presente y empecé a dedicarme a la ficción. El trabajo de un historiador cae en el olvido mucho antes que una novela, género mucho más importante que la Historia para dar cuenta del viaje de mi generación”.

Activa militante política y sindicalista convencida, Dominique Manotti utiliza sus novelas para mostrar las contradicciones de un sistema que perpetúa las relaciones de poder, expulsando a todo el que se enfrenta a ellas. Así, sus novelas tratan temas como la especulación inmobiliaria, la corrupción, el tráfico de armas y las relaciones entre el fútbol y el poder político. En este sentido, ¿terminará presentándose Rajoy a las elecciones de la Federación Española de Fútbol, frente a Rubiales e Iker Casillas?

Y una ciudad, Marsella, que es un universo en sí misma. “Una multitud mediterránea, franceses, corsos, italianos, argelinos, todos bronceados y surcados de arrugas, hombres jóvenes en vaqueros y sudaderas, que arrastran los pies calzados con zapatillas de deporte, y viejos proletarios cansados, una mezcla de lenguas y de culturas en un clima de pobreza inquieta”. ¿No es maravillosa, Manotti? Háganse con ‘Oro negro’. La van a gozar.

Jesús Lens

Vuelve Ripley

He esperado a ver si ganaba el Oscar al mejor guion adaptado por ‘El irlandés’ antes de escribir esta entrega del Rincón Oscuro, pero no hubo suerte. Steven Zaillian se fue de vacío. Le ‘birló’ la estatuilla Taika Waititi, por su libreto de ‘Jojo Rabbit’, igual que Quentin Tarantino le ganó la mano en los Globos de Oro. Y eso que el guion de ‘El irlandés’ es prolijo y complejo, con tantos hilos temporales diferentes y esos múltiples personajes sin dejar de entrar y salir de escena.

El caso es que Zaillian está trabajando en el que debe ser uno de los grandes proyectos audiovisuales del futuro más o menos inmediato: la adaptación para la televisión de todo el ciclo literario protagonizado por Tom Ripley, el personaje de cabecera de Patricia Highsmith, en una producción de Showtime.

De todos los personajes de la historia del género negro, Tom Ripley es uno de mis favoritos. No es poli. No es agente del FBI, la CIA o el Tesoro. No es detective privado. Tampoco es un gángster. Ni un chorizo. Ripley es… Ripley. Ripley es un género en sí mismo.

Su nacimiento literario acaeció en 1955, en la novela ‘El talento de Mr. Ripley’, escrita por la texana Patricia Highsmith tras su primer viaje a Europa, costeado por la venta de los derechos cinematográficos de ‘Extraños en un tren’ a Alfred Hitchcock.

Ripley no es un villano al uso. No es un malo de manual. Ripley, tal y como se le ha considerado habitualmente, es amoral. Hace todo lo que tiene que hacer para sobrevivir, adaptándose al entorno, suplantando personalidades, robando, engañando, estafando, falsificando y, si es necesario, matando.

Ripley es un personaje fascinante. Contradictorio, complejo y perturbador. De ahí que la lectura de sus novelas resulte tan adictiva: sabiendo que es un canalla y un taimado vividor, quieres saber cómo se las ingeniará para salir airoso de las diferentes situaciones que se le plantean. Pero es que, además, quieres que lo consiga. Y sufres por él… lo que te convierte en cómplice de sus fechorías. Aunque sea una complicidad por simpatía.

Aquella primera novela de Ripley cosechó un enorme éxito de crítica. Ganó el Gran Premio de Literatura Policíaca y fue finalista del Edgar, uno de los galardones más prestigiosos del noir. Después llegaron ‘La máscara de Ripley’, ‘El juego de Ripley’, ‘Tras los pasos de Ripley’ y la última del ciclo: ‘Ripley en peligro’, publicada en 1991, casi cuarenta años después de su alumbramiento.

Mientras, se fueron sucediendo las adaptaciones cinematográficos. Ripley ha sido Alain Delon, por ejemplo. Y Dennis Hopper, Matt Damon o John Malkovich. La pregunta es: ¿quién le dará vida en la serie de televisión? Posiblemente será el irlandés Andrew Scott, el actor que interpretó a Moriarty, el archienemigo de ‘Sherlock’ en la adaptación al siglo XXI del mito holmesiano. Por su parte, el diletante Dickie Greenleafe será interpretado por Johnny Flynn. Sangre fresca para esta nueva vida de una saga mítica.

El formato que plantea Zaillian es una serie de cinco temporadas —una por libro— con ocho episodios cada una. Pero todo dependerá, como pasa en televisión, del éxito de la temporada anterior. Tomemos como ejemplo lo que ha hecho Showtime con Ray Donovan: después de siete temporadas, se carga la serie… ¡sin cerrarla! Ya les vale. Siete años con Ray para terminar acabando con él de mala manera, sin depararle un final en condiciones. Aunque fuera el de ‘Los Soprano’. No me extraña que el actor Liev Schreiber haya hecho un llamamiento a los aficionados para que exijan a Showtime un final como Dios manda al bueno de Ray.

A Zaillian, ganador del Oscar por ‘La lista de Schindler’, no le es ajeno el formato televisivo, no en vano es cocreador de esa maravilla titulada The Night Of, una de las últimas obras maestras noir de la HBO, junto al novelista y guionista Richard Price. De hecho, dirigió algunos de los episodios, debutando detrás de la cámara.

De momento, Zaillian está buscando exteriores en Italia, donde transcurre buena parte de la trama de la primera aventura de Ripley. Dado que la fecha prevista de estreno es 2021, tenemos tiempo de leer —o releer— las cinco novelas de Highsmith, compiladas por la editorial Anagrama en un único volumen, totémico y escultural, absolutamente imprescindible.

Uno de mis propósitos para este 2020 es disfrutar con historias de seres inexistentes, dobles, fingimientos y suplantadores de personalidad. De entre todos ellos, Ripley es uno de los mejor creados y trazados, que Patricia Highsmith es una maestra del suspense psicológico. ¡Qué ganas de volver a toparme con él!

Jesús Lens

En un lugar solitario

Todos atesoramos recuerdos lectores y cinematográficos que, más allá de argumentos, personajes, tramas y desenlaces, se nos quedan grabados en la memoria de forma indeleble, sin saber por qué.

Me pasaba, por ejemplo, con el arranque de la película ‘En un lugar solitario’, un clásico del cine negro norteamericano dirigido en 1950 por Nicholas Ray e interpretado por Humphrey Bogart y Gloria Grahame.

Al abrir el plano y aparecer el título sobreimpresionado en pantalla, ‘In a lonely place’, una poderosa y recia voz en off lo traducía al castellano: “¡EN UN LUGAR SOLITARIO!” Aquella gente, a falta de respetar la versión original y limitarse a subtitularla en nuestro idioma, sabía cómo captar la atención del televidente.

De la película de Ray, recordaba que me había gustado. Mucho. Pero nada más. No guardaba en mi memoria nada sobre la trama. Ni una secuencia. Ni una acción. Casi que ni un sólo plano. Hasta que vi la portada del libro, publicado en España por Gatopardo ediciones en noviembre del año pasado, con traducción de Ramón de España. Un primer plano de Bogart al teléfono, ataviado con traje y pajarita. Al fondo, Grahame, en la puerta de una habitación, mirándole con una cara que no sabría cómo interpretar. Recordé que Bogart interpretaba a un escritor de guiones de películas metido en problemas en Hollywood… pero nada más, insisto.

Marta Marne, una de las mejores críticas de novela negra y de cuyo criterio siempre hay que fiarse, me recomendó vivamente la lectura de la novela de Dorothy B. Hughes. Esto escribía sobre ella: “Aquellos que aún creen que en los albores del género negro las únicas historias que una escritora tenía capacidad de contar eran aquellas ambientadas en la campiña inglesa con protagonistas de la alta sociedad, deberían echarle un vistazo a esta novela”.

Efectivamente, durante los años 40 del pasado siglo, una autora nacida en Kansas en 1904, que había estudiado periodismo y sólo había publicado un libro de poemas en 1931, antes de casarse; empezó a despacharse con una serie de novelas policiacas de alto voltaje. En concreto, en 1947 vio la luz una historia negra como el carbón, un noir de tomo y lomo en el que aparecía nada más y nada menos que un serial killer. Décadas antes de que ese término fuera acuñado por los especialistas del FBI.

Y con esto no les desvelo nada —¡malditos spoilers!— dado que en la segunda página de la novela, Dorothy B. Hughes escribe lo siguiente: “Podría haberla atrapado fácilmente, pero no lo hizo. Era demasiado pronto. Mejor aguantar hasta haber superado la loma, en el tramo intermedio del camino, y luego acercarse a ella”.

Aunque está escrita en tercera persona, seguimos el desarrollo de los hechos a través de uno de los personajes principales: Dix Steele. Lo que él sepa y vea, sus interpretaciones de los hechos y las conversaciones que escuche o mantenga; serán lo que el lector conozca. Por ejemplo, la continuación del párrafo anterior: “Pegaría un gritito, o puede que sólo suspirara, cuando apareciese a su lado. Y entonces él le diría suavemente “Hola”. Nada más que “hola”, pero ella se asustaría aún más”.

¿Por qué odian tantos hombres a las mujeres? Es una constante a lo largo de la historia. Y no me digan que no lo sabíamos. Que ahí están Jack el Destripador, sin ir más lejos. O este Steele, un aviador que participó en la II Guerra Mundial y que, al volver a casa, no termina de ubicarse: vive de prestado en la casa de un amigo de Los Ángeles que está de viaje y va tirando gracias a la asignación mensual de un familiar de la Costa Este. Le descubrimos solo y desubicado, casi como si de un fantasma se tratara. Hasta que se encuentra con un viejo colega del ejército: Blurb. E igualmente importante: hasta que conoce a Laurel, una vecina.

Quiere la casualidad que Blurb sea inspector de homicidios. Y que forme parte del equipo que investiga la muerte sucesiva de varias chicas en el entorno del condado de LA. ¡Suerte para Dix! Porque, ustedes ya lo saben, Dix es el asesino. Y gracias a su cercanía a Blurb, recién casado con Sylvia, tendrá información de primera mano del desarrollo de la investigación.

Muy interesante el cambio de roles en la novela de Dorothy, con un Dix entregado a Laurel, desesperado cuando no le coge el teléfono y consumido por los celos cuando no va a dormir a casa. Y muy necesario el estudio del comportamiento casi piscopático de una persona celosa.

Así las cosas, entusiasmado por la lectura de un clásico de la literatura negra norteamericana que no conocía, me lancé a ver la película, que se encuentra en el catálogo de Filmin. Mi primer interés: saber qué papel interpretaba Bogart, si el de Dix o el Blurb. ¿Qué piensan ustedes? Lo dejo aquí. De momento. Si tienen curiosidad, vean la película después de leer la novela y, pronto, retomamos esta historia.

Jesús Lens

Novedades literarias muy negras

Una vez pasada la campaña de Navidad y cuando ya estamos en lo más empinado de la cuesta de enero, es buen momento para asomarnos a las novedades del mercado editorial por lo que al género negro y criminal se refiere.

El arranque del 2020 viene cargado de títulos que, a priori, nos permiten anticipar un invierno de lo más ardiente, literariamente hablando, para disfrutar al calor del edredón de horas y horas de lectura, uno de los placeres más sencillos de la vida. Y baratos. Que la relación entre el precio de los libros y las horas de placer que nos deparan, resulta imbatible.

Empezando por España, tres autores protagonizan el banderazo de salida al 2020 libresco: ‘La chica a la que no supiste amar’, de Marta Robles; ‘Progenie’, de Susana Martín Gijón y ‘Dócil’, de Aro Sáinz de la Maza.

Regresa Marta Robles con una nueva aventura protagonizada por el personaje de cabecera de sus novelas policíacas: el detective Tony Roures. ‘La chica a la que no supiste amar’, ganadora del premio Castellón Letras del Mediterráneo 2019 y publicada en Espasa, nos sumerge en el ominoso mundo de la trata de mujeres para la explotación sexual, un tema que está recibiendo el tratamiento literario y cinematográfico que exige gracias al compromiso de escritoras y cineastas como Marta o Mabel Lozano.

Otro caso que comienza con el asalto a una mujer es ‘Progenie’, de Susana Martín Gijón, publicada en la colección especializada en negro de la editorial Alfaguara, escrita a base de capítulos tan cortos como las ráfagas de una metralleta. Maternidad y novela negra no es un binomio que se haya prodigado mucho en la historia de la literatura, por lo que será muy interesante dedicarle atención.

Otro de los imprescindibles del género negro contemporáneo es Aro Sáinz de la Maza, cuyo personaje de cabecera, Milo Malart, ha sido uno de los grandes descubrimientos de los últimos años. ‘Dócil’, publicada por Destino, es la novela más reciente del autor barcelonés, en la que el Mosso d’Escuadra protagonista de la trama se enfrenta a un caso muy sanguinario a la vez que trata de sobrevivir en un mundo y una sociedad que cada vez le resultan más ajenos, fiel a su forma de entender —o no— la vida y las relaciones con los demás.

Uno de los sellos especializados en género negro con mayor rigor selectivo del mercado, Salamandra Black, ha cambiado de año a lo grande, con nuevas entregas de Louise Penny, la autora canadiense que nos hace sentir el frío de Quebec a través de sus páginas. ‘Un destello de luz’ vuelve a estar protagonizada por el obstinado inspector Armand Gamache, siempre empeñado en descubrir la verdad de las cosas e ir más allá de lo aparente, aunque su comprometida actitud le complique la vida.

Otro autor que regresa a los anaqueles de nuestras librerías: el deslenguado Antonio Manzini, cuyo personaje de referencia, Rocco Schiavone, pasa por ser uno de los más políticamente incorrectos del espectro negro-criminal europeo. ‘Polvo y sombra’ nos cuenta la investigación de dos homicidios ocurridos casi simultáneamente: el de una transexual aparecida en el río Dora y el de un hombre cuyo cadáver ha sido encontrado por un pastor y que, de forma incomprensible, lleva anotado el teléfono de Schiavone en un papel hallado en su ropa.

A Camilleri le gustaba la mezcla de humor y melancolía de Schiavone. Su lengua viperina y su personalísima moral, más allá de los convencionalismos al uso. No es mal aval.

Ojo también a ‘El último beso’, uno de los grandes puñetazos en la mesa del noir, dado por el singular James Crumley. Conocido como ‘El poeta de la violencia’, es uno de los clásicos contemporáneos del género, uno de sus grandes revitalizadores, por lo que no es de extrañar que el festival BCNegra, hoy por hoy, el mejor de nuestro país; le vaya a dedicar una mesa redonda doce años después de la muerte de Crumley.

Otra de las editoriales más activas en la cuestión del género negro, thrillers y tramas de misterio es Harper Collins, que arranca el año con ‘El tigre y la duquesa’, de Jordi Solé. La novela comienza con el hallazgo del cadáver de una joven en el barrio gótico de Barcelona. Le toca investigar a Elsa Giralt, cuya carrera está en entredicho tras un accidente fatal que dejó tetrapléjico a su compañero, tiempo atrás. En palabras del escritor Carlos Bassas del Rey, ‘El tigre y la duquesa’ logra algo muy difícil: “enganchar tanto a los incondicionales del thriller como a los fans del policial, y lo hace sin olvidar por el camino a los amantes de una novela negra urbana de corte más clásico”.

Y terminamos recomendando la lectura de un clásico reeditado a finales del pasado año: ‘En un lugar solitario’, de Dorothy B. Hughes, publicada por Gatopardo ediciones y de la que hablaremos más en extenso muy pronto.

Jesús Lens

Música de infierno y locura

En la pasada entrega de los Globos de Oro, una de las series triunfantes fue la prodigiosa ‘Chernobyl’, para mí, la serie del 2019. Al menos, de las que miraban hacia atrás, que ‘Years and Years’ me pareció la joya televisiva anticipatoria del año.

Otra de las grandes vencedoras de la velada fue ‘Joker’, de la que tanto y tan bien hemos escrito en esta misma sección. El premio a Joaquin Phoenix es incontestable. Pero, ¿sabrían ustedes decir, sin consultar en Google, qué otro galardón se llevó la película? Una pista: tiene poderosas conexiones con ‘Chernobyl’.

Hace un par de años le dedicamos este Rincón Oscuro a un músico islandés, Jóhan Jóhannsson, autor de las portentosas bandas sonoras de tres de las mejores películas del cineasta Denis Villeneuve: ‘Prisioneros’, ‘Sicario’ y ‘La llegada’. Lo de ‘Sicario’, en concreto, me parece uno de los trabajos musicales más descomunales de los últimos años.

Jóhannsson, que falleció prematuramente, ya no pudo firmar la música de la segunda entrega de las aventuras de Josh Brolin y Benicio del Toro en la frontera mexicana. Y casi me preocupaba más esa cuestión que la del cambio de director cuando fui a ver ‘El día del soldado’: pocas veces, la música había contribuido tanto a crear una atmósfera angustiosa y desasosegante en el cine negro contemporáneo.

‘Sicario 2’ es uno de esos cada vez menos extraños casos en que la continuación no desmerece del original. El trabajo de Stefano Sollima es incuestionable y Taylor Sheridan volvió a clavar el guion. ¿Y la música? La firmaba otra artista con nombre de protagonista de saga vikinga: Hildur Guonadóttir. Y era igualmente extraordinaria, más allá del merecido y emocionante homenaje a su mentor en el tema final: una reinterpretación de ‘The Beast’, la canción más emblemática de ‘Sicario’.

Nacida en Reikiavik, en 1982, Hildur es una reputada chelista que ha colaborado con diversos grupos de música experimental e independiente, además de llevar adelante sus proyectos en solitario.

A finales de los 90, Guonadóttir empezó a trabajar con el multidisciplinar colectivo filosófico-artístico Kitchen Motors, fundado por el propio Jóhannsson, formando parte de diversas actuaciones y performances.

En 2004, tras un encuentro en el estudio-vivienda de Jóhannsson en Berlín para grabar juntos un tema, todo cambió para la chelista islandesa. “Habíamos encontrado nuestro lenguaje. Es difícil de explicar con palabras dado que nos encontrábamos en un plano que estaba más allá de lo verbal. Nuestras almas se habían fusionado, y así permanecieron desde entonces”, contó tras el trágico fallecimiento de su mentor.

Aunque ya había sido la chelista principal de varias de las bandas sonoras de Jóhannsson, en 2018 compusieron juntos la partitura de la película ‘María Magdalena’, protagonizada por Joaquin Phoenix. Y ese mismo año, ya en solitario, nos maravilló con la citada música de ‘Sicario 2: el día del soldado’.

Entonces llegó la explosión del 2019. ¿Vieron ustedes ‘Chernobyl’? Como les decía al comienzo de estas notas, es una de las grandes maravillas que nos regaló la HBO el pasado año. La capacidad de la música para generar texturas y atmósferas resulta sobresaliente. La frialdad que exudan las imágenes y la música en algunas secuencias es sobrecogedora. Y la tensión. Y la pesada carga de pesadilla industrial.

De hecho, para esta banda sonora, la artista se fue a una central nuclear en funcionamiento, en Lituania, y grabó todos los sonidos que emitía la bestia. En su estudio, también radicado en Berlín, los mezcló, cortó, combinó y amplificó, añadiéndoles su propia voz, como de ultratumba, hasta componer la angustiosa música que le deparó el Emmy.

Y luego está ‘Joker’. Si bien es cierto que las mejores bandas sonoras, como la mejor fotografía o las mejores interpretaciones, son las que no se notan; lo de la música de ‘Joker’ era algo singular: el diálogo entre las imágenes y la música era impecable y la banda sonora de la caída al abismo de la locura de ese cómico ¿fracasado? llamado Arthur Fleck resulta estremecedora.

El in crescendo de la insania del personaje encontraba eco en la música compuesta por Hildur Guonadóttir, cada vez más hipnótica y aterradora. Lo que resulta singular, dado que ella había compuesto la mayor parte de la banda sonora antes de que comenzase la filmación de la película. De hecho, para el director y el protagonista, la música era una fuente de inspiración constante a la hora de preparar la filmación de cada día.

He escuchado, entera, la banda sonora de ‘Joker’ para escribir estas líneas. De hecho, ahora mismo suena el chelo de la música islandesa. Y es una gozada. Espero que, además del Globo de Oro, se lleve el Oscar.

Un último apunte: una vez que el nuevo director del Festival de Música y Danza de Granada ha avanzado que la edición del 2021 se prolongará un mes y se abrirá a disciplinas diferentes a las habituales, ¿qué tal un poquito de música de cine? Si se animan, hagan por traernos a Hildur Guonadóttir. Sería un puntazo, un detallazo… y un exitazo.

Jesús Lens