American Crime: una joya televisiva

Ha sido uno de los grandes descubrimientos de la temporada. “American Crime”, serie de televisión creada y producida por uno de los tipos más singulares del panorama cultural contemporáneo: John Ridley. Y de ella hablamos en El Rincón Oscuro de IDEAL, enlazando con esta otra entrega de la sección, en que hablamos del Acoso como Argumento.

American Crime

Ustedes saben que, actualmente, hay dos tipos de espectadores: los que nos tomamos La Vida en Serie y los que no. Para los seriéfilos, descubrir un nuevo título, vibrante y adictivo, tiene un doble regusto: el flash del descubrimiento, por supuesto. E, íntimamente ligado, saber que tienes por delante varias horas de goce y disfrute audiovisual. Siempre que la serie cumpla con lo que promete, por supuesto. Y “American Crime” cumple. ¡Vaya si cumple!

Hasta la fecha, han sido dos temporadas. Nada que ver la una con la otra, argumentalmente hablando. El único nexo de unión: la investigación de un delito. Y el hecho de que varios actores repiten, aunque sus papeles y sus personajes sean completamente diferentes. Porque en la primera temporada estamos en Modesto, California, donde un veterano de las guerras de Oriente Medio es asesinado en su casa, en el transcurso de un brutal asalto en que su mujer ha quedado malherida. El principal sospechoso: un afroamericano drogadicto con síndrome de abstinencia.

American Crime cartel

En la segunda entrega de “American Crime” cambiamos completamente de registro y nos trasladamos a un instituto privado de Indianápolis. Los jugadores del admirado equipo de baloncesto de la elitista institución académica celebran una fiesta, generosamente regada con alcohol. Al día siguiente, empiezan a aparecer en las Redes Sociales imágenes escandalosas y bochornosas de uno de los alumnos, muy perjudicado. Y comienza el acoso. Y las acusaciones. Graves. Muy graves.

American Crime 2

Lo más importante de ambas temporadas -y lo que distingue a “American Crime” de otras series sobre la investigación de delitos- es que los guiones ponen el acento en las reacciones que las pesquisas provocan en las personas del entorno, tanto de las víctimas como de los sospechosos. Y en el impacto que tienen en la sociedad. Y en la influencia que los medios de comunicación tienen en las investigaciones. Y en el papel que desempeñan los activistas cibernéticos, incluyendo a los hackers que saben cómo hacer filtraciones interesadas. Aunque luego, la cosa corra el peligro de írseles de las manos.

Ahora mismo no hay una serie de televisión que sea más realista, intensa y poliédrica que “American Crime”. Ni que proponga tantos puntos de vista diferentes y, por tanto, que plantee tantos dilemas morales al espectador. Porque todo lo que ocurre en la serie es creíble. Y los golpes de efecto, perfectamente calculados, no solo nos cogen de improviso y nos descolocan por completo, sino que nos cambian el paradigma y nos obligan a replantearnos nuestras certezas y opiniones.

American Crime sospechoso

Y todo ello a través de una narración muy osada y valiente. A ratos, la serie parece un documental, de tan creíble que resulta. O esas conversaciones e interrogatorios en que solo vemos la cara del personaje principal, sus gestos y expresiones. Le contemplamos cuando responde, habla y contesta, pero también mientras es cuestionado y preguntado. La cámara nos obliga a escrutar su rostro, a contemplar su zozobra existencial. Porque en “American Crime” no hay persecuciones, tiroteos ni acción, en el sentido tradicional del término. Hay emociones. Y reacciones. Desaforadas, en unos casos. Contenidas, en otros.

O el detalle de, en mitad de la segunda temporada, trufar uno de los capítulos con entrevistas a profesores y alumnos reales de un colegio en que ocurrieron dramáticos sucesos similares a los que narra “American Crime”. Esos testimonios sirven para contextualizar y entender qué sienten los protagonistas de la ficción, al verse confrontada con una realidad que, por desgracia, salta a los informativos más habitualmente de lo que sería deseable.

American crime Zapatillas

Es necesario dar la enhorabuena al creador, productor y showrunner de la serie, el sorprendente y proteico John Ridley, que atesora un Oscar al Mejor Guion Adaptado por su libreto en “12 años de esclavitud” y que, además de haber participado en la escritura de otras muchas películas, cuenta en su currículum con siete novelas, tres novelas gráficas y una obra de teatro.

American Crime Privilegiados

Su objetivo al afrontar “American Crime”, tal y como él mismo explica: “descubrir el corazón de América, el que late, no el que se vende en la publicidad”. ¡Y vaya si lo descubre! Estamos ante una serie rompedora, diferente y muy exigente con el espectador. Tan exigente como respetuosa. De visión obligatoria.

Jesús Lens

Twitter Lens

El Noir tras el totalitarismo

Aunque había escrito varias novelas durante el régimen totalitarista de Enver Hoxha, uno de los más crueles y letales del otro lado del Telón de Acero, Fatos Kongoli no publicó ninguna de ellas hasta la caída del Muro.

Rincón Oscuro Tres Festival

En España, por su parte, con la excepción de García Pavón, no existió novela negra o policíaca hasta la muerte de Franco y la llegada de la democracia, con las novelas de los pioneros Andreu Martín, Juan Madrid y Manuel Vázquez Montalbán.

Y es que el género negro que ahonda en las contradicciones de la sociedad, que escarba en sus excrecencias e ilumina los rincones oscuros, nunca es del agrado de los poderosos, de los gobernantes, de los que manejan los hilos. Y, por eso, en regímenes totalitarios en los que existe censura, la buena novela negra es un género proscrito, perseguido y condenado al ostracismo.

De todo ello tuvimos ocasión de hablar hace unos días, en el marco del Tres Festival, organizado por la Fundación Tres Culturas en el seno de la Feria del Libro de Granada. La conversación entre un servidor, Lorenzo Silva y Fatos Kongoli se denominaba “Novela negra, radiografía de nuestro tiempo”, y nos sirvió para reflexionar sobre algunos de los rasgos definitorios de un género transversal y que admite múltiples lecturas, encuadres y puntos de vista.

Rincón Oscuro Silva

Por ejemplo, Fatos Kongoli señaló que en Albania no existe la novela negra como tal. De hecho, él no se considera un autor adscrito al género. Sí, es cierto que en “Tirana Blues” hay muertos. Y un policía que investiga los asesinatos. Y algún personaje que desaparece. Y unos mafiosos de medio pelo que pululan por ahí. Pero no hay una investigación policíaca como tal. De hecho, el procedimiento no le interesa a Fatos. Porque él está muy preocupado por desentrañar el pasado, que es el auténtico tema de buena parte de su novelística. La importancia del pasado y su peso en el presente.

Rincón Oscuro Kongoli

Lean, por ejemplo, “Una nulidad de hombre”, publicado por Siruela, la editorial que nos permite acceder a Kongoli en España. Ese hombre que, bajo el régimen de Hoxha, era una hormiga. Un insecto aplastado por el peso del sistema. Un hombre cuyo destino estaba predeterminado. Y que nada podía hacer para cambiarlo. Ni siquiera suicidarse, como confiesa el protagonista en uno de los pasajes más duros y clarividentes: “Me asaltó entonces por segunda vez la idea del suicidio, que aplazaba día y noche con su letal monotonía. No era capaz de tomar una decisión de esa envergadura, yo era demasiado normal y corriente para consumar un acto semejante”.

Rincón Oscuro Fatos Kongoli

Es tanta la preocupación de Kongoli por arrojar luz sobre el pasado que no se ve con fuerzas, ni con tiempo, para escribir sobre el otro tema que tanto le preocupa: la corrupción. Porque la corrupción ha alcanzo en Albania cotas tales que ha sido necesaria la promulgación de una ley específica para descriminalizar un Parlamento en el que se habían introducido las mafias de la droga, los traficantes de armas y los secuestradores de mujeres para dedicarlas a la prostitución.

Lorenzo Silva, por su parte, sí ha escrito sobre el tema de la corrupción. De hecho, la penúltima novela de su serie protagonizada por los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro, “Los cuerpos extraños”, publicada por editorial Destino, parte del hallazgo del cadáver de una alcaldesa en una playa de la costa valenciana.

Rincón Oscuro Lorenzo Silva

¿Se puede escribir novela negra en España, en estos años, sin hablar de la crisis y la corrupción? Complicado de imaginar.

Además, la conversación abierta con Kongoli y Silva llegó justo cuando hemos sabido que, a final del mes de mayo, tendremos nueva entrega protagonizada por el tándem Vila-Chamorro. La novena de la serie. Y “Donde los escorpiones”, también publicada por Destino, nos promete emociones fuertes, que el subteniente Bevilacqua viaja a Afganistán para investigar el asesinato de un militar español en la base española de aquellas tierras. Reconozco que estoy muy ansioso por leerla. Porque la trama nos servirá para conocer un poco mejor el papel de las fuerzas armadas españolas en los conflictos internacionales.

Donde los escorpiones

Para documentarse, Lorenzo Silva estuvo con ellos, con los soldados, conviviendo en la base de Camp Arena, en Herat . Y con ellas. Que en el contingente español desplazado a Afganistán hay muchas mujeres. Y es que el género negro, como estamos viendo, cada vez es más universal y está más globalizado.

Jesús Lens

Twitter Lens

Frente Literario Antiyihadista

Hace unos días, Granada se despertaba alarmada por la detención en Algeciras de una pareja que estaba a punto de viajar a Marruecos para, desde allí, integrarse en el Estado Islámico. Él era de nacionalidad marroquí. Ella, española. Y tenía una hija pequeña, a la que se llevaban consigo.

Frente Antiyihadista

La denominada Operación Sable incluyó el registro de una casa del popular barrio de La Chana en que residían los detenidos y en la que se encontró material informático, teléfonos móviles y bellotas con droga. Según ha trascendido, un hermano del hombre detenido se habría inmolado en Siria y eso había precipitado la intención de la pareja de integrarse en el Estado Islámico.

Un par de días después, en Palma de Mallorca fue detenido otro individuo de nacionalidad marroquí por su estrecha relación con DAESH y por constituir una amenaza para la seguridad nacional.

Y quiere la casualidad que todo esto haya ocurrido mientras leía la novela “El espía que odió a los Beatles”, de Gerardo Errasti Bocourt, publicado por la inquieta y ya imprescindible editorial granadina Esdrújula. Porque la novela en cuestión trata precisamente de la infiltración de espías españoles en el corazón del Estado Islámico. Y arranca con la detención de dos mujeres de ascendencia española que estaban preparadas para dar el paso y viajar a Siria.

El espía que odió a los Beatles

Pero antes de hablar de la trama y los personajes de la novela, detengámonos en el autor de “El espía que odió a los Beatles”, el mencionado Gerardo Errasti Bocourt. Porque es un tipo que sabe bien de lo que habla.

Diremos, brevemente, que a los diecinueve años, hizo compatibles sus estudios universitarios con un trabajo tan ilustrativo como el de miembro de la Dirección General de Seguridad Personal, destinado en el Palacio de la Revolución, con la misión de proteger a Fidel Castro.

Tras licenciarse en 1983, obtuvo el grado de teniente en la Academia Superior del Contraespionaje Cubano. Su principal cometido: reclutar agentes para infiltrarlos en las operaciones de la CIA contra Cuba. Tras abandonar los servicios secretos cubanos, se dedicó a la abogacía y en 1999 marchó a Sudáfrica, invitado por Nelson Mandela. Allí fue donde comenzó a trabajar en temas relacionados con el yihadismo, cooperando con el CNI español y participando en la investigación del atentado terrorista del 11 de marzo de 2004, en Madrid.

Gerardo Errasti

No es de extrañar, por tanto, que sus novelas estén basadas en hechos reales tan trágicos y dolorosos como la muerte del segundo jefe del CNI en Irak, José Antonio Bernal. Y en la traición de Roberto Flórez, ex agente del espionaje español condenado a nueve años de prisión por vender documentos clasificados a Rusia.

Y ahí radica la clave de “El espía que odió a los Beatles”. En el realismo y la máxima actualidad de lo que Gerardo cuenta en 350 páginas que, por momentos, parecen informes extraídos de los archivos de La Casa, como popularmente se conoce al Centro Nacional de Inteligencia español.

La novela cuenta la historia de Carlos y Lisa, dos infiltrados en el islamismo integrista llamados a desempeñar una importantísima misión: viajar a Siria, al corazón del Califato en Raqqa, para tratar de localizar a un grupo de secuestrados occidentales, entre los que se encuentra el periodista estadounidense James Foley.

James Foley

Una operación de máximo riesgo organizada conjuntamente por el CNI y por la CIA norteamericana. Una operación autorizada y monitorizada por Obama, en la que el despliegue tecnológico de rastreadores, satélites y drones dependerá del éxito, o no, de la infiltración realizada por Carlos. Y de la tapadera que Lisa consiga proporcionarle.

Porque vivimos en un mundo globalizado en el que la información fluye de forma incesante. En todos los sentidos. Y en todas direcciones. De ahí que una palabra de más, o de menos, pueda resultar fatal.

Gerardo Errasti ha escrito la novela de más actualidad que se pueda imaginar, mezclando la realidad y la ficción en un cóctel literario de lo más sugerente para los lectores. Una novela que sigue el canon de los grandes clásicos de la literatura protagonizada por espías, como John le Carré o Frederic Forsyth, pero desde una óptica y una visión muy españolas.

Raqqa

Lo que hace de “El espía que odió a los Beatles” una narración especialmente inquietante, máxime, a la vista de acontecimientos recientes como los comentados al comienzo de este artículo.

Jesús Lens

Twitter Lens

Juan Madrid, Maestro del Noir

Cuando los demás van, Juan Madrid ya ha vuelto. Y además, lo ha contado. Brillantemente. Con contundencia. Brutalidad, incluso. La corrupción urbanística, sin ir más lejos.

Ahora que buena parte de las páginas de los periódicos se están escribiendo con tinta Noir, hay que recordar que ya en 2002, Juan Madrid publicó su novela “Grupo de noche”, en la que una trama de corrupción inmobiliaria era la gran protagonista de la historia. En este caso, se trataba de Lavapiés. Pero lo que contaba el autor podría ser extensible a otras ciudades.

Juan Madrid Grupo de Noche

Y “Grupo de noche”, además del apasionante tema que trataba, nos devolvía a los lectores a uno de los personajes clave del género policíaco español: Toni Romano.

Toni Romano, también conocido como Toni Carpintero, es un cobrador de deudas con muchos ex en su currículum: ex boxeador, por ejemplo. Y ex policía. Un tipo duro que se mueve por un Madrid turbio, oscuro y que en nada se parece a lo que nos venden las oficinas de turismo. A Toni lo conocimos en “Beso de amigo”, la primera novela policíaca publicada por Juan Madrid. Desde entonces, ha aparecido en otras siete novelas del autor malagueño afincado en Salobreña. La última, la excitante “Bares nocturnos”.

Juan Madrid Bares Nocturnos

Y la antepenúltima: “Adiós princesa”, en la que Toni ha de investigar la muerte de una periodista que había conocido a un príncipe y soñaba con ser princesa. Ustedes entienden…

Las novelas de Juan Madrid también son una excelente lección de metaliteratura. Otro de sus personajes de cabecera, Juan Delforo, le sirve para hablar sobre las necesarias relaciones que hay entre la realidad y la ficción, entre el arte y la vida. Como si pudieran separase las unas de las otras.

Por eso, en “Los hombres mojados no temen la lluvia”, novela galardonada con el Premio Fernando Quiñones y publicada por Alianza Editorial, resulta un magnífico compendio de la narrativa de Juan Madrid. Más que ser una novela suya, la novela es él, el propio Juan, un pedazo de su ser, como si se lo hubiera arrancado de las vísceras, de las entrañas; y lo hubiera convertido en papel.

Juan Madrid

En esta novela están todas las tesis de Juan Madrid sobre el presente en que sobrevivimos, el pasado del que venimos y el futuro que no alcanzaremos. Está su manifiesto para una literatura útil y están las manías, necesidades, frustraciones y costumbres de los escritores.

Está la España del pelotazo, la España sobrecogida y la sobre-cogedora, la España amoral y sinvergüenza; esa España casposa que sigue apestando a pelo de la dehesa, por mucho que se bañe en Channel Número 5 cada noche, antes de irse a dormir.

En “Los hombres mojados no temen la lluvia” hay mujeres devoradoras, fuertes, letales y duras como el pedernal. Y un poco cabronas, también. Y hay hombres confusos -mojados y sin mojar- golpeados por el destino, por mucho que estén convencidos de controlar la situación. Y hay bares. Muchos bares, que sirven para contextualizar a las personas que pasan por ellos, se acodan en sus barras y se emborrachan en sus mesas.

Juan Madrid Los hombres mojados no temen la lluvia

Pero Juan Madrid, además de novelista y periodista de raza, también es un excelente cuentista, como se acredita con la reciente publicación de sus “Cuentos completos”, en Ediciones B. Y un impresionante guionista, que suyos son los libretos de la mítica serie “Brigada Central”, protagonizada por Imanol Arias en el papel de Flores, un policía gitano y que Juan ha novelizado y comprimido en tres volúmenes, igualmente publicados por Ediciones B.

Juan Madrid Brigada Central

Otra faceta imprescindible que hay que recordar de Juan Madrid es su compromiso con la literatura juvenil, de la que es igualmente maestro y, gracias a cuyas novelas, muchos jóvenes se han enganchado felizmente a la lectura.

Y Juan también es profesor. Y director de cine. Y, sobre todo, es una de esas personas que consiguen que ocurran cosas a su alrededor. Como la excelente Muestra de Cine Negro y Denuncia Social de Salobreña, que ya ha cumplido brillantemente su quinta edición.

Por todo ello, el festival Granada Noir le hizo entrega a Juan Madrid del I Premio Granada Noir a una carrera artística vinculada al género policíaco.

Juan Madrid Granada Noir

Porque él, junto a Manuel Vázquez Montalbán, Andreu Martín y Mariano Sánchez Soler, pusieron los cimientos sobre los que se apoya un Noir que hoy, en España, goza de una extraordinaria salud.

Jesús Lens

Twitter Lens

Noir con sabor

En dos de las últimas novelas policíacas que he leído, la gastronomía juega un papel determinante, más allá de lo puramente folklórico o costumbrista. De hecho, “El bouquet del miedo”, de Xabier Gutiérrez, publicada por la editorial Destino, se desarrolla íntegramente entre fogones, viñas, bodegas y programas televisivos dedicados a la cocina.

El bouquel del miedo

Todo comienza cuando, unos días antes de la vendimia, la enóloga  Esperanza Moreno aparece degollada en su casa de San Sebastián y su sangre derramada se mezcla con un exquisito vino de poderoso aroma. Su compañero sentimental, Roberto, que trabaja como cámara en un famoso programa de televisión dedicado a la cocina, ha desaparecido sin dejar rastro. Mientras, las uvas siguen madurando, ajenas a las pasiones humanas más salvajemente desatadas.

Es interesante la novela de Xabier Gutiérrez, especialmente los pasajes que transcurren en La Rioja alavesa. No es de extrañar: Xabier es el responsable del departamento de innovación del restaurante Arzak, ha escrito doce libros de cocina, otros cinco de estética culinaria y, además, es psicólogo. ¡Excelentes ingredientes para escribir novelas negras con aroma y sabor!

El aroma del crimen

Y tenemos “Cuando éramos ángeles”, de Beatriz Rodríguez, publicado por Seix Barral, y de la que hablamos AQUÍ. En este caso, la acción transcurre en un pequeño pueblo, a caballo entre dos épocas. Una novela sobre la adolescencia y el difícil tránsito hacia la vida adulta que enfrenta a los personajes que eran, cuando todas las ilusiones y las posibilidades estaban intactas; con lo que han terminado siendo.

“Cuando éramos ángeles” también arranca con un asesinato. En este caso, han matado a Fran Borrego, uno de aquellos jovencitos que ya apuntaban maneras: líder ¿natural?, chulito y con propensión al mando y la tiranía. Por todo ello, posibles sospechosos, hay muchos.

Cuando éramos ángeles Beatriz Rodríguez

Y la cocina, las recetas tradicionales y las charlas alrededor de la comida también desempeñan un papel básico en la novela de Beatriz Rodríguez. Primero, porque son un inmejorable recurso narrativo que permite conectar de forma natural las dos épocas en las que transcurre la trama. Y, también, porque el entorno rural en que se desarrolla la acción resulta propicio para que determinados personajes se detengan a cocinar esa sangre encebollada, la asadura o las habichuelas en escabeche que, además, sirven para titular algunos capítulos.

Comidas con aroma y sabor. Fuertes y contundentes. Con personalidad. Y es que la gastronomía es un recurso narrativo con mucha tradición en el Noir mediterráneo. Mientras que los personajes norteamericanos beben bourbon hasta agujerearse el hígado y castigan sus estómagos a base de pizzas y hamburguesas; los españoles, italianos, franceses y griegos son más dados a la buena mesa.

Cuando éramos ángeles

Todo comenzó, por supuesto, con Manuel Vázquez Montalbán y su mítico Pepe Carvalho, el cínico y descreído detective privado que, tras su paso por la CIA, ya solo creía en la amistad sin compromisos… y en la buena comida.

En todas las novelas de la serie Carvalho, el protagonista visita algún restaurante reconocido cuando le toca viajar por España o, comprando él mismo los ingredientes en el mercado de La Boquería barcelonés, cocina algunos platos espectaculares cuando se queda en la ciudad condal. Tan es así que Planeta publicó “Las recetas de Carvalho”, una selección de algunos de los platos más memorables engullidos por el detective más famoso de las letras españolas. Por fortuna, tras el cierre del añorado Casa Leopoldo del Raval, todavía quedan en Barcelona restaurantes que recuerdan el paso de MVM por sus mesas y barras con emocionantes placas y cerámicas conmemorativas, como el encantador Can Lluís.

Las recetas de Carvalho

Autores canarios como Antonio Lozano también han sido embajadores de la singular cocina isleña en sus novelas policíacas, que sus personajes son amigos de la buena mesa. Y es que la investigación más sesuda y profesional, para ser efectiva en un país como España, exige hablar con camareros y restauradores; posiblemente los mejores conocedores de la realidad que nos rodea. Al que aparece en “La sombra del Minotauro” (Almuzara), le tomarán cariño desde la primera página.

Antonio Lozano

Y una joya que vincula la gastronomía con la literatura policíaca: el sabrosísimo “Manual práctico de cocina negra y criminal” de Montse Clavé, en el que el lector aprenderá a cocinar los platos que aparecen en las novelas de Camilleri, Izzo, Leon, Simenon, Mankell o Markaris, a la vez que recuerda a sus personajes y algunas de las aventuras que protagonizaron.

Manual Práctico de Cocina Negra y Criminal

Y es que la buena literatura también es cuestión de sabor.

Jesús Lens

Twitter Lens