TWITTERING

Entrar no vamos muchas entradas. Fijo. Pero el Twitter, que lo tienen ahí arriba, a la derecha, es más fácil de gestionar, desde el móvil. Por ahí iremos contando, en breve, qué hacemos, por dónde andamos, qué vemos, qué recomendamos.
En Agüimes, todo de fábula, trato exaquisito, diversión a raudales, gente extraordinaria y mucho y excelente teatro.
Lo dicho. A la derecha y de forma telegráfica, ariba del todo, un diario online e hiperbreve de nuestro periplo. Así nos servirá como Bloc de Notas, para recordar cada momento a la vuelta.
Si quieren seguirnos, ahí tienen la mejor herramienta, lupa de Sherlock Holmes.
PD.- Dejamos enlace con un reportaje que publicamos en IDEAL, el pasado sábado: «Crímenes bajo el sol literario». Porque los asesinos y ladrones no descansan… ni en vacaciones.
Gracias a los amigos de NOVELPOL por los consejos y recomendaciones.
Jesús Lens.

KAPUSCINSKI: LAS MIRADAS DE ÁFRICA

Hoy, en IDEAL, hacemos crónica de Cines del Sur: Kapuscinski busca encontrar al otro, descubrir a las personas, a través de su mirada.

El periodista, escritor y humanista Ryszard Kapuscinski es uno de los protagonistas, in memoriam, de la segunda edición de Cines del Sur. El festival granadino ha querido hacer un merecido y necesario homenaje a unas de las personalidades más sinceras y honestas de la historia del periodismo moderno, un hombre íntegro con una mirada limpia, tierna y emotiva hacia todas las personas con que se fue cruzando en sus decenas de años de viajes por los países más pobres del mundo.

África es, posiblemente, el continente que con más fuerza cautivó al polaco y, por eso, Cines del Sur nos presenta una magistral exposición de fotografías que, bajo el título de “Ryszard Kapuscinski. África en la mirada”, ha sido brillantemente comisariada por Mariano Maresca.

A través de estas sugerentes imágenes, el periodista nos muestra rostros, miradas y expresiones de algunas de esas personas anónimas con quiénes se encontró a lo largo de los años en que vivió en África. Su objetivo: el encuentro con el otro, el descubrimiento de los seres humanos. Por eso, la gran protagonista de esta exposición es la mirada que nos devuelven esas personas sin nombre, pero de enorme entereza y gran dignidad. Miradas alegres, tristes, pícaras, airadas, enfebrecidas, orgullosas, rendidas. Miradas que cuentan historias. Miradas que transmiten sensaciones. Miradas que provocan la curiosidad del espectador, le generan incertidumbres, le suscitan dudas, le despiertan interés.


Exactamente igual que ocurre con la película “Viaje imperfecto”, realizada por el propio Kapuscinski junto al director Haile Gerima, en la que se cuenta el viaje que ambos emprendieron entre las ciudades etíopes de Gondar y Adis Abeba, a la caída del régimen comunista.


La película-documental fue presentada por Mariano Maresca y por Taysir Alouny, periodista de la cadena Al Jazzera. Hablando sobre el trabajo de los corresponsales de prensa, Maresca recordaba el título de un libro mítico del escritor polaco: “Los cínicos no sirven para este oficio”. Alouny no podía sino sonreír, recordando a ciertos compañeros de profesión a los que el consejo les habría venido muy bien. Porque, en la guerra, sostuvieron ambos presentadores, la primera víctima es siempre la verdad. “Sobre todo desde que las superpotencias decidieron matar al mensajero”, ironizó Alouny, quién recordó a algunos compañeros suyos, asesinados impunemente en Afganistán e Irak y a otro, detenido en Guantánamo durante siete años.


En su película, Kapuscinski y Gerima van deteniendo el coche en que viajan en diversos lugares, buscando el encuentro con personas distintas. Primero, un grupo de jóvenes de las montañas que, para ir a clase, han de caminar durante dos horas. Y, aún así, fían todo su futuro a la educación.

«Ébano», la mejor lectura para enamorarse de África.

Después, los autores de la película se detienen en una población, para hablar con algunas personas cuyos familiares fueron secuestrados, vejados, torturados y asesinados por el régimen del Terror Rojo de Mengistu. Las familias, con lágrimas en los ojos y la voz quebrada, cuentan cómo perdieron a hermanos e hijos y cómo después, por fin, pudieron darles un entierro digno.

En el tercer bloque temático de “El viaje imperfecto”, los directores hablan del trágico legado de la Guerra Fría en África y se hacen una pregunta: ¿puede el futuro romper con el pasado? Profesores e intelectuales tratan de dar una respuesta que, por lo general, es negativa. No es fácil romper con un pasado que ha provocado muerte, sembrado odio y quebrado la confianza de millones de personas.

Y, por eso, al presente le cuesta tanto trabajo abrirse camino entre sus rescoldos. Porque, como señala una de las entrevistadas, una clarividente chica de treinta años, la paz no es sólo acabar con la guerra, sino terminar con el hambre, la pobreza, las enfermedades y la desigualdad.

De todo ello nos ha dejado Kapuscinski un inmejorable ejemplo, en un imprescindible legado literario, fotográfico y documental que Cines del Sur hace muy bien en recuperar y reivindicar.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

Etiquetas: , , , , , ,

DUENDES DE IMPRENTA

Antes, cuando no había tanto procesador de textos y los periódicos se componían, letra a letra, en las imprentas; era usual que, ante una errata o falta de ortografía, los articulistas nos refiriéramos a esos misteriosos Duendes que cambiaban las letras de sitio, jugando con nuestra prosa.

Desde que Microsoft y Bill Gates pusieron a nuestra disposición el Word, el Outlook y otras herramientas por el estilo, ya no quedan Duendes en las rotativas. Hay falta de atención, prisas o desinterés a la hora de escribir un texto y enviarlo para su publicación, pero, con la moderna infografía, los Duendes se han quedado sin alimento para su voraz apetito, habiendo tenido que mudarse a otros lares.

A los Duendes gamberros, malotes y sinvergüenzas, me refiero. Porque en los periódicos sigue habiendo otros Duendes. Buenos, en este caso. Duendes dotados de una creatividad sin límites, de una imaginación sin igual y de una profesionalidad rayana en la perfección.

Para los colaboradores externos en prensa, sobre todo para los achantados tecnológicos de formación literaria y querencia por las letras, lo que hacen estos Duendes es un auténtico milagro.

Estamos en casa, trabajando con el portátil en un artículo sobre esas secuencias de cine que ya forman parte de nuestro acervo cultural, sentados en nuestra terraza, consultado nuestros libros, tirando de memoria y dándole duro al Youtube. Terminamos de juntar un puñado de miles de palabras, las repasamos, creemos que han quedado bien, pero siempre nos asaltan las dudas. ¿Habremos metido demasiados nombres? ¿Habrá mucha farfolla? ¿No se harán cansinas e indigestas para el lector? Abrimos el programa de mensajería electrónica, le adjuntamos el archivo a un mensaje que enviamos al periódico y nos tumbamos en el sofá a leer un libro, tan ricamente.

Entonces llega el día. Vas al quiosco bien de mañana, compras IDEAL, llegas a las páginas de Vivir y… ¡el milagro ha vuelto a ocurrir! Tus palabras se han convertido en un fastuoso reportaje de dos páginas en que Charlot, atrapado en un rollo cinematográfico, te mira mientras, por detrás, varias de las películas sobre las que tú has escrito, aparecen reflejadas en forma de fotograma.

¡Qué idea, convertir la máquina dentada de “Tiempos modernos” en un rollo de cine, provocando un juego visual de lo más atractivo e interesante! Como otra vez, cuando escribimos de libros cortos que se leen en un rato, mientras esperas el autobús o antes de dormir, y los Duendes jugaron con las cubiertas de un libro y las manecillas del reloj de una estación de tren.

Personalmente, me gustan los ordenadores y la nueva publicación a través de Internet, me encanta esto del Blog, poderle poner vídeos y música a las entradas, etcétera. Pero sigue siendo un placer inigualable eso de abrir las páginas de un periódico y descubrir que tus palabras, por arte de magia, se han convertido en una maravillosa doble página que invita a la lectura y a la contemplación.

Por eso, quiero dedicar estas palabras a los Duendes que, con su trabajo diario, obran ese milagro en las páginas de IDEAL. Son tres. José Santos, Carlos Valdemoros y María Ayllón. Tres Duendes buenos, profesionales, imaginativos y creativos que convierten un puñado de folios emborronados en una preciosa y obligatoria invitación a lectura.

Muchas gracias, amigos. De corazón.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

Etiquetas: , , , , ,

NO SÓLO DE INDIANA JONES VIVE EL CINÉFILO

Escribíamos ayer, en la columna de IDEAL, unas notas sobre Elefantes en Granada, que pensé iba a suscitar algo más de debate, la verdad. Hoy, en las páginas de Vivir del mismo IDEAL escribimos de nuevo de cine, pero desde otra óptica. A ver qué les parece. Y las preguntas son: ¿qué te parece este Festival? ¿Vas a ir a alguna de las películas-actos de Cines del Sur?

Llega la segunda edición de Cines del Sur, la cita anual que tenemos los granadinos con un cine distinto y a contracorriente, un cine proveniente de latitudes lejanas y desconocidas por estos lares. Durante diez días, tendremos la oportunidad de ver películas chinas, hindúes y de otros países del Lejano Oriente. Películas magrebíes y africanas. Cine sudamericano, más allá de las comedias argentinas que han llegado a nuestras pantallas en los últimos años.

Llega Cines del Sur cargado de exotismo, colorido y sonoridad. Un festival que, en este segundo año, afronta dos retos fundamentales. El primero, conquistar al público. A través de la cartelería y los anuncios en prensa, ese elefante que se nos ha plantado en mitad de la Alhambra es un inmejorable reclamo para unos espectadores que tenemos una inmejorable ocasión de demostrar que, en Granada, hay ganas de ver otro cine diferente al que estamos acostumbrados. No porque no nos guste el cine comercial y palomitero, sino porque no sólo de Indiana Jones y Jack Sparrow vive el cinéfilo.

Hace falta, pues, que Cines del Sur suene. Que se cuele en las conversaciones, en los bares y en las tabernas. Que sea motivo de debate en los pasillos de las facultades y en las cafeterías universitarias. Que consiga imponerse como una cita ineludible para apuntar en rojo en la agenda, igual que ocurre con el Festival de Música y Danza, por ejemplo.

Ahora bien, para llegar a la gente, es necesario ofrecer un producto de calidad. Ya sabemos que el cine africano y el hindú no pueden competir en glamour con un Donosti y sus Conchas o siquiera con un Festival de Cine Español de Málaga. Pero propuestas tan serias como la de Valladolid, alejándose de la farándula, del ruido y la furia mediáticos, se ha convertido en una cita imprescindible del calendario fílmico-festivalero continental, merced a una programación exquisita en que se puede ver buena parte de las mejores producciones presentadas en los certámenes de medio mundo.

En la primera edición de Cines del Sur se proyectaron películas para todos los gustos y, junto a producciones excelentes, hubo otras menos afortunadas y algunas, incluso, indigeribles. La sección oficial a concurso fue muy desigual y cosechó bastantes aplausos, pero también se produjeron puntuales deserciones en masa de la platea del Isabel la Católica que resultaron preocupantes.

Cines del Sur, lo sabemos y así lo asumimos, es una cita arriesgada y valiente que nos presenta películas distintas, contadas de forma diferente a las habituales y en las que la imaginación y la creatividad de sus equipos artísticos han de compensar la generalmente ausencia de grandes presupuestos.

No podemos esperar, pues, secuencias de acción trepidante, efectos especiales y digitales a mansalva o repartos con actores y actrices de campanillas. Sí queremos ver, sin embargo, historias atractivas, guiones solventes y propuestas fílmicas que, siendo diferentes, vayan más allá del exotismo de su puesta en escena y la belleza de los paisajes. Queremos películas comprometidas, películas que nos muestren cómo se vive en otras partes del mundo, películas que hablen de sentimientos, esperanzas, deseos y frustraciones. Películas que, durante diez días, permitan a Granada convertirse en una ventana abierta a los muchos mundos que el en el mundo hay, más allá de los sempiternos y habituales.

Cines del Sur tiene que ser un escaparate, vivo y palpitante, a lo que pasa en los rincones más recónditos del planeta, gracias a un puñado de cineastas que, con sus cámaras, contribuyen a que la globalización tenga un sentido diferente al habitual. Cines del Sur tiene que ser un canto a la diversidad, propiciando una mirada alternativa al mundo en que vivimos. Tiene que servir para borrar fronteras, acortar distancias y, a través del cine, propiciar un mayor conocimiento y comprensión de culturas.

Con ese fin nació Cines del Sur y esperamos fervientemente que todo ello se vaya consiguiendo, hasta lograr que el Festival se convierta en un oasis permanente de cultura alternativa, en esta Granada que tan necesitada está de ello.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

Etiquetas: , , , , ,

SECUENCIAS DE HOLLYWOOD PARA EL RECUERDO

Hoy, en IDEAL, una doble página de esas cuya escritura resulta ser un sueño, no en vano, te “obligan” a repasar algunas de las secuencias cinematográficas que más te han impresionado en tu vida como cinéfilo… Caben muchas más, pero creemos que estas son imprescindibles… ¿o no?
Pinchen en el enlace de arriba, para dejar sus opiniones y sugerencias en la página de ideal.es

Barba de varios días, tocado con sombrero y con el látigo en el cinto, la imagen del intrépido Indiana Jones es una de las figuras que los aficionados tenemos grabada a sangre y fuego en nuestro particular imaginario cinéfilo. Sea corriendo desesperadamente mientras una enorme piedra redonda le persigue, a punto de aplastarle, sea disparando al amenazador contrincante que hace una espectacular demostración del uso de la espada frente a él; el intrépido arqueólogo interpretado por Harrison Ford se ha convertido, por derecho propio, en un icono de la cultura popular gracias, fundamentalmente, a secuencias como las descritas.


Hay películas que han pasado a la historia del cine, más allá de por haber ganado el Oscar o por haber reventado las taquillas –que también –por albergar secuencias memorables que, de inmediato, quedan fijadas para siempre en la retina del espectador. Secuencias espectaculares que justifican, por sí mismas, el pago de la entrada del cine. Secuencias que, por su potencia, su simbolismo, su capacidad de anticipación y evocación o por el virtuosismo con que fueron filmadas; siguen dando que hablar, pasados los años.

La cortina de una bañera, la hermosa Janet Leigh bajo el agua, una presencia amenazante que abre la puerta, un cuchillo y la desgarradora música de Bernard Herrmann hicieron de la secuencia de la ducha de “Psicosis”, dirigida por Alfred Hitchcock, una de las más famosas y celebradas de la filmografía de un director famoso por conseguir que la mayoría de sus películas albergaran auténticos tour de forces magistrales, como la secuencia del avión que persigue a Cary Grant en “Con la muerte en los talones” o la parafernalia musical que rodeaba el intento de asesinato del final de “El hombre que sabía demasiado”.


El cine de terror ha sido terreno abonado para las secuencias más impactantes y sobrecogedoras. Dejando aparte las interminables y cada vez más insulsas sagas de Viernes 13, Freddy Krueger y alrededores; las repulsivas imágenes de Linda Blair, la niña de “El exorcista”, vomitando sobre el padre Merrin o girando la cabeza 360 grados mientras insultaba a los sacerdotes que intentaban expulsar al demonio de dentro de ella, siguen provocando pesadillas a millones de personas de todo el mundo.


Como impactante era la aparición del voraz extraterrestre que surgía del interior de las tripas de John Hurt en “Alien, el octavo pasajero”. Una secuencia espectacular en cuya filmación, el director Ridley Scott utilizó dos litros de sangre y dos kilos de tripas de animal, para dotar de crudo realismo visceral a uno de los momentos cumbres de la película interpretada por Sigourney Weaber. En principio, se pensó en utilizar cuatro litros de sangre que saldrían a borbotones del cuerpo de Hurt, accionados por un dispositivo explosivo, pero al director le pareció excesivo y lo dejó en la mitad.

Otra película mítica de la ciencia ficción tiene una secuencia que ha pasado a los anales como la elipsis más radical de la historia del cine. Estamos en África, en los albores del tiempo. Amanece. El sol aparece por encima de un extraño monolito que ha aparecido en la falda de una montaña habitada por un grupo de simios. Uno de ellos coge el hueso de un animal muerto y, mientras la música de Wagner suena en un electrizante in crescendo, empieza a golpear el resto de despojos que yace sobre el suelo. El simio ha descubierto una herramienta. O un arma, como inmediatamente se podrá comprobar, cuando se vea atacado por un grupo de simios rivales. Tras aporrear al contrario con el hueso, convertido en mazo letal, enfervorizado, lo arrojará al cielo y, mientras cae, se convertirá en una nave espacial que, al son del Danubio Azul de Strauss, gira entorno a la tierra. La evolución del ser humano, en un puñado de fotogramas majestuosos.

Otra secuencia fascinante que aúna la música de Wagner con objetos voladores es el crudamente operístico, excesivo y barroco ataque de los helicópteros a un poblado vietnamita al son de las valquirias, en “Apocalypse now”, de Francis Ford Coppola. Comandados por el enfermizo Coronel Kilgore, al que dio vida el actor Robert Duvall, tras la masacre perpetrada por la caballería aérea norteamericana, los soldados se echaban a las aguas a hacer surf para, por la noche, organizar una barbacoa como si se encontraran en las playas de California. Uno de los mejores y más perfectamente acabados ejemplos de cómo funciona la política exterior yanqui: conquistando por la fuerza de las armas e imponiendo sus particularidades culturales allá dónde se trasladan.

También acontecía en Vietnam la truculenta secuencia de la ruleta rusa en que los personajes interpretados por Robert de Niro y Christopher Walken ponían a prueba una amistad desequilibrada por las torturas sufridas en una prisión del extremo Oriente, al caer prisioneros del Vietcong y ser obligados por sus captores a participar en el siniestro juego de dispararse a la cabeza con una pistola en cuyo tambor había una sola bala.

Pero volvamos al universo de Francis Ford Coppola, en cuya trilogía de “El Padrino” hay decenas de secuencias memorables, pero quizá ninguna tan fuerte y tan descriptiva como la de la cabeza del purasangre cortada, tirada en la cama del productor cinematográfico que desairó a Don Corleone. Los gritos de Jack Woltz retumbando en su mansión vacía y la posterior cara del Padrino, charlando con sus hijos y preparando la reunión con El Turco, es uno de los mejores resúmenes de la forma de arreglar los problemas que tenía Don Vito.

Expeditivo. Como Harry Callahan, cuya imagen tras un Magum del 44, espetando al delincuente de turno que había tenido suerte de salir con vida después de haberse enfrentado a tan poderosa arma, se relacionaba directamente con esa otra imagen justiciera, personificada en un Robert de Niro desquiciado que, convertido en el insomne “Taxi driver” de Martin Scorsese, se dirigía a un espejo para, armado con una pistola y sintiéndose todopoderoso, enfrentarse a un enemigo imaginario: “¿Me estás hablando a mí?” Después, en la intimidad de nuestra habitación, todos hemos emulado alguna vez a Travis y, por supuesto, hemos conseguido intimidar a nuestro propio reflejo imaginario.

Pero si hablamos de Nueva York, es obligatorio referirse a “Manhattan”, de Woody Allen. Antes de mudarse a Europa y sucumbir a los encantos de Londres o Barcelona, el diminuto director judío le dedicó una carta de amor a la Gran Manzana en una película que conseguía captar los matices más íntimos y sensuales de la ciudad, mientras sonaba el clarinete de la mítica “Rapsody in blue”, de George Gershwin, y el puente de Brooklyn aparecía entre las brumas de un glorioso amanecer en el blanco y negro más luminoso jamás filmado.

Y ya que estamos en blanco y negro, repasemos tres clásicos del cine que forman parte del acervo cultural del siglo XX. Decenas de años después, la imagen de Chaplin atrapado en los engranajes de una cadena de montaje, en “Tiempos modernos”, sigue siendo la mejor y más poderosa crítica que se ha hecho al capitalismo salvaje desde una pantalla de cine. Y, por supuesto, está el famosísimo camarote de los Hermanos Marx de “Una noche en la ópera”. Todavía hoy, cuando nos referimos a un lugar abarrotado e impracticable, tiramos del célebre habitáculo marxista. ¡Y también un huevo duro! Puro surrealismo.

Como surrealista es lo que pasa con la famosa bofetada de “Gilda”. Porque se dice así. La bofetada de Gilda. Lo que podría hacernos pensar que fue ella, la sensual aventurera interpretada por Rita Hayworth quién abofeteaba a Farrell, el buscador de fortunas al que puso rostro Glenn Ford.

Y no. En realidad, era Gilda la que, además de hacer un sensual strip tease con un guante, desnudando provocativamente su brazo, recibía un sonoro tortazo por parte del macho viril. Aunque también es verdad que ella le sacudía dos bofetadas y le propinaba unos cuantos puñetazos en el pecho. Pero la bofetada famosa, la bofetada que pasó a la historia del cine y por la cuál “Gilda” se hizo célebre, se la propinó él a ella.

CÉLEBRES ALOCUCIONES

El cine es imagen. Por supuesto. Pero también, desde que Al Johnson interpretó al cantor de jazz, es sonido. Hemos comentado algunas secuencias que, en parte, son famosas por la música y banda sonora que las acompañan. Pero también hay momentos célebres en la historia del cine basados en las vibrantes alocuciones de los protagonistas de algunas películas.

Loa filmes basadas en obras de Shakespeare, en ese sentido, son modélicas. Del “Julio César” de Mankiewicz al “Otelo” de Orson Wells, los discursos y diálogos de estas adaptaciones son grandiosos. Pero, por quedarnos con un ejemplo más cercano, recordemos a Mel Gibson, con la cara pintada de azul, instigando a las tribus escocesas a luchar contra los ingleses, apelando a una palabra mágica: libertad. Un discurso encendido que levantaba a las masas y conseguía enardecer al patio de butacas de los cines en que se proyectaba la película.

Y, por supuesto, tenemos que recordar a Escarlata O´Hara, jurando no volver a pasar hambre, en Technicolor, mientras el cielo se teñía de rojo luminoso por la combinación cromática del sol poniente y las nubes lejanas. Como Rojo era el mar que Charlton Heston, transmutado en Moisés para la ocasión, conseguía partir en dos para permitir que los judíos huyeran de la ira del faraón en “Los diez mandamientos”, un puro espectáculo visual de Cecil B. de Mille que, en su momento, causó conmoción.


Para la secuencia más espectacular de la película se filmó cómo se vertían en un tanque más de un millón de litros de agua y, después, se proyectaba al revés dicha filmación, lo que creaba la ilusión óptica de que el agua retrocedía ante el poder de Dios invocado por Moisés, para inmediatamente después, ahogar a los soldados egipcios que perseguían al pueblo prometido.

Tendríamos que hablar de King Kong en lo alto del Empire State Building, manoteando desesperadamente por evitar las balas con que las ametralladores de los aviones le aseteaban. O al cruel gángster interpretado por James Cagney, en “Al rojo vivo”, invocando a su madre para demostrarle que había llegado a la cima del mundo, antes de volar por los aires. Pero, para terminar, queremos recordar otro célebre discurso pronunciado desde las alturas: el de Pepe Isbert en “Bienvenido Mr. Marshall”, cuando, en el balcón del Ayuntamiento, se afanaba en el deliciosamente célebre “Como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación. Y esa explicación que os debo, os la voy a dar…”

Pues eso. Que hemos dado un repaso por algunas de las secuencias más recordadas, mentadas, imitadas y comentadas de la historia del cine. Aunque no están todas las que son, pensamos que son todas las que están. Por supuesto, hay muchas más. Pero ésa ya es otra historia…

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , ,