Como la casualidad no existe, habrá que apelar a la causalidad a la hora de interpretar el hecho de que, en un mismo día, se confirme que un rapero vaya a ir a la cárcel por sus crudas y ofensivas letras, se secuestre un libro y una obra de arte sea retirada de ARCO.
Resulta muy ilustrativo que, una vez puesta en marcha la máquina de la censura, sus aspas trituradoras alcancen por igual a los mundos de la música, la literatura y el arte. ¡Que no haya favoritismos, a la hora de censurar! Que ya estaba bien eso de cebarse con los humoristas, pobres míos.
Son casos muy diferentes, el del tal Valtonyc y su vómito violento en forma de música rimada, la “Fariña” de Nacho Carretero y su denuncia del tráfico de drogas en Galicia y los “presos políticos” de Santiago Sierra en ARCO. Cada uno requeriría un pormenorizado análisis, pero el hecho es que los tres coinciden, en el tiempo y en el espacio, en una España cada vez más tensa, irritable y susceptible.
Mientras se sucedían estas noticias, los teletipos comunicaban que la Audiencia de Barcelona deja en libertad bajo fianza a Millet y Montull, presuntos saqueadores del Palau de la Música y, el primero, especialmente famoso por haber sableado a su consuegro con la boda de su hija: pagó el convite con fondos del Palau y le cobró la mitad al pobre padre del novio. Que lo peor no debe ser la estafa, sino la cara que se le debió quedar al hombre, las mofas de sus amigos.
Es fácil dejarse llevar por la concatenación de hechos y denunciar que un rapero va a entrar en la cárcel por insultar a la Corona mientras que presuntos corruptos, sinvergüenzas y caraduras; no dejan de salir de prisión, con o sin fianza. Es inevitable hacerlo, también.
Se secuestran libros que denuncian las conexiones mafiosas entre traficantes de droga y ciertos políticos al mismo tiempo que importantes acusados de corrupción salen de la cárcel. Se retiran obras de arte surgidas de la compleja situación del momento mientras que los problemas sociales, económicos y políticos de los últimos años siguen enquistados y en vía muerta.
Malos tiempos para la lírica. Y para la prosa. Malos tiempos para la música y el arte. Tiempos oscuros y contradictorios para la libertad de expresión.
Jesús Lens