¿Y si parte de la responsabilidad de los últimos escándalos que han sacudido al Ayuntamiento de Granada, a la Fundación Lorca o a la Alhambra recayera en el sistema de composición de sus órganos de gobierno?
Los responsables de los fraudes, latrocinios, robos y estafas son, por supuesto, sus autores. Pero ¿y si el sistema estuviera contribuyendo a que se produzcan?
Planteo una pregunta que el DataLab de IDEAL nos podría contestar: ¿en cuántos patronatos, comités directores, observatorios, consejos de administración y organismos parecidos participan Francisco Cuenca, Guillermo Quero y José Entrena; como alcalde de Granada, delegado de cultura, turismo y deporte de la Junta y presidente de la Diputación, respectivamente? ¿En diez? ¿En quince? ¿Más?
Si ustedes van siguiendo los casos de la Fundación Lorca, el de las audioguías de la Alhambra o el pifostio del Ayuntamiento en los tiempos de Torres Hurtado, con sus ramificaciones en Emucesa y TG7; detectarán una constante en todos ellos: ni Dios parecía enterarse de lo que ahí se cocía.
El sistema es sencillo: se convoca la reunión del patronato de turno, se hace la foto de familia con todos los miembros sonriendo, se aprueban las cuentas, las memorias de actividades, los planes de actuación y se emite un comunicado glosando todas las maravillas del mundo mundial. Y ya nos volvemos a reunir, en medio año o así.
Por supuesto, todos los representantes institucionales en dichos patronatos, consorcios, observatorios, etcétera están magníficamente asesorados por técnicos, especialistas y personas de confianza; que ellos no tienen tiempo de descender al detalle.
Hasta que la confianza se ve defraudada, por acción o por omisión. En los casos señalados, o las personas de confianza se convirtieron en los presuntos delincuentes y estafadores o hicieron dejación de funciones y, con su desidia y/o falta de preparación, permitieron que la corrupción y el nepotismo se enseñorearan de las instituciones.
En los consejos de administración de las grandes empresas cada vez se valora más la presencia de consejeros independientes que, sin ataduras ni fidelidades, protagonicen eso que se ha dado en llamar buen gobierno corporativo.
Resulta imprescindible la despolitización y tecnificación de esos patronatos, consorcios, observatorios, consejos rectores y tal y tal que controlan la gestión de cientos de millones de dinero público. A ver si dejamos de ir de escándalo en escándalo, de estafa en estafa; hasta la corrupción total.
Jesús Lens