Volvió, tras seis meses de espera, The Walking Dead. Y lo ha hecho con uno de esos capítulos que pasan a la historia de las series, protagonizado por Negan y Lucille, un letal bate de béisbol revestido con alambre de espino.
Pocos ejemplos tan buenos como la serie de Robert Kirkman para hacer metáforas sobre la realidad y trazar paralelismos entre la ficción y la actualidad política y social. Lo que, teniendo en cuenta que The Walking Dead es una serie de terror protagonizada por muertos en vida, ya es todo un síntoma. Y por eso hablo de ella en IDEAL, esta mañana.
Los zombis sirven como metáfora porque, en realidad, no son más que una excusa para permitir que los humanos supervivientes se comporten como las alimañas que en realidad son. Los muertos vivientes, pobrecitos, son tipos despersonalizados que se limitan a vagar y tratar de hincarle el diente a lo que se encuentran en su camino. Pero los hombres… ¡tremenda, su capacidad de hacer(se) daño, cuando se ven sometidos a una situación límite!
Ver a los hombres revolverse contra los de su misma especie, con sañuda crueldad, llevó a la productora a acuñar el lema “Los humanos son la amenaza”, para la quinta temporada de una serie llamada a reinventarse gracias al golpe de mano de Negan.
Personalmente, la técnica que me parece más efectiva para sobrevivir al Apocalypse Zombie es la de camuflarse entre ellos. Resulta sucia y maloliente, pero es sencilla y resulta muy útil: coges a un zombi, lo destripas y cubres tu propio cuerpo -incluyendo el rostro- con las pútridas vísceras y restos de sangre.
Una vez mimetizado, solo tienes que lanzarte y caminar despacio entre el resto de muertos vivientes, sin hacerte notar demasiado. Verás que se te acercan y te olisquean, como si detectaran un rastro de humanidad en ti. Mantén la calma. La podredumbre con la que te has impregnado, si lo has hecho bien, calmará su hambre y te dejará seguir moviéndote entre ellos.
Es una técnica un poco agobiante, pero de efectividad contrastada. Y a la que se le coge el tranquillo rápidamente. A fin de cuentas, lo más fácil siempre es dejarse arrastrar por la masa y no destacar. Permanecer bien arropado entre la mayoría, sea silenciosa o vociferante, por mucho asco que te de. Y es que nadie dijo que sobrevivir fuera tarea fácil.
Jesús Lens