Habrá habido otras columnas emocionantes en IDEAL. Ahora mismo no se me ocurre otra más que ésta. Solo una palabra: GRACIAS. Seguida de otra más: SEGUIMOS.
Ayer volví a casa en el AVE. ¡Espectacular, la vista de la Sierra desde el mirador de la estación de Moneo! Pocas ocasiones como ésta de ver la cara oriental de Sierra Nevada, desde la ciudad de Granada.
Cogí el metro y, en lo que tardaba en hojear el periódico, llegué al Zaidín. Pensé en seguir directamente para Carchuna, que con la autovía es apenas media hora, pero me fui a ver a un amigo ingresado en el hospital del Campus de la Salud. Lo que no sé es si asomarme mañana al IKEA o esperar al lunes, que habrá menos gente.
Me gustaría, cuando vuelva a escribir esta columna de Puerta Real, en IDEAL, poder reseñar todas o, al menos, algunas de estas cosas. Dentro de un tiempo. Porque, después de siete años escribiendo semanalmente una columna de opinión, todos los viernes, ha llegado el momento de tomarnos un respiro.
Es un ejercicio ilustrativo, echar la mirada atrás y leer algunas de las cientos de columnas publicadas a lo largo de estos años. Temas diferentes, temas sorprendentes, temas inverosímiles, a veces. También los ha habido previsibles. Y hasta obligatorios. Pero lo peor son los recurrentes. Los sospechosos habituales, como me gusta llamarles. Esos temas que, por ser siempre de actualidad, ya cansan y aburren. Hasta el hastío. Pero que no se pueden dar de lado. Porque siguen siendo importantes.
¿Cómo serán las cosas, dentro de un tiempo, en esta nuestra Granada? Lo iremos viendo. Y comentando. Pero en otro formato. Es hora de hacer un alto en el camino. Un camino muchas veces excitante y siempre apasionante, el de escribir semanalmente esta columna. Un camino que te obliga a mirar a tu alrededor, a ver lo que pasa, a reflexionar sobre ello y a opinar. A mojarse. Con todo lo que ello implica.
Desde esta parcela del periódico he procurado, siempre, decir lo que pienso, pero sin herir o atacar a nadie. Sin dar palos o bofetones, como se suele decir. Si alguna vez alguien se sintió personalmente agraviado por algo que escribí, mis más sinceras disculpas. En mi descargo sólo puedo decir que fue sin mala intención.
Lo que sí espero es haber contribuido a generar reflexión, debate y discusión a lo largo de estos años. Y, lo más importante, espero que no se hayan aburrido ustedes leyendo estas columnas. ¡Ese sí que hubiera sido un pecado capital!
Muchas gracias por su fidelidad. Por las veces que, al vernos, han tenido una palabra amable y divertida, recordando alguna de las cosas que hemos escrito. Por los cariñosos tirones de oreja, cuando no hemos estado de acuerdo en algo. Por los intercambios de pareceres y opiniones, a cuenta de los distintos temas sobre los que hemos escrito. Porque de eso se trata: agitar las neuronas, provocar conversaciones, generar opinión.
¡Nos seguimos viendo! Y leyendo.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.