Tiro de hemeroteca para recordar con exactitud cómo transcurrieron las dos únicas ediciones del Hay Festival que se celebraron en Granada, unos años atrás. Es la única vez, que yo recuerde, en que se ha cobrado la entrada para escuchar hablar a los escritores. Algo inédito y sorprendente.
Un Hay Festival que trajo a Orham Pamuk, a Juan Goytisolo, a Francisco Ayala y a diferentes autores de Oriente. Y a Umberto Eco, que disertó en nuestra ciudad sobre “El mundo de los signos: lo feo y lo falso”.
Me resulta muy curioso leer una de las cosas que Eco dijo en la rueda de prensa previa a su intervención: la memoria mediática es muy breve, lo que me consuela mucho, ya que hoy puedes decir cosas horribles que mañana aparecen en los periódicos, pero un día después todos lo han olvidado. Es terrible pero es un modo también de salvarse, concluía Eco.
En esto, el tiempo no le ha dado la razón. Ahora, la memoria mediática es elefantiásica y es tan importante tener capturas de pantalla comprometedoras como seguir confeccionando aquellos famosos dossieres de los servicios secretos.
También recuerdo que el primer Hay Festival fue muy criticado por una parte de la intelligentsia granadina, que lo tachó de elitista y de no contar con los autores locales en las diferentes mesas, conferencias, encuentros y presentaciones. A mí, aquello me sorprendió mucho. Emocionado como estaba de poder escuchar a escritores que rara vez habíamos tenido en Granada, no entendía aquel lamento.
La realidad, tozuda, terminó imponiéndose un año después, cuando el patrocinador principal del Hay Festival granadino se apeó del carro y no hubo voluntad institucional ni músculo financiero para sostener un proyecto literariamente muy excitante. Desde entonces, pocas oportunidades hemos tenido para escuchar a algunas de las grandes luminarias de la palabra y el pensamiento mundiales en nuestra tierra.
Sin embargo, para seguir viéndonos y escuchándonos los de siempre, siempre ha habido momento y ocasión. La visita de Eco queda en el recuerdo como otra oportunidad que Granada dejó escapar para incorporarse al circuito internacional de grandes citas culturales. Primero fue el mítico Espárrago Rock. Después, el maravilloso Womad. Finalmente, el Hay Festival.
Menos mal que nos quedan los Festivales de Jazz y el de Música y Danza, que nos siguen trayendo a grandes estrellas internacionales.
Jesús Lens