“Por mi parte, mi primer contacto con el sujeto en cuestión vino de la mano de “Sleeper”, una extraña serie policíaca de mutantes, de la que he leído sólo su primer volumen, en la que me costó entrar y de la que no voy a decir nada más hasta que persevere en los siguientes números de la colección.
Después le metí mano al Daredevil. A decir de Rash –en contra de la opinión mayoritaria de seguidores del justiciero invidente -tras una época negra del personaje en manos de Bendis, Brubaker le ha devuelto toda la dignidad tanto al personaje como a su Némesis, el malísimo Kingpin.
Pero lo que me ha obligado a escribir sobre este artista ha sido que le acaban de galardonar con dos premios Eisner, en el mundo del cómic, equivalente al Óscar cinematográfico. Uno, a la mejor serie nueva, por su Criminal y el segundo, especialmente reseñable, como mejor guionista del año por su labor en Capitán América, Daredevil y la referida Criminal.”
Si entonces escribíamos “obligados” por las circunstancias, hoy lo hacemos de forma totalmente voluntaria, para alabar las virtudes de “La escena del crimen”, un tebeo en dos volúmenes publicado por Norma Editorial cuando los precios aún se escribían en pesetas y del que me ha proveído mi camello particular el materia tebeística, el cada vez más venido a menos –en el sentido físico de la expresión -Gran Rash.
“En la mejor tradición de la serie negra de grandes maestros como Chandler o Hammett, “La escena del crimen” nos presenta a Jack Herriman, un joven detective nada convencional con un pasado enigmático”. ¿Exagerada esta síntesis de la novela gráfica de Ed Brubaker, Michael Lark y Sean Phillips? Yo creo que no.
Todo comienza con el encargo, aparentemente fácil, que le hacen al joven Jack: encontrar a una chica desaparecida. Lo que, por supuesto, terminará complicándose hasta enredarse en una turbia trama que, casualmente, conecta con algunos acontecimientos recientes de la actualidad internacional más sobrecogedora.
Yo no sé por que tardo tanto tiempo en leer tebeos, de una vez a otra. Con lo que me gusta que, cuando un personaje transita por Chinatown, se vean imágenes del Barrio Chino o que, cuando otro personaje se toma una copa, se vea el bar en que está empinando el codo.
El caso es que, cuando leo historias como esta estupenda “La escena del crimen”, siempre me digo que no voy a dejar pasar más allá de la lectura de una novela convencional hasta echarle mano a otra narración gráfica. A ver si esta vez es verdad. Porque el regusto de esta historia ha sido inmejorable, con esos personajes al límite y esa falsa mitificación de la contracultura, puesta en cuestión por una historia dura, realista y excelentemente bien contada a través de un guión magistral.
Y es que, como dice Rash, este Brubaker es mucho Brubaker…
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.