Estaba yo tan contento, a comienzos de semana, por tener ya “escrita” la columna de hoy jueves. Y es que hoy, 2 de febrero, es el mítico y famosísimo Día de la Marmota. Que no hace falta que les cuente la historia. Que todos hemos visto “Atrapado en el tiempo” y conocemos hasta el último detalle lo que pasa en Punxsutawney con la marmota Phil.
Lo más llamativo de todo este tinglado es que, gracias a la película interpretada por Bill Murray, el Día de la Marmota se ha convertido en metáfora de los bucles sin fin, la incesante repetición de ciclos y el hastío vital, importándonos un pimiento si el invierno está presto a terminar o se prolongará aún unas cuantas semanas más. ¡Es la fuerza del cine y su capacidad de transformar y moldear la realidad! Y de ello hablo hoy en IDEAL.
El caso es que estaba yo convencido de que la columna se iba escribir sola: la crisis sanitaria seguía enquistada, ná de ná con respecto a los trenes y al metro tranviario y, climatológicamente hablando, sol y buen tiempo. Lo de siempre, o sea.
Pero hete aquí que la irrupción de Pedro Sánchez en Dos Hermanas ha cambiado el guion y lo ha trastocado todo, empezando por la derogación del decreto de (con)fusión hospitalaria y el cese-dimisión de dos altos cargos de la administración andaluza. Es complicado decir nada nuevo sobre este tema. Por mi parte, no creo que sea un éxito a celebrar. Supone, más bien, la constatación de que la Junta de Andalucía estaba chapuceando con la salud de los granadinos.
Un episodio que debería llevarnos a analizar lo que esté pasando con los presupuestos y las actuaciones de otras consejerías, como la de Educación. Porque, guste más o guste menos el personaje, si no hubiera sido por Spiriman, la engañifa que era la fusión hospitalaria (las cifras de nuevas contrataciones de personal sanitario prometidas así lo refrendan) se habría consumado indefectiblemente.
Y luego está lo de los trenes. Que siguen sin estar. Pero que ayer venía el ministro del ramo a ver a un alcalde Paco Cuenca que se muestra combativo y beligerante con este tema. Y en el que se juega buena parte de su credibilidad, dado que en la cuestión hospitalaria ha estado tan de perfil, que ni se le ha visto ni se le ha escuchado.
Una reunión que saldó con el resultado previsto: que no habrá ni AVE ni tren convencional, en Granada, como mínimo hasta 2018. Menos mal que el alcalde Cuenca dice haber visto un cronograma creíble en las nuevas promesas del ministro. Si no, podría parecer que vivimos, efectivamente, en el Día de la Marmota.
Jesús Lens