La víspera, cuesta conciliar el sueño, dormimos inquietos, excitados, nerviosos… y, el día de la carrera, antes de que suene el despertador, ya estamos en pie, vistiéndonos con nuestras camisetas Verdes antes de que haya siquiera amanecido, con ganas de empezar. Porque la felicidad está en el camino. Aunque encontremos dificultades en él, aunque pueda cundir el desánimo en un momento dado, aunque sea largo y complicado; sabemos que, al final, nos espera la mejor de las recompensas. Así que, durante la carrera, aprendemos a disfrutar de cada paso, cada zancada, cada bocanada de aire, cada trago de agua. Porque la recompensa es, también, cada kilómetro del camino.
La suerte está echada, pues. No hay vuelta atrás. La vista fija, adelante, concentrada en esa carretera que nos desafía, nos atrae, nos ilumina.
¡Allá vamos!
Jesús Lens.