Había que decirlo y lo ha dicho, alto claro. Que nuestros representantes políticos e institucionales no conviertan España en un país de unos contra otros, ya que debe ser un país un país de todos y para todos. Estoy de acuerdo y muy de acuerdo con dicha aseveración, pronunciada por Felipe VI en la apertura de las Cortes.
El Rey reclamó que la legislatura sirva para recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones y, además de desear suerte a Pedro Sánchez en su mandato —recordemos el célebre “ha sido rápido, el dolor viene después”— señaló a los legisladores que ha llegado la hora de la palabra, del argumento y de la razón. De guardarse el respeto recíproco que nos merecemos los españoles.
Hay un grupo de diputados a quienes todo ello les ha resbalado, ya que no estaban en el hemiciclo para escucharlo: los independentistas. Una pena, la verdad. Porque la sensatez del discurso del rey me parece imprescindible, aportando unas gotas de serenidad a este ambiente tan crispado que deberían ser más que bienvenidas.
Que el rey no les representa, dicen. ¡Cómo si a los andaluces nos representaran los insolidarios diputados nacionalistas catalanes que nos tildan de vagos impenitentes y de lastre para su economía, por ejemplo! Este es el sistema constitucional mayoritariamente votado por los españoles y del que dimana el ordenamiento jurídico por el que nos regimos. El que nos ha dado estabilidad y seguridad en los últimos cuarenta años. Que será mejorable, por supuesto, pero que a mí me da mucha más confianza que las iluminadas veleidades políticas de tanto listo que anda por ahí suelto. Y escapado.
Simpatizo mucho más con la contradicción intrínseca de los representantes de Unidas Podemos, cuyos ministros han aplaudido el discurso del rey, a pesar de ser mayoritariamente republicanos, mientras que sus diputados electos han permanecido con las manos en los bolsillos. Sin jalear las palabras del monarca, pero escuchándolas en respetuoso silencio. Como los diputados del PNV.
Respeto. Diálogo constructivo. Voluntad de mirar hacia delante. Recuperar el crédito en la clase política, ahora que es una de nuestras máximas preocupaciones. Verdades a recordar, las diga su porquero o el mismísimo Agamenón.
Jesús Lens