Comparto con Fernando Marías y otros miembros de nuestro particular y cinéfilo Grupo Salvaje pasión desaforada por una de las películas menos reivindicadas del director Sam Peckinpah: “Quiero la cabeza de Alfredo García”.
Me acordaba de ella ayer, al leer las contundentes declaraciones de Juan García Montero exigiendo la inmediata expulsión de Sebastián Pérez del PP por “hacer trampas” en el pasado Congreso Provincial del mes de mayo.
¿No les decía yo que íbamos a tener una rentrée política de lo más entretenida? Pues la primera en la frente: el Juzgado de Primera Instancia número 7 de Granada ha dejado sin efecto la convocatoria del XIV Congreso Provincial del PP, así como todo el proceso congresual celebrado posteriormente. Además, aunque la resolución es recurrible, si el demandante -Juan García Montero- exige su ejecución, resulta obligatorio hacerlo.
En cuanto se hizo pública la sentencia, que corrió como la pólvora de móvil en móvil, el antiguo concejal de cultura del PP parafraseó el título de la película del maestro Peckinpah y se puso en la piel de la bíblica Salomé, exigiendo la cabeza de su archienemigo en bandeja de plata.
Una de las tesis del marxismo, no recuerdo ahora si del histórico o del dialéctico, señala que la historia se repite dos veces, primero como tragedia y después como farsa. El PP granadino acaba de hacer buena dicha máxima.
Hace ya algo más de dos años, como condición para dimitir, Torres Hurtado exigió a su partido la cabeza de Sebastián Pérez. La obtuvo. A corto plazo, que el susodicho se rehizo y arrasó en el Congreso Provincial. Ahora, uno de los hombres de confianza del ex regidor vuelve situar en la picota al presidente del PP granadino y candidato a la alcaldía de la capital, lo que obligará a Moreno Bonilla y a Pablo Casado a tomar decisiones. Ninguna de ellas buena para su partido, políticamente hablando.
Me ha sorprendido, eso sí, la virulenta reacción del secretario general del PP granadino: al anunciar el recurso, Pablo García se ha despachado a gusto hablando de la cacería judicial a la que se está sometiendo al Partido Popular en los últimos tiempos, intolerable en un Estado de Derecho. Menos mal que ha insistido en que los azules tienen confianza en la Justicia, que si no… ¿Será el efecto de verse con el agua al cuello?
Jesús Lens