La Isla de Pascua, la famosa Rapa Nui, se ha puesto como ejemplo de ecocidio desde tiempos inmemoriales. Con el fin de trasladar arriba y abajo las inmensas moles de piedra de sus impertérritos moais, los habitantes de la isla cortaron tantos árboles que produjeron la enorme deforestación que terminaría acabando con su cultura ancestral. Luego se ha sabido que hubo otros condicionantes exógenos que contribuyeron a la extinción, pero la fábula ahí queda.
Lo que no es ninguna fábula es el cambio climático. El panel de expertos de la ONU que investiga el tema ha emitido un informe demoledor según el cuál y de forma indubitada, el ser humano ha calentado la atmósfera, el océano y la tierra, lo que ha provocado cambios generalizados y rápidos en el planeta, algunos ya irreversibles. Junto al calentamiento global, serán cada vez más habituales los fenómenos meteorológicos extremos.
Estos días nos aplastará el calor. “¡Como que es verano!”, dirán los menos convencidos por la ONU. Y no les faltará razón. Aun así y mientras masticamos polvo sahariano, no estaría de más mirarnos el informe de la ONU, emitido por 234 expertos de 66 países que se han estudiado más de 14.000 artículos científicos sobre el tema.
Con lo del cambio climático pasa como con tantas otras cuestiones importantes de la vida: llega más alta la opinión del tío que se fuma un puro después de una comida familiar que la del científico que se deja las pestañas en su laboratorio. ¿En qué basa su opinión el tío del puro? En lo mismo que fundamente su parecer sobre el fichaje de Messi, las políticas de empleo del Gobierno o, ya puestos, el conflicto entre Israel y Palestina. ¿Será por opiniones?
El próximo noviembre se celebra en Glasgow una Cumbre Mundial del Clima a la que han bautizado COP26, como si fuera un androide de ‘Star Wars’. Ahí empieza a jugarse nuestro futuro. Quizá no tanto el nuestro como personas físicas e individuales, pero sí el de la humanidad en su conjunto. El de nuestros hijos y nietos, como tanto gusta decir a los políticos en sus discursos. El de las nuevas generaciones.
Una cosa debemos tener clara: la lucha contra el cambio climático va a ser costosa y exigirá renuncias y sacrificios, tanto individuales como colectivos. Va siendo hora de pensar qué podemos hacer nosotros por nuestro planeta, aquí y ahora, más allá de lo que acuerden los gobiernos.
Jesús Lens