Contrasta la alegría desatada entre las personas que viajaban en el Aquarius, cuando se acercaban al puerto de Valencia, con la zozobra que provoca el siguiente titular: “Salvamento Marítimo busca en el mar de Almería y Granada a 47 inmigrantes cuya patera se hundió”.
Un titular que recoge un teletipo de EFE, fechado el domingo 17 de junio a mediodía, justo a la hora en que los tres barcos del convoy Aquarius terminaban felizmente su periplo.
Desde que surgió la noticia del Aquarius, la información sobre la compleja cuestión de la emigración se ha polarizado entre quienes estábamos radicalmente a favor de acoger en España a las 629 personas que viajaban en el barco, sin dudas ni titubeos, y quienes han aprovechado la coyuntura para fomentar el miedo, la aporofobia y el racismo, hablando de Efecto llamada y otros topicazos por el estilo.
Cientos de periodistas han cubierto la odisea del Aquarius y los medios de comunicación le han dedicado todo el tiempo y el espacio que requería una de esas situaciones que nos sirven para definirnos a nosotros mismos y para conocer un poco más y mejor a quienes nos rodean.
La llegada de cerca de mil personas provenientes del África subsahariana a las costas andaluzas, a lo largo del fin de semana, también ha sido cubierta por los medios de comunicación, pero no ha tenido, ni de lejos, el mismo impacto que todo lo referente al Aquarius.
El problema que conlleva la enorme atención mediática a puntuales momentos simbólicos de lacerantes y dolorosas situaciones que se prolongan en el tiempo es que, una vez finalizado el momento en cuestión, los focos se apagan, el interés decae y la conversación languidece… mientras que el problema dista mucho de estar siquiera en vías de solución.
Lo escribía ayer domingo Jerónimo Páez en un imprescindible y argumentado artículo: con los índices de natalidad de buena parte de los países africanos, sus niveles de pobreza y los estragos provocados por el cambio climático, o empezamos a trabajar de inmediato y a escala multinacional en un decidido Plan Marshall para que África genere actividad económica y empresarial, desarrollo y riqueza; o Europa no podrá asimilar la presión migratoria de los próximos años, por muy envejecida que esté nuestra población y lo muy necesitada de sangre joven que se encuentra nuestra sociedad.
Jesús Lens