Tengo muchas ganas de preguntarle esta tarde a Quico Chirino si la novela negra le sirve para ir más allá de su actividad periodística o si mantiene separadas ambas facetas. Porque hoy miércoles, a las 20 horas, se presenta en el Cuarto Real de Santo Domingo su excelente “A la izquierda del padre”, publicada por Samarcanda. Y será uno de los temas que pongamos encima de la mesa. Aprovechen para leer la excelente entrevista que Pablo Rodríguez hace a Quico Chirino en IDEAL.
También tengo mucha curiosidad por saber qué opina Eduardo Peralta, director de IDEAL, sobre una novela muy negra en la que uno de los protagonistas es, precisamente, un periodista.
De hecho, era tanta la curiosidad que me suscitaba el tema que me he lanzado a interrogar a Quico Chirino, por adelantado. Y esto me dice: “En mi caso, mi novela poco tiene que ver con mi labor periodística habitual, aunque que está reflejada parte de mi experiencia como reportero en mis primeros años. En cambio, sí aprovecho la novela para reflexionar sobre el periodismo y a mis personajes para que digan cosas que en mí no resultarían políticamente correctas. Pienso que mi narración tiene mucho de crónica, o eso pretendo, y en la forma de documentarme sí se percibe mi labor periodística”.
Una respuesta muy interesante que abre caminos y me anima a ampliar el espectro de autores interrogados sobre la cuestión. Porque en la tercera edición de Granada Noir vamos a tener una mesa redonda, presumo que apasionante, con algunos periodistas que, más allá de su labor informativa e investigadora, escriben y publican género negro.
Por ejemplo, Javier Valenzuela, autor de “Limones negros”, publicada por Anantes y de la que ya hablamos en esta sección. Y que nos dice lo siguiente: “La novela negra es, desde su nacimiento, un modo excelente de contar con espíritu crítico la realidad del mundo capitalista. Lamentablemente, la creciente censura que hoy ejercen los poderes políticos y económicos sobre el periodismo hace que muchos profesionales tengamos que recurrir hoy más que nunca a la coartada de la ficción literaria para sacar a la luz cosas que sabemos que son ciertas”.
¿Es o no es un excelente punto de partida para una conversación sobre periodismo y literatura policíaca? En ese sentido, es muy interesante la opinión tanto de Quico Chirino como de Valenzuela sobre por qué han elegido este género para contar sus historias.
Nos dice Chirino: “Yo he querido hacer una crónica social, apoyado en la ficción. Y sucede que si te acercas a la realidad y la recoges sin aderezos es muy probable que te salga una novela negra. Como escritor no quiero ser políticamente correcto. Por eso, en mis escenarios, en los ambientes marginales que recreo, hay droga, quinquis y ratas que muerden a los niños en la cabeza. No solo flamenquitos y mucho arte; que también son una parte de la realidad, pero esa la dejo para otros escritores”.
Javier Valenzuela, por su parte, abunda en el mismo sentido: “Empecé a ejercer el oficio de periodista porque hacía posible que me pagaran por tres cosas que siempre me han encantado: escribir, viajar y combatir las injusticias. En “El País” debuté como cronista de sucesos en el Madrid de los años quinquis y luego fui corresponsal de guerra en Beirut, Teherán, Sarajevo y otros lugares, así que terminar escribiendo novela negra me parece un colofón de mi carrera bastante lógico. Por lo demás, ya leía a Hammett, Chandler y compañía hace cuarenta años, no tuve que esperar la llegada de los escandinavos para pensar que este es el género literario más crítico, realista y entretenido de nuestro tiempo”.
Como ven, no les falta retranca, humor e ironía a ninguno a unos Quico y Javier que compartirán conversación, en la última mesa redonda de #GRN3, el sábado 7 de octubre (*), con otros dos pesos pesados del periodismo español: Mariano Sánchez Soler e Íñigo Domínguez, autor de una impresionantes e imprescindibles “Crónicas de la mafia”, publicada por Libros del K.O.
Mariano Sánchez Soler, periodista y escritor de raza, autor de “El asesinato de los marqueses de Urbina”, Premio L’H Confidencial de 2013 y publicada por Roca Editorial, nos explica que “mis libros no tendrían sentido si no fueran instrumentos de conocimiento, de revelación. No escribo historias tan oscuras porque me diviertan. Si quisiera escribir novelas adaptadas al consumo literario tendría que ir por caminos distintos que no me interesan absolutamente nada. A mis 59 años, me considero un escritor radical; sigo escribiendo sobre lo que me gustaría leer y con ello trato de responder a la realidad que me ha tocado en suerte. La escritura es para mí una actividad total en la que cabe el periodismo, el ensayo, la narrativa, la poesía, etcétera. Son distintas parcelas de una única posición ante el mundo y la vida… Desde el punto de vista profesional, soy un cronista, un narrador, un periodista literario. Uso la palabra escrita como herramienta absoluta”.
Y sobre su método de interrelacionar periodismo y literatura, Mariano Sánchez Soler es igual de contundente y radical: “Ningún tema está escrito. Somos narradores de un tiempo en ebullición. Ficción y realidad se funden en mis libros. La creación ha sido siempre como un péndulo. Cuando la investigación periodística no llegaba hasta sus últimas consecuencias, en vez de conformarme y pasar a otra cosa, utilizaba esos materiales para escribir ficciones en las que construía la historia que podría haber escrito si hubiera conseguido los datos precisos, o si hubiera demostrado los hechos que buscaba en mi investigación”.
¿Dónde están los límites entre el periodismo y la literatura? ¿Dónde termina uno y comienza la otra? De todo eso y de mucho más empezaremos a conocer esta tarde, en la charla con Quico Chirino y Eduardo Peralta. Y, desde el 29 de septiembre, en Granada Noir.
Ya saben: el crimen sería perdérselo…
En la web www.granadanoir.com pueden consultar el programa completo de #GRN3.
Jesús Lens