Lo reconozco: cada vez que he escuchado o leído sobre la posibilidad de un teleférico que conecte Granada con Sierra Nevada, mentalmente he desechado la idea. Por imposible. Imposible e impensable, una empresa de semejante jaez en Granada, tierra poco proclive a pensar a lo grande. Ni a lo mediano, si me apuran.
No he llegado a plantearme cuestiones sobre impacto económico y ecológico, rentabilidad, contaminación… ¿para qué? La mera posibilidad de que salga adelante una propuesta como la del teleférico es tan poco probable que no merece la pena ahondar en la cuestión ni dedicarle tiempo y esfuerzo. ¿O sí? Porque una gran mayoría de lectores de IDEAL se han mostrado a favor de la iniciativa, por ejemplo.
En contra están, por supuesto, los ecologistas. Pero eso hay que darlo tan por descontado que su negativa apenas suma al debate. Decir “no” forma parte de la naturaleza del ser ecologista. En esta tierra, fijo que hubieran estado en contra hasta de la construcción de la Alhambra, con el buen pasto que había en la colina de la Sabika.
A favor se muestra el tejido empresarial granadino. Lo que, teniendo en cuenta que la iniciativa privada debe desempeñar un papel básico en la construcción, explotación y rentabilización del proyecto, sí debería ser tenido en cuenta.
Escribo estas letras mirando a la Sierra. Y a las torres de iluminación del estadio de Los Cármenes, desde donde debería partir un teleférico que haría parada en Guëjar Sierra y Monachil, antes de llegar a Pradollano, con sus cabinas para treinta pasajeros. Y, de repente, me pregunto, ¿por qué no?
En esta ciudad siempre hemos sido cortos de miras y faltos de ambición. ¿Para qué hacía falta tamaño Palacio de Congresos? ¿Era necesaria una Circunvalación? ¡Hay gente que hasta le pone pegas al AVE! ¿Para qué tanta velocidad, habiendo talgos más baraticos y económicos?
Así, en la tierra del chavico, nos quedamos sin la estación de Moneo, sin el soterramiento del AVE, sin gran espacio escénico, sin museos de referencia, sin equipos deportivos de primera división, sin aeropuerto digno de tal nombre…
Sobre el tema del teleférico, lo que más me angustia es que, sin haber analizado los pros y los contras, sin haberle echado un ojo a un plan de viabilidad; el ser granadino que llevo dentro ya lo había tachado de imposible.
Jesús Lens