Pues, efectivamente, seguimos ampliando el espectro de lugares, físicos y/o virtuales, en que publicamos. Iniciamos una colaboración con la revista Garnata que, ojalá, sea larga, feliz y duradera. No olvidéis que hoy se distribuye con IDEAL, sin sobrecoste para el periódico.
E iniciamos esta colaboración con una reseña de la última novela de Mario Vargas Llosa, “El sueño del celta”. Que dice así:
Hay que felicitar a los directores del Festival Internacional de Poesía por haber invitado a Mario Vargas Llosa justo cuando le han dado un más que merecidísimo Nóbel de Literatura. Y honra al galardonado el no haber renunciado a citas como la granadina tras la brutal complicación que la concesión de una distinción como ésta provoca en la agenda del premiado.
Ha querido la casualidad que también haya coincidido el Nóbel con la publicación de un nuevo trabajo de Vargas Llosa, “El sueño del celta”, una novela extraordinaria, rica, densa, ilustrativa y llena de meandros; compleja y repleta de atractivos. Aunque, empezando por el principio, quizá hablar de “novela”, en este caso, no sea exacto. O sí. ¿Quién sabe?
El caso es que el celta del título fue un tipo real, de carne y hueso, que vivió en los inicios del siglo XX y protagonizó, no una, sino tres o cuatro aventuras, cada una de ellas susceptible de haber pasado a los anales de la historia. Su nombre: Roger Casement, un buscador de fortunas que recaló en el mítico Congo Belga y se escandalizó ante lo que vio, escribiendo un informe tan demoledor que conmocionó a toda Europa. Desde entonces, el Congo es sinónimo de lo peor. Lo peor del horror. (Y ya sabéis lo que el Congo significa para mí)
(CONTINUARÁ)
(O sea, leed en la versión impresa, malandrines 😉
Jesús Lens.