Cuando ocurren estas desgracias, uno se queda sin palabras.
Dejamos el poema que un joven del pueblo de Agüimes escribió sobre los jóvenes inmigrantes muertos en su intento de alcanzar El Dorado europeo, y que nos ha hecho seguir nuestro querido e imprescindible Antonio Lozano.
Descansen en la paz que no pudieron alcanzar en vida:
TESTIGO
Me llamo Risco,
y no me siento erosionado sino esculpido.
Tengo una forma extraña e irregular,
una forma hueca que amplifica los cantos de sirena con el silbido del viento.
Mi esencia es lítica,
un testigo impertérrito de abordajes continuos,
roca abrazada de espuma, mar y maderas nobles.
El mar, el mar,
paradigma de un misterio que vomita sus sobras de carne y hueso,
dejándome a mi vera un cuento ininteligible de ilusión perdida,
un cuento untado de yodo y salitre,
que espera con ansias ser arrastrado a las profundidades del recuerdo.
Pero esta vez, yo roca, sí que siento,
esta vez quiero ser roca porosa que afecte mi condición pétrea.
Por eso hoy, soy una estela informe como homenaje,
una lápida escrita
con lágrimas eternas de sal.
PD.- Noticia de última hora para introducir en el debate: «El G-8 da la espalda a África.»
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