Hoy publico en IDEAL este artículo, sobre Clubes de Jazz, pero extensivo a otras manifestaciones culturales. A ver qué te parece y si estás de acuerdo:
Por desgracia, ya no hay música en directo en el Rembrandt. Una apuesta valiente que no terminó de cuajar, pero que honra a quienes se embarcaron en la cruzada. Menos mal que todos los miércoles por la noche, en el Magic, hay jazz. Y los viernes y sábados; en el Granada Jazz Club, también.
Lo llamativo y ejemplar de estos casos es que las tres iniciativas se pusieron en marcha en el último cuatrimestre del 2012, esto es, en lo más crudo de una crisis que, más que azotarnos, ya nos tiene desollados; con el cuerpo, el alma y el espíritu en carne viva.
Los conciertos del Magic vienen de la mano de la Asociación Cultural Ool Ya Koo, conformada por un puñado de músicos y aficionados al jazz dispuestos a defender, con uñas y dientes, la continuidad de una programación semanal de nuestra música favorita en Granada. (Además, un buen Club, tiene que generar creatividad y complicidad, no solo musical, sino literaria, cinematográfica y amical. Aquí, un par de vídeos grabados en el Magic; aquí contamos un mágico encuentro e, incluso, un relato de Suicidio Ficción, aquí)
¡Y cuesta! Vaya si cuesta. Cuesta dinero, esfuerzo, trabajo y dedicación. Pero merece la pena. No me cansaré de decirlo: una vez que la crisis ha hecho tabla rasa de subvenciones, ayudas, colaboraciones y contribuciones económicas varias; a cada palo le toca aguantar su vela y, si queremos música en directo, deporte, arte y cultura… tenemos que pagar por ello. En metálico o en especie, pagando una cuota, una entrada o consumiendo unas birras y unas copas.
Pero, además, hay que ir. Porque ir, también cuesta. Pero es imprescindible. Si no vamos a las exposiciones, a los conciertos, a los partidos, a los torneos, al cine, a los museos, a las librerías… ¡terminarán por echar el cierre! Y mucho antes de lo que nos pensamos. Ir, cuesta tiempo y esfuerzo. En algunos casos, más que dinero. Pero hay que organizarse. Hay que molestarse. E ir.
La apuesta del Granada Jazz Club es más novedosa, si cabe, en el ambiente de la hostelería granadina: un Club al estilo del Café Central, la Sala Clamores y el Galileo Galilei de Madrid o el Jamboree de Barcelona: mesas pequeñas y muy juntas frente al escenario, una propuesta gastronómica basada en ibéricos y sushi, amplia carta de vinos y cócteles… y conciertos de músicos de la talla de Nardy Castellini, Kenny Garrett o el mismísimo Jorge Pardo, recientemente elegido mejor músico de jazz europeo. Además de buenos músicos residentes. Y los domingos, flamenco.
Sé que me estoy dejando buenos garitos en el tintero y que hay otros espacios que programan habitualmente electrizante jazz, melancólicos blues y ardientes soul y funk en directo. Locales felizmente repartidos por la provincia de Granada, como el Fusión de Salobreña, el Alexis Viernes de Atarfe o la Chistera de Monachil.
De nosotros, de los aficionados, depende que la escena musical granadina se mantenga viva, activa y pujante. Porque eso que se da en llamar la Sociedad Civil, además de dándole al pico, tiene que retratarse en la acción. La tentación de quedarse en casa, escuchando CDs y viendo películas en Blue Ray es muy fuerte. Pero si queremos que Multicines Centro no cierre definitivamente sus puertas y que las agendas culturales de los periódicos sigan bullendo con mucha y variada oferta… ¡hay que ir!
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